Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
maría josé carrero
Miércoles, 9 de marzo 2022
«Un manotazo duro...». Que me disculpe Miguel Hernández por el plagio, pero no se me ocurre mejor manera de empezar a emborronar el folio en blanco para escribir de Jon Mayora, que acaba de dejarnos. «Un manotazo duro». Eso es lo he sentido al ... abrir la aplicación de los mensajes instantáneos y darme de bruces con un «se acabó» remitido por una amiga común.
Conocí a Jon en la redacción de Bilbao y enseguida conectamos. Fue a la hora de la comida. Entonces, el táper aún no se llevaba, los de los pueblos compartíamos mesa a diario y fui a caer con los de Eibar. Porque Jon, aunque vivía entonces en Durango, llevaba la localidad armera engarzada en lo más profundo de su alma. A veces, un clarete para acortar la espera del menú y, siempre, un libro en la mano. Porque Jon leía, lo leía todo. Tanto que, de vez en cuando, nos daba plantón; se perdía por otros restaurantes para terminar la historia que se traía entre manos y abrir otra cuanto antes.
Noticia Relacionada
Siendo casi un crío, empezó su trayectoria laboral en la delegación eibarresa de EL CORREO, donde se encargaba de coordinar a los corresponsables de los pueblos. Todos los días posaba la vista en la vida cultural de la villa armera y los pueblos del Alto y Bajo Deba. Especialmente en las Jornadas de Teatro eibarresas, otra de sus grandes pasiones. En aquella pequeña delegación creció y se formó, conoció a Marisa y se mudó a Durango, aunque su corazón siempre fue eibarrés. Años difíciles y jornadas duras en los que nunca tuvo una mala respuesta para sus compañeros de entonces: Lino, Juan Luis, María, Cobita, Javier y una lista interminable de nombres que disfrutaron de su modestia y generosidad.
Luego llegó el 'salto' a Bilbao. Culto y educado, con una elegancia innata que expresaba en la forma tranquila de hablar y en su caminar pausado, seguía las actividades del Ayuntamiento y pronto conquistó a todos, empezando por el alcalde. En 2014, ya muy enfermo, Azkuna no dudó en escribirle un mensaje de despedida cuando supo que se prejubilaba tras casi cuatro décadas de trabajo. Porque, como le dijo, él era «un periodista serio, no un chisgarabís».
Tanto intimó con la ciudad que se mudó al Casco Viejo de Bilbao para disfrutar allí de su tiempo libre, cerca de Bidebarrieta y del Arriaga. Siempre de la mano de Marisa, y pendiente de sus dos hijas y sus tres nietos, era asiduo al cine, los museos, la ópera, los conciertos y el teatro. Discreto por demás, Jon se ha ido a los 67 años casi sin dar tiempo a saber que algo le pasaba. Echaré en falta su paciencia y sus silencios cuando yo parloteaba y parloteaba. Sus palabras sosegadas, su plácida sonrisa. Amigo, tu marcha es «un manotazo duro». Me dejas, y vuelvo al poeta, «el corazón helado».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.