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Ojo con dejar a tu hijo dentro del coche en días de calor, en solo 30 minutos podría morir

En España no se contabilizan los casos, pero en Estados Unidos sí. Lo hacen desde 1998 y hasta 2016 eran ya 623 los niños fallecidos dentro de un coche. Para hacerse una idea, si en el exterior tenemos 29 grados, en el interior el termómetro se dispara casi hasta los 50

Sábado, 7 de agosto 2021

Tic, tac. Tic, tac... Comienza la cuenta atrás. Y, al igual que ocurre en las películas, tenemos el deber de evitar a toda costa que el reloj llegue a cero. Porque el resultado puede ser fatal. Aunque aquí, lejos de grandes explosiones que empujan a apurar al máximo la determinante decisión, lo que hay en juego es algo mucho más importante: la vida de tu hijo o hija. Esto ya no es parte de la ficción, sino la vida real. Una 'bomba' con forma de golpe de calor que ahora, con la llegada del verano, se vuelve a reactivar para amenaza de los más pequeños. No es un tema baladí. 30 minutos podrían ser más que suficientes para que ya no haya marcha atrás. Los casos suben a la par que el termómetro. Aunque, ojo, porque también se pueden dar en los días nublados. No hay que bajar nunca la guardia.

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El escenario que les planteamos es uno de los más típicos: el interior de un coche cerrado. Por descuido o por desconocimiento, se dan casos de padres y madres que dejan durante 'unos minutos' a sus hijos en el asiento de atrás mientras se realizan algún recado o tarea. Y claro, ese coche no tardará mucho en convertirse en una auténtica sauna. Además, en algunos casos los chavales se quedan incluso amarrados al asiento, indefensos mientras el calor les 'ataca'. Todos hemos vivido alguna vez esa asfixiante sensación, que incluso nos hace sudar la gota gorda, de tener que abrir alguna ventana o directamente salir del coche para respirar aire. «Trágicamente los padres no se dan cuenta hasta un tiempo después, cuando descubren el cuerpo», lamentan los expertos de la Asociación Española de la Pediatría.

«Bueno, bien, pues abro un poco las ventanillas y problema resuelto». Seguro que habrá planteado esa sencilla solución, todos lo haríamos. Pero la teoría es una cosa y la práctica es otra. «Esa ventilación no consigue reducir el rápido ritmo de aumento de la temperatura en el interior». No es una exageración. En España no se contabilizan los casos, pero en Estados Unidos sí. Lo hacen desde 1998 y hasta 2016 eran ya 623 los niños fallecidos a causa de un golpe de calor cuando se encontraban desatendidos en el interior de un vehículo, según el informe publicado por la Asociación Española de Pediatría y la Fundación Mapfre.

20 grados más

¿Tan grave puede llegar a ser? Pongamos cifras. Los resultados son sonrojantes. Si la temperatura ambiente es de 29 grados en el exterior, algo para nada extraño estos días, en el interior del vehículo el mercurio se dispara 20 grados más, hasta alcanzar los 49. Vaya, la cosa ya se empieza a poner seria. Pero subamos un pelín más los grados, porque está claro que el sol cuando pega, pega bien. Si en el exterior gozamos de unos apetecibles -y pegajosos- 39 grados, el asiento de nuestro pequeño ya sube hasta los 54. Y ya ni qué hablar del reposacabezas… ¡67 derretibles grados!

¿Recuerda que al principio le hemos hablado de una cuenta atrás? Pues es hora de activarla. Ponga 15 minutos de cronómetro. Bueno, seamos más permisivos y estirémoslo hasta los 20, como si uno se pudiese permitir ese lujo en casos extremos como este. Pues bien, ese es el tiempo que tiene para actuar y evitar cualquier tragedia. A partir de ahí -aunque el golpe de calor también puede ocurrir mucho antes- si un niño se queda encerrado en el coche sin ventilación podría tardar de 30 a 60 minutos en fallecer. La temperatura interior irá aumentando a medida que pasan los minutos. A las dos horas y media el calor será ya un 88% mayor que en el exterior.

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Porque no solo sube la temperatura ambiente, sino la del cuerpo del niño. «Una temperatura corporal por encima de los 40 grados ya pone la vida en peligro -la temperatura corporal humana oscila entre 36,6 y 37,5-. A los 41 ya comienza la muerte cerebral y a los 44 la muerte está asegurada», advierten los expertos. En un extremo, temperaturas internas por encima de los 50 causan rigidez muscular y, ciertamente, la muerte inmediata. En estos casos, «lo primero que hay que hacer es verificar que el niño responde a sus señales y avise inmediatamente al 112. Después debemos abrir el automóvil, manteniendo siempre la seguridad del menor. Por ejemplo podemos romper el cristal de una ventanilla alejada para sacar al pequeño», aconsejan.

Cómo prevenirlo

La mayoría de estos episodios ocurren en niños de entre 1 y 5 años, aunque la horquilla podría ser más amplia. Pero el riesgo es mayor entre esas franjas debido a que son los «más vulnerables» al 'señor Lorenzo'. «Su temperatura corporal sube más rápido que en los adultos porque tienen menor reserva de agua y sudoración y un aparato respiratorio aún inmaduro». Así que, con unas defensas más limitadas, están a merced del destino si nadie consigue remediarlo. «Cree una serie de hábitos que le sirvan de recordatorio; por ejemplo, colocar algunos objetos, algo que necesite en su destino final, en la parte de atrás del coche junto a su hijo».

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Al margen del coche, que está claro que es un peligroso horno, el golpe de calor se puede producir también en otras diferentes circunstancias. La excesiva práctica deportiva -a estas edades algo no muy frecuente-, la prolongada exposición al sol -esto sí ya más habitual- o si el niño está expuesto a situaciones con humedad y temperaturas elevadas, sin protección ni hidratación adecuada son las más comunes. ¿Y se puede prevenir? Sí, por lo general provoca una serie de síntomas que permitirán a los padres actuar con rapidez. Puede que el niño empiece a protagonizar episodios de mareos, malestar, dolor de cabeza, vómitos, su temperatura corporal supere los 40 grados, aumento de frecuencia cardiaca, respiración rápida, cefalea o irritabilidad e incluso taquicardias.

Antes de trasladarlo a un centro hospitalario sería recomendable enfriar su cuerpo ya que presenta una temperatura muy elevada. Para ello, deberemos trasladar al niño a una zona en sombra o fresca que alivie la sensación. También se puede sumergirle agua tibia, aplicando paños o toallitas mojadas en la cabeza y en el resto del cuerpo. «Estos paños mojados deben cambiarse cada poco tiempo, por otros frescos, porque rápidamente se calientan». También se puede emplear un ventilador que nos ayude durante el ejercicio. También hay que elevar la cabeza del niño y si está consciente, ofrecer líquidos, preferentemente con sales. Deben ofrecerse en pequeñas cantidades y con frecuencia. Aunque lo recomendable sería mantener siempre su hidratación, no esperar hasta que lo pida, y reforzar la atención y el cuidado en días de calor.

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