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NAHIKARI CAYADO
DURANGO
Martes, 8 de noviembre 2022
Coincidencias de la vida, Jesús Astigarraga fallecía seis días después de que se apagara la agitada vida cultural de Leopoldo Zugaza. Dos distinguidos durangueses que han trabajado codo con codo por el fomento de la cultura vasca. Ambos formaron parte del elenco de personalidades que ... impulsaron la asociación cultural Gerediaga, promotora de la Azoka de Durango. Dos perdidas muy significativas para el colectivo, que el año que viene celebrará la 58 edición. De semblante serio y distinguida elegancia, Astigarraga trabajó como aparejador en el Ayuntamiento de Durango hasta su jubilación a los 70 años en 2002.
Desde Gerediaga hicieron hincapié tras conocer su fallecimiento en que la labor desarrollada por Jesús Astigarraga ha sido «muy valiosa. Ha trabajado mucho en la sombra, siempre con discreción». Y matizaban que su labor en pro de la cultura vasca no solo se ciñe a esta agrupación, sino que también fue clave en la ikastola Kurutziaga, que ayudó a impulsar junto a Leopoldo Zugaza, entre otros. Y junto a este último abrió 'Hitz', primera librería en la villa. «Podríamos decir, en un símil literario, que ambos fueron el Don Quijote, que luchó contra mil molinos, y el pragmático Sancho Panza del Duranguesado», señalaron desde la agrupación cultural.
Jesús Astigarraga nació en Durango el 23 de febrero de 1932, por lo que le tocó sufrir tanto los efectos de la Guerra Civil como de la posguerra. Creció en un pueblo en ruinas, como consecuencia de la contienda y del bombardeo que asoló la villa hace 85 años. Se formó como aparejador, y una vez finalizados sus estudios, se incorporó a trabajar en el Ayuntamiento durangués.
En la oficina técnica ha desempeñado su labor hasta hace dos décadas. Su trabajo de aparejador municipal le permitió ser un testigo de excepción en la gran transformación urbanística de Durango en la segunda mitad del siglo XX. Fue, asimismo, uno de los protagonistas del devenir de la plaza Ezkurdi, diseñada por Fernando Olabarria y Juan Daniel Fullaondo, que en 1970 recibieron el Premio Pedro de Asúa del colegio de arquitectos vasco-navarro por romper «los moldes de figuración acostumbrados». En estos años, precisamente, se encargó de gestionar las salas de exposiciones de Ezkurdi junto a Zugaza y Basilio Arana.
Una vida intensa, en la que siempre se ha mantenido al margen de homenajes y actos multitudinarios. En este sentido, desde Gerediaga señalan que uno de los pocos momentos en que se dejó agasajar en públio fue en la Azoka de 2015, donde la asociación le obsequió con una Argizaiola en reconocimiento a su labor a favor de la Merindad de Durango junto a los otros doce fundadores.
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