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elena sierra
Viernes, 25 de diciembre 2020, 10:07
Hay padres y madres que prefieren no exponer a sus peques a realidades que ocurren en todas partes del mundo y que no son muy agradables, o que no son fáciles de entender (o de explicar); situaciones dolorosas a veces, otras que simplemente chocan con la propia cultura y las ideas preconcebidas. Son cosas que se viven aquí y allí y que hablan de menores que, por conflictos políticos, por ejemplo, no pueden asistir a la escuela tal y como lo han hecho siempre y tienen que buscarse la vida para seguir recibiendo educación, que es el caso de los personajes de 'Los estudiantes de la frontera' (Edebé), de la periodista Claudia Bellante. Y en vez de transmitirles valores mediante historias reales -muy inspiradoras, por cierto-, recurren siempre a los cuentos de princesas, de mundos de fantasía, de animales que hablan, de patitos feos que llegan a ser bellos cisnes. «A veces digo que contando la historia del pato negro al final los niños acaban amando a los animales diferentes pero no a las personas diferentes. Que amar a los animales está muy bien, no digo que no, pero si hablamos con metáforas sin decir que son metáforas, al final un niño ama a un pato pero no a una persona que viene de otro país o vive dificultades. Eso lo vemos cada día en cómo nuestros países tratan a los migrantes», ejemplifica la autora de este librito ilustrado que forma parte de una colección, Latido de Alas, con otros tres títulos.
«Queremos alejar a nuestros hijos de los problemas, no queremos que vean la pobreza. Pero todos somos cada día más pobres, así que algunos de ellos no solo la van a ver, sino que la van a vivir y los que no, les tendrán que ayudar, respetar, comprender. Si nuestra sociedad fuera justa, tolerante, generosa, no tendríamos que contarles nada, pero de momento no lo es; si queremos cambiarla y que ellos en el futuro la cambien, hay que contárselo y explicárselo de alguna forma». Bellante no sabe si la que ella ha elegido -simplificando mucho los temas para que los comprendan pero «sin banalizar o quitar importancia a los hechos» y «poniendo esperanza» en los finales- es la mejor de las posibles, pero sí que muestra lo que más le gusta de su trabajo: «la realidad siempre supera a la fantasía, los héroes cotidianos que encuentras donde no te los esperas, mi deseo de poder ser la voz de quien no la tiene o está ocupado en hacer otras cosas, como sobrevivir».
En 'Los estudiantes de la frontera', los primos Marcela y Julio cruzan cada día un puente que une Venezuela, su país natal, con Colombia, en el que está la escuela abierta más cercana. Fluyen sobre el puente con los migrantes que nunca volverán a casa, que pasan cada día por miles. Otras personas van a ganarse la vida y vuelven. A veces el conflicto se encrespa y tienen que ingeniárselas para llegar a clase saltándose la frontera oficial, por el río. Corren peligos, pero no cejan porque sus mayores les han dicho que estudiar es fundamental. Marcela y Julio se basan en muchas personas reales que Bellante conoció gracias a la colaboración de la ONG Terre des Hommes Italia. Había seguido de lejos la situación venezolana y les pidió ayuda para trabajar sobre el terreno.
En 'Las cholitas de Bolivia', dos chicas de etnia aymara que viven en la ciudad de El Alto son buenas estudiantes y luchadoras... en el ring también. «La cholitas luchadoras son algo muy famoso, a sus encuentros van también turistas extranjeros. Yo he decidido contar sus historias porque me parece, en una sociedad muy machista, una forma muy potente de rebelarse contra los roles de géneros», explica.
'Las sirenas de Jamaica' cuenta la historia de un equipo de natación sincronizada de chicas en un pequeño pueblo de Jamaica y de su entrenadora, Olga Novokshchenova, una rusa que fue medalla de oro en dos Olimpiadas. «Lo que me parece importante de esta historia es la relación de amistad entre ellas y cómo un deporte u otra pasión que tengas y que compartas con un grupo de personas que acaban convirtiéndose en tu familia, puede cambiarte la vida manteniéndote lejos de problemas (el embarazo adolescente es algo muy común en Jamaica, por ejemplo) y llevarte a lugares inesperados». Y 'Las músicas de Indonesia' «pone en duda muchos lugares comunes sobre religiones y culturas que pensamos conocer porque hemos leído o escuchado algo». Tres jovencitas musulmanas tocan heavy metal en la isla de Java, y con ello realizan su deseo de libertad y autodeterminación.
«A veces es más fácil contar el mundo usando esquemas predeterminados», reconoce la autora, y con sus cuatro libros infantiles quiere romper esos clichés, ir más al fondo. «Los clichés, por definición, no se corresponden con la realidad. Hay algunos que resultan divertidos y que todos aplicamos para interpretarla de forma sencilla, que no hacen mucho daño». Pero otros van convirtiéndose en verdad a fuerza de usarlos; y son un filtro muy malo para ver la realidad del mundo. «Hay una sola forma de combatirlos y es ir a ver, vivir en primera persona las cosas, experimentar, salir de nuestra zona de confort, donde todo es como queremos y como somos capaces de definir». Si no se puede ir al terreno, buenos son libros como estos de Latido de Alas para que alguien que sí ha estado allí lo explique. «Las metaleras de Jakarta rompen los esquemas a los que no saben que el Islam en Indonesia es y ha sido abierto, democrático e inclusivo, que a los jóvenes de allí la música metal les encanta, que Jakarta es una megalópoli que no le tiene que envidiar nada a Nueva York, y a los que creen que, por llevar un hijab, una chica no puede ser libre y decidir por su futuro».
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