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Luis López
Domingo, 6 de febrero 2022
Muchas familias vascas dedicarán hoy un homenaje a Garbiñe Badiola Fariña sin ni siquiera darse cuenta. Lo harán compartiendo mesa y mantel y una de las cientos de recetas que divulgó esta guisandera, escritora y «etxekoandre 'comme il faut'». 'Como es debido'. Esto último se ... lo dijo el alcalde Iñaki Azkuna cuando en el año 2009 les distinguió a ella y a su marido, Jesús Llona Larrauri, como ilustres de Bilbao. Eran un equipo. Él, nutricionista de prestigio. Ella, cocinera buena. Entre los dos escribieron una decena de libros donde se mezclaba la tradición de la gastronomía vasca y las pautas nutricionales para llevar la sensatez a los fogones. Placer y salud. Corazón e inteligencia. «Hay que comer con cabeza», decían.
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También llegaron a miles de hogares de la mano de distintas iniciativas en colaboración con EL CORREO, como el libro 'Cocina tradicional del País Vasco' en 2017. Cuando lo presentó, Garbiñe puso énfasis en otro ingrediente vital, «el cariño» que de los pucheros salta a la mesa y que sustituye bien a las grasas. Defendía las alubias sin sacramentos, «limpitas», y que su manual no estuviese en una estantería gris sino en la cocina, su hábitat natural.
El matrimonio creó en 2008 la fundación Llona Badiola-Hostelería Artxanda Fundazioa con el objetivo de fomentar la alimentación saludable, pero implicándose también en otras causas como el apoyo a niños con cáncer.
Él falleció en 2013, y ella nueva años más tarde en la clínica Zorrozaurre, en Bilbao. Tenía 87 años, cinco hijos, ocho nietos y dos biznietos. Y tres biznietos más en camino.
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