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La vida después del coronavirus | Capítulo 9 ·
¿Cómo vamos a cuidarnos? Mascarillas, dieta sana, ejercicio... y ¡vacunas!Secciones
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La vida después del coronavirus | Capítulo 9 ·
¿Cómo vamos a cuidarnos? Mascarillas, dieta sana, ejercicio... y ¡vacunas!Todavía tenemos el miedo metido en el cuerpo. Miedo al contagio, a terminar en una UCI incrustados a un respirador en una agónica y larga lucha por salvar la vida. Miedo a transmitir a los seres queridos un virus que se cuela silencioso y permanece dormido, pero igual de amenazador, en algunos cuerpos. Miedo a volver a encerrarnos en casa y prescindir de la vida social, los abrazos y los besos. La salud, la propia y la de quienes nos rodean, ha sido el epicentro de nuestra existencia durante el confinamiento y, aunque iremos relativizando los temores, se va a convertir en una las principales preocupaciones del futuro. Y motivos vamos a tener porque, si atendemos a los datos de inmunidad social, el 90% de la población es todavía susceptible de contraer el Covid-19. Y si además escuchamos a los expertos, nos aguardan nuevos virus. ¿Cómo nos vamos a cuidar? Con vacunas, higiene, dieta sana, ejercicio, vitaminas, equilibrio emocional y atendiendo a los consejos de los médicos.
La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades». La cita procede del preámbulo de la constitución de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y, si atendemos a su literalidad, podemos diagnosticar que la pandemia del Covid-19 nos enferma, de una u otra forma, a todos. La convalecencia futura será lo que determine nuestro bienestar. Vamos a vivir dos tiempos. El primero se caracterizará por la convivencia con el virus y unos comportamientos sociales muy diferentes a los que estábamos acostumbrados. El segundo, una vez exista una vacuna, se definirá por un progresivo regreso a la normalidad. Pero será una 'nueva normalidad', en la que muchos de los hábitos adquiridos se quedarán para siempre.
«La mascarilla será como nuestra ropa interior, una parte indispensable en la indumentaria diaria». Es el doctor Lluís Serra Majem, especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública, quien nos pone sobre la primera pista de ese futuro. «Mientras no exista una inmunización social frente al Covid-19, la mascarilla será como la vacuna para evitar que se transmita el virus». Pero en un escenario a más largo plazo, incluso cuando hayamos ganado la guerra al patógeno importado de Wuhan, los 'cubrebocas' seguirán con nosotros, customizados, de diseño o de farmacia, como medio de protección personal y colectivo.
Lluís Serra Majem (Doctor en Medicina) Lluís Serra Majem (Barcelona, 1959) es doctor en Medicina, doctor en Nutrición y especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública. En 1995 accede a la Cátedra de Medicina Preventiva y Salud Pública en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Es fundador y Presidente de la Academia Española de Nutrición.
Laura Rojas Marcos (Psicóloga) Hija del prestigioso psiquiatra Luis Rojas Marcos, nació en Nueva York en 1970, donde se licenció en Psicología Clínica. Es psicoterapeuta por la Federación Europea de Psicología y miembro de la Asociación Americana de Psicología y de la Asociación Española de Psicología positiva. En 2001, tras los atentados de las Torres Gemelas, colaboró en el Proyecto Libertad.
Jesús Valero (Biólogo) Nacido en San Sebastián en 1968, es doctor en Ciencias Biológicas y cuenta con varios másteres en marketing y gestión de empresas. Dirigió durante diez años el departamento de Salud de Tecnalia, liderando proyectos de investigación sobre neuroingeniería, robótica médica y biomateriales, entre otros. Es ahora subdirector general de Tecnología del centro.
Jesús Valero, director de Salud durante diez años del centro de investigación y desarrollo tecnológico de Tecnalia y actual subdirector general de Tecnología de esta empresa vasca, espera que esta crisis refuerce la cultura de prevención y copiemos a los asiáticos. «Cuando una persona no se encuentra bien porque tiene catarro o gripe, ya no digo el coronavirus, debe quedarse en casa para no contagiar a nadie. Y si sale a la calle, tendrá que llevar mascarilla por respeto a los demás. Esa cultura tiene que llegar, y llegará, a las empresas, la deben fomentar porque es bueno para ellas».
Las sociedades y las personas necesitan tiempo para cambiar, pero la psicóloga Laura Rojas Marcos cree que, «ante sucesos de esta magnitud, sí se varían las conductas». La experiencia vivida para hacer frente al coronavirus nos ha transformado a todos. Seremos más estrictos con las medidas de seguridad e higiene. Mascarillas, geles desinfectantes y guantes se quedarán entre los hábitos de muchos de nosotros, especialmente entre los mayores, el colectivo más afectado por la letalidad del Covid-19. El distanciamento social o «físico», como prefiere denominarlo el doctor Serra Majem, se atenuará, al menos en el ámbito familiar y entre las amistades, en el momento en que tengamos una cierta seguridad de que el virus no está en circulación comunitaria. La masificación de los test de detección, tanto en los centros sanitarios como en las empresas, ayudará a relajar esta medida, pero el distanciamiento se mantendrá como norma social muy probablemente hasta que exista una vacuna. Y tal vez un tiempo después.
Ese es el caballo de batalla, la gran obsesión de la comunidad científica, que, auguran los investigadores, se va a convertir en una reivindicación social, porque sin vacunas será muy difícil garantizar la salud. «Somos muy vulnerables a los virus. El Covid-19 nos ha cogido desprevenidos porque se ha abandonado la investigación. Los científicos sabíamos que esto iba a ocurrir. Nos ha pillado sin antivirales ni vacunas. Y volverá a suceder; llegarán otros virus emergentes para los que debemos de estar preparados. No hay otra solución que la inversión en investigación científica». Se expresa tan rotundo Mariano Esteban Rodríguez, profesor de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y jefe del grupo Poxvirus y Vacunas en el departamento de Biología Molecular y Celular del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC).
Jesús Valero
El doctor Esteban Rodríguez lidera uno de los proyectos españoles en la carrera mundial abierta para conseguir una vacuna. Apuesta por una estrategia basada en una modificación de la que se utilizó para erradicar la viruela, y la ensaya ya con animales. Más de un centenar de estudios se desarrollan a un ritmo acelerado en instituciones académicas, centros de investigación y compañías farmacéuticas de todo el planeta, según el cómputo de la OMS, para alumbrar cuanto antes la fórmula que permita frenar las próximas oleadas de ataque vírico. «Tendremos varias vacunas a la vez y no serán excluyentes unas de otras, aunque los procesos de fabricación masivos necesitan su tiempo –explica–. Aspiramos a tener pronto la nuestra para proteger, en un principio, a los sectores de población más expuestos. Cada país necesita garantizarse una. Si la desarrolla otro, cuando la tenga lista, su prioridad será su población y nosotros estaremos a la cola. España necesita sus propias vacunas, tenemos tecnología, conocimientos y profesionales».
El doctor Esteban advierte de que, aunque ahora los esfuerzos y recursos están volcados en atajar el Covid-19, las investigaciones en curso, todas, tienen que continuar, porque nos amenazan otros virus, otras posibles pandemias. «Esto es una cuestión de Estado; necesitamos sumar esfuerzos para desarrollar un banco de vacunas. Nos gastamos millones en portaviones, submarinos..., pero si aparece un bicho de treinta nanómetros de diámetro que mata a miles de personas no tenemos armas para defendernos».
Licenciada en Bellas Artes, trabaja como ilustradora y diseñadora gráfica a cargo de su propio estudio y ejerce la docencia en másteres y talleres. Especializada en temáticas culturales y relacionadas con la vulneración de derechos humanos, ha realizado proyectos para el Museo Thyssen-Bornemisza, Cruz Roja Juventud, Anesvad o el BBK Live.
Web: www.higinia.com
La indefensión es lo que ha percibido la población en esta emergencia sanitaria, y el temor a que pueda reproducirse va a activar una nueva vigilancia social en todos los asuntos relacionados con la salud. Las imágenes de hospitales sobrepasados, sin medios ni medidas de protección, se han grabado a fuego en el subconsciente colectivo. Jesús Valero cree que los ciudadanos no perdonarían en un futuro la falta de previsión. «Los países que sufren terremotos tienen planes de actuación», enfatiza cuando reclama una mayor atención pública y privada al conocimiento. «Espero que ahora forme parte de la agenda. Porque todos los científicos alertan de que un ataque similar puede acontecer en el futuro. Y nos puede pillar sin una industria de dispositivo médico potente. Se han deslocalizado y, cuando dejas de fabricar, dejas de saber fabricar. A partir de ahora, debería de ser un bien estratégico de país, como lo es, por ejemplo, la energía».
Las inquietudes y exigencias para tener garantizadas las herramientas que nos protejan mientras el patógeno no esté doblegado darán paso, en un segundo tiempo, cuando se conquiste la inmunidad, a comportamientos más estrictos en nuestro cuidado personal. Es natural que, tras un terremoto sanitario, el desasosiego se oriente hacia la atención de la propia salud. Uno de los efectos más llamativos de la crisis del SARS de 2003 en Hong Kong fue que la población comenzó a comportarse de forma más saludable. No solo acudieron en masa al médico (muchos de ellos habían sorteado los centros hospitalarios para prevenirse de contagios), sino que adoptaron hábitos de vida positivos. Se pusieron a dieta, pero también reconocían que limpiaban su casa o se lavaban las manos con mayor frecuencia. «Aquí hemos asistido a un cambio similar de mentalidad durante el confinamiento; mucha gente ha aprovechado para comer mejor, más productos frescos frente a procesados... Se ha abierto una ventana de posibilidades para reorientar nuestra relación con el medio y hacer un consumo más responsable. Y quiero pensar que la vamos a aprovechar», destaca Lluís Serra, el que fuera artífice del reconocimiento de la dieta mediterránea como Patrimonio de la Humanidad.
Sin embargo, hay que evaluar el impacto de la combinación explosiva de pandemia y crisis económica. Puede producirse un rebote al alza de los precios de los productos frescos por la falta de mano de obra para la recolección y las tensiones del mercado, lo que, unido a un aumento del paro y la rebaja del poder adquisitivo, incrementaría la brecha social del acceso a una nutrición sana. «Tenemos que reforzar el mensaje para convertir los hábitos alimenticios saludables en un sistema de futuro y no dejar a nadie atrás. Más frutas, más verduras, hidratos de carbono complejos, aceite de oliva... Olvidar los ultraprocesados, las grasas trans y los azúcares. Una alimentación sana y sostenible, porque no podemos olvidar que una buena nutrición fortalece el sistema inmunológico y nos protege de enfermedades».
El colectivo social preocupado por su cuidado personal va a recurrir también en el futuro a la suplementación alimenticia. De hecho, las tiendas naturistas y las propias farmacias han visto cómo el consumo de vitaminas registraba un ligero repunte durante el estallido vírico, quizá empujado por la popularización de algunos informes. La revista 'Nutrients', por ejemplo, publicó un trabajo dirigido por el investigado
Lluís Serra Majem
Adrian Gombart, del Instituto Linus Pauling de la Universidad de Oregón –con colaboradores de la Universidad de Southampton (Reino Unido), la Universidad de Otago (Nueva Zelanda) y el Centro Médico Universitario (Países Bajos)–, que ponía en valor la ingesta de estas sustancias orgánicas. Los suplementos que contienen vitaminas C y D y otros micronutrientes podrían constituir un medio seguro, efectivo y de bajo coste para ayudar al sistema inmunológico a combatir el coronavirus y otras enfermedades agudas del tracto respiratorio, avanzaba el estudio.
El doctor Serra Majem no es tan optimista y cree que este tipo de conclusiones pueden generar falsas esperanzas. «Una nutrición adecuada, con una amplia cobertura de micronutrientes, mejora la respuesta inmunitaria y la respuesta ante las vacunas. En análisis realizados en el Tercer Mundo se pudo concluir que la vitamina C y el zinc son cruciales para el sistema inmune. En Occidente, una persona bien alimentada no tendrá déficits. Tomar suplementos no le va a hacer daño a nadie, pero no se puede establecer que vas a tener menos riesgos de complicaciones con el Covid-19. Y lo más importante, su consumo debe de estar guiado por un profesional de la salud».
Antes de la pandemia ya asistíamos a una tormenta de modas que prometían mejorar nuestra salud y nuestro bienestar espiritual. Vegetarianos, veganos, 'crudívoros', 'paleos', chamanes, tarotistas... se mezclaban sin orden con los negacionistas y antivacunas, lo que ya evidenciaba un sustrato social en plena búsqueda de otras formas de cuidarse. «La sociedad venidera creo que irá dejando de lado a los antivacunas y charlatanes –augura Jesús Valero–, porque nuestra concienciación científica ha aumentado. Espero que el nuevo tiempo que se abre sirva para limpiar de impostores esa jungla de librepensadores que usan la ciencia para hacer valer sus intereses».
Habrá una inclinación cada vez mayor a procurar el equilibrio interior con una alimentación responsable y consciente, «sabiendo lo que se come, de dónde viene y el impacto medioambiental que causa», augura Lluís Serra. Un estilo de vida que concibe el cuerpo humano como un todo y en el que el ejercicio jugará un papel fundamental, tanto para mejorar el aspecto personal como para prevenir patologías. «Es muy probable que algunas disciplinas sigan ganando terreno en los gimnasios. El yoga y pilates ofrecen un trabajo cuerpo-mente que resultará reconfortante a muchas personas, porque en adelante no solo nos va a importar la salud física, también prestaremos mucha atención a nuestro estado emocional».
Laura Rojas Marcos
Durante las semanas de encierro forzoso se ha detectado un aumento de los casos de ansiedad y depresión, lo que va a empujar a los afectados a buscar herramientas y profesionales de la salud que les ayuden a recuperarse. Un estudio liderado por la UPV/EHU, en el que han participado también expertos de la Universidad de Barcelona, la Universidad de Murcia, la Universidad Miguel Hernández, la Universidad de Granada y la UNED, desvela que el 43% de la población ha experimentado sentimientos depresivos por la crisis del coronavirus. La psicóloga Laura Rojas Marcos atiende en su consulta a pacientes con estos síntomas, que han vivido el confinamiento con angustia. «Aunque en casa nos sintamos protegidos, la reclusión entre cuatro paredes provoca, además de miedo, ansiedad, claustrofobia y cuadros depresivos».
Esto no significa que la sociedad del futuro vaya a quedar traumatizada, como lo estuvo la generación de nuestros abuelos después de la Guerra Civil. Nosotros tenemos agua, alimentos, electricidad, medicina...; es decir, acceso a necesidades básicas y mucho más. Así que Rojas Marcos recomienda «no perder perspectiva» frente a lo que está pasando. «Sí, es importante tener en cuenta que se trata de una crisis sanitaria muy seria, con consecuencias humanas, económicas y sociopolíticas muy severas, pero temporal. Por tanto, sabemos que la angustia tiene final. No debemos olvidar que la Humanidad ha vivido otras pandemias con muchos menos recursos y las ha superado –recuerda la psicóloga–. Esta también la superaremos. Y nos reconstruiremos».
La dieta mediterránea ganará espacio frente a otros modelos de alimentación que provocan diabetes y obesidad. Habrá una mayor concienciación social para poner freno al sobrepeso, en parte debido a las advertencias de instituciones como la Asociación Europea para el Estudio de la Obesidad, que previene sobre el hecho de que estas personas son «particularmente vulnerables a los efectos del nuevo coronavirus y parecen tener una mayor tasa de complicaciones graves». El doctor Serra Majem aconseja eliminar los alimentos ultraprocesados, las grasas y los azúcares. Un truco práctico para lograrlo: cambiar el sitio en el que hacemos habitualmente la compra. En vez de ir tanto al súper, visitar los mercados. En sus puestos es fácil encontrar todo tipo de productos frescos.
Redoblar la inversión | Investigación Se ha hecho evidente que, para preservar la salud, la inversión en investigación y sanidad a partir de ahora debe ser prioritaria, y que no podemos depender de otros países para adquirir recursos médicos vitales, como respiradores, mascarillas, guantes...
Nutrición sana | Más vitaminas La dieta mediterránea, a base de frutas, verduras, hortalizas, aceite de oliva y proteínas limpias, aporta los nutrientes necesarios para fortalecer el sistema inmunológico y protegernos de enfermedades.
Sentimientos depresivos | Cuidados emocionales Si la salud física se ha revelado como imprescindible para luchar contra virus y bacterias, la emocional resulta fundamental para superar la inseguridad y los miedos surgidos por efecto de la pandemia. Hay que rodearse de personas positivas y caminar hacia un mundo más solidario.
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