Mertxe Olalde, pintora en Durango
Obituario ·
Autodidacta y madre de seis hijos, Mertxe cogió su primer pincel con 74 años, recién enviudada y tras un fortuito encuentro con su amiga Florita Erdoiza.Secciones
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Autodidacta y madre de seis hijos, Mertxe cogió su primer pincel con 74 años, recién enviudada y tras un fortuito encuentro con su amiga Florita Erdoiza.manuela díaz
Jueves, 7 de abril 2022
Todas las mañanas Mertxe Olalde arrancaba sus días con un paseo matinal por Durango. Le gustaba adentrarse en la zona boscosa de Tabira, que le recordaba a su infancia feliz, aunque dura, en el caserío de Ardanza, en el barrio Osma de Mallabia. Cuando regresaba ... a casa, en el pupitre junto al ventanal del salón, Mertxe Olalde pintaba. Aunque empezó bien entrados los 70, la pintura se convirtió en su gran pasión que exprimió hasta su fallecimiento a los 96 años de edad.
Autodidacta y madre de seis hijos, Mertxe cogió su primer pincel con 74 años, recién enviudada y tras un fortuito encuentro con su amiga Florita Erdoiza. Fue esta quien le recomendó que acudiera a los cursos municipales de pintura. Tras participar en varios talleres, instaló su estudio en su casa y no dejó de pintar ni un solo día hasta que a principios de este año frenó el ritmo por problemas de visión. «Había lista de espera en casa para que nos pintara cuadros», apunta su hija Ángela Lizundia, miembro de la Asociación Artística del Duranguesado e impulsora de la muestra. Matisse, Picasso, arte cubano, bodegones y el caserío de Osma donde se crió forman parte de su obra.
Sus cuadros, aunque reproducciones de los grandes genios de la pintura contemporánea, profundizan en el color y la luz. Además, la muestra incluye varios cuadernos con cuidada caligrafía e ilustraciones de textos en euskera. «La guerra le sacó de la escuela a los 11 años y la represión que vino después le impidió aprender a escribir en euskera y por eso le gustaba reproducir textos. Decía que estaba aprendiendo a escribir en su lengua y le encantaban los libros de Kirikiño y los bertsos», recuerda su hija Ángela.
Su carácter activo alentó que Mertxe se iniciara en su vocación a la edad tardía, un hecho que sus hijos siempre han aplaudido y que la mantuvo autónoma hasta el final. Los fines de semana no perdonaba la partida de cartas con las amigas, e incluso la noche anterior a su fallecimiento disfrutaba con sus hijas de este juego.
Según Ángela, su madre estaba ilusionada con la exposición, aunque se mostró sorprendida hace unos meses cuando la propusieron enseñar sus cuadros. «Nunca se sintió una pintora, decía que empezó tarde y que no tenía valor, pero a nosotros nos encantaba», admite. Como curiosidad Ángela admite que su madre odiaba el morado. «Le recordaba al luto que vivió cuando era joven y perdió a dos de sus seis hermanos en la guerra», explica.
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