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sergio llamas
Miércoles, 6 de enero 2021
El baracaldés Eneko Axpe sólo tiene 35 años, pero ya ha conseguido conocer el éxito en dos mundos tan dispares como el de la investigación científica y la creación musical. El primero le ha llevado a Estados Unidos, donde ha desarrollado investigaciones para la NASA y la Universidad de Stanford. El segundo ha desembocado en el lanzamiento del disco de rap en euskera 'Vmme Sahar'. Su currículum incluye también dos másteres en física de materiales y en biología molecular y medicina, un doctorado en física de materiales entre la UPV y la Universidad de Oxford, un postdoctorado en la de Cambridge, una estancia en Harvard y una beca Marie Curie. Pero en los inicios de esta inmensa carrera estaba su interés por comprender lo que sucede en la naturaleza y la fe temprana que uno de sus profesores de instituto tuvo en él.
– ¿Qué le animó seguir una carrera científica?
– Me acuerdo de unos libros de bolsillo enciclopédicos que me regalaron mis padres, uno era de física, y otro era de química. ¿Sabes cuando eres crío que siempre preguntas por qué esto por qué lo otro? Me alucinaba que la ciencia ayude a entender el por qué de las cosas que suceden en la naturaleza. Mi profesor de Física en el instituto también fue clave, él me motivo, creyó en mi talento y eso me dio alas.
– Con las últimas reformas en Educación, más centradas en desarrollar proyectos que en memorizar teoría y un mayor hincapié en el aprendizaje de idiomas, ¿cree que los chavales del futuro lo tendrán más fácil para destacar en carreras científicas?
– Cuando hice la licenciatura de Física eran 5 años, y lo que importaba era el examen de cada asignatura. Los exámenes eran de 5 horas, a veces de 8, lo que no tiene ningún sentido. La carrera para mí fue una auténtica pesadilla: a mí me gusta trabajar en equipo, colaborar. Y durante la carrera, en aquel entonces, trabajaba más solo que la una. En cambio, durante mis estancias doctorales en la Universidad de Oxford vi que allí los métodos eran muy diferentes: la carrera eran 3 años y los exámenes no eran tan importantes, si no otro tipo de proyectos.
Yo he impartido clase en la Universidad de Cambridge y en la UPV/EHU, y sinceramente, no noté una diferencia abismal en el talento de los chavales de aquí y allí. El problema no son los estudiantes, están muy capacitados y capacitadas. Los y las que nos dedicamos a enseñar tendríamos que dejarnos la piel en cada clase, inyectarles esa pasión, que disfruten en clase mientras aprenden, que el aburrimiento no sea una opción. Hay profesores que creen que los importantes son ellos: no señores, los importantes son los estudiantes, para eso damos clase.
En cuanto a los idiomas: yo recomiendo que cuanto antes se empiece, mejor. Y si se puede hacer una estancia fuera, que vayan de cabeza. Es la mejor manera de aprender idiomas, abrir la mente culturalmente y crecer como persona al salir de tu zona de confort. Aparte de euskera, castellano e inglés yo también estudié chino, y me encantó. Estoy deseando mejorar mi chino.
Otro punto importante: hoy en día se les enseña a los y las estudiantes solamente a responder correctamente a preguntas que les formulamos. Esto es un error garrafal. Además de eso, los y las estudiantes deberían aprender a formular preguntas. Formular preguntas es el primer paso necesario para avanzar en ciencia y otros campos.
– En más de una ocasión ha estado frente a grupos de escolares explicándoles su trayectoria, ¿qué es lo que más suele fascinarles de su experiencia?
– Que trabaje en la NASA e incluso que la NASA me diese un premio por mi investigación siendo de Barakaldo, que un selfie mío haya viajado a la Estación Espacial Internacional, que me eligiesen como miembro postdoctoral de un college en la Universidad de Cambridge, que haya conocido a muchos astronautas, a Stephen Hawking...
– ¿El espacio sigue siendo el gran sueño de los jóvenes o cree que eso puede cambiar tras la pandemia vivida este año?
– El universo es todavía tan desconocido que cualquier persona curiosa siempre va a mirar a las estrellas y preguntarse qué habrá ahí fuera. Pero dentro de nuestro cuerpo también hay un universo con 30 billones de células, y hay muchos misterios en él que siguen sin resolverse: sabemos muy poco de nuestro cerebro, por ejemplo.
- ¿Cómo se les puede meter a los jóvenes el gusanillo de la investigación?
– La investigación es un campo fascinante pero también muy sufrido. Es un campo muy competitivo, los salarios –en España– son muchas veces ridículos, psicológicamente es una maratón con un montón de obstáculos y pocas palmaditas en la espalda... Pero el descubrir o inventar algo que nadie en la historia de la humanidad haya visto antes, ¡madre mía!, es un sentimiento indescriptible. La investigación puede ayudar a nuestra sociedad, ayudar a cuidar nuestro planeta...
Un ejemplo: la investigación, con buenos recursos, hizo posible varias vacunas para la COVID en tiempo record. Pero ojo, una investigación advirtió ya en 2007 que el consumo animales exóticos en Asia provocaría una pandemia por SARS-CoV. Y muchas otras enfermedades infecciosas son provocadas en granjas industriales, como la gripe aviar, la gripe porcina o la enfermedad de las vacas locas. Los humanos y nuestro modo de vida actual no es sostenible, y la COVID no es más que una respuesta de la naturaleza. Si los y las jóvenes quieren aportar a entender y resolver, e llegar a incluso prevenir los problemas más importantes del mundo, la investigación es uno de los caminos a seguir.
– ¿Es positivo que los padres les animen en esa dirección, o deberían dejarles descubrir sus vocaciones por sí mismos?
– Cada persona es un mundo. Cada persona debería conocerse bien y responder a la siguientes preguntas: ¿A mí realmente que me gusta hacer? ¿Qué no me gusta? ¿Qué me hace feliz? ¿Cómo quiero ser recordado o recordada? ¿Cómo puedo ayudar a los demás? Al final, vamos a trabajar unos 45 años de nuestra vida, mejor que sea en algo que nos haga felices, o por lo menos que no sea en algo que detestamos, da igual el campo que sea. Pero tampoco estamos solos en el mundo, y ayudar a nuestra sociedad y a nuestro planeta debería tener peso en la decisión que se tome para elegir una dirección u otra. Que cada persona escuche a sus padres o tutores es importante, pero que la decisión no se haga solo para satisfacerles es clave para ser feliz con tu carrera.
– De su experiencia personal, supongo que a los adolescentes les choca mucho que además de investigador sea también rapero y amante de la música electrónica. ¿Por qué cree que es tan llamativo? ¿La creatividad está reñida con el trabajo científico?
– Soy doctor en Física. Si tocase el piano o el violín todos lo verían bien, o normal. Yo soy millennial, a mí me apasiona el hip hop y a la gente más mayor que no entiende esta cultura le choca, lo ven como algo de fuera, no tradicional. Pero el piano también viene de fuera, e incluso la trikitrixa. En algún momento todo fue una innovación, y con el tiempo, algunas de esas innovaciones se convirtieron en tradiciones.
La creatividad va intrínseca en mí, de echo me tatué «sormena» en la piel. Junto con resolver problemas, es mi mayor virtud como científico. La creatividad es inventar, experimentar, tomar riesgos, romper reglas, cometer errores... y también pasárselo bien.
– ¿Se puede compaginar la profesión científica con las artes?
– Hace unos años, durante mi doctorado, hubo un momento en el que ganaba más con las artes que con la ciencia. Tenía directos todos los fines de semana, incluyendo una obra de teatro en Pabellón 6 con Galder Pérez, alguna otra con Ramón Barea, grabando música para discos, cortometrajes, filmando videoclips... Entonces me pregunté ¿dejo la ciencia para dedicarme a las artes? Pero las dos me apasionan, así que decidí seguir con las dos. Y menos mal, porque la ciencia me ha llevado a caminos maravillosos, como responder estas preguntas desde San Francisco, California donde investigo, entre otras cosas, para poder llevar a los primeros humanos a Marte.
– Muchos jóvenes que han estudiado carreras de ciencias se han visto obligados a marchar fuera para poder desarrollarlas. ¿Cree que es necesario hacerlo y que debería cambiar la sociedad vasca?
– En Estados Unidos me ofrecieron un trabajo de investigación en el que cobraría en al año lo que cobraría en Euskadi cada tres o cuatro años. Es verdad que la vida aquí en California es mucho más cara.
Euskadi es la comunidad autónoma del Estado que más invierte en investigación y ciencia, el 1,97%. De hecho, yo no soy más que el resultado de dichas inversiones. Obtuve una beca durante la carrera, máster, doctorado y postdoctorado. Pero si miramos arriba, estamos por debajo de la UE, con el 2,18%, China con el 2,14% o Estados Unidos con el 2,82%. Invertimos menos de la mitad que Corea del Sur, con el 4,53%. Hay que mejorar. Hay doctorandos en Euskadi que cobran menos de mil euros al mes.
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