Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Cinéfilo desde la adolescencia, en la época de los grandes cines de Bilbao, Fernando Marías (1958) se marchó a Madrid a estudiar Imagen en la Complutense. Se quedó a vivir en aquella ciudad pero en vez de ser cineasta se dedicó a la literatura, terreno ... en el que ganó buena parte de los premios más importantes convocados por las editoriales españolas, como el Nadal de Destino por 'El niño de los coroneles' en 2001, el Primavera convocado por Espasa en 2010 con 'Todo el amor y casi toda la muerte' y el Biblioteca Breve de Seix Barral en 2015 con 'La isla del padre', una narración de corte autobiográfico sobre su familia y sobre su hogar en la calle Iturrizar.
Marías murió en Madrid. No podrá ver el estreno de su adaptación de 'Los santos inocentes', la novela de Miguel Delibes, el próximo abril en el Teatro Calderón, con la que estaba muy ilusionado. Debutó en 1990 en la literatura con 'La luz prodigiosa', en la que especulaba con la supervivencia de Federico García Lorca en el ataque contra él por parte de los falangistas granadinos durante la Guerra Civil. Ganó con esta obra el Premio Ciudad de Barbastro, y solía decir que tras varios fracasos en el cine le dio ánimos para seguir por el camino de la escritura. Dos años después publicó la novela policíaca 'Esta noche moriré'.
Con su gran amigo Juan Bas, con el que compartió pasiones cinéfilas y literarias, escribió 'Páginas ocultas de la historia', que se editó en forma de libro y en cuyos textos se basaron los guiones de una serie de 13 capítulos emitidos por Televisión Española. A partir de ese momento comenzó el despegue de Marías como autor literario.
Desde entonces su literatura transitó por caminos distintos, siempre con una gran eficacia en la llegada a los lectores. «Lo peligroso es no evolucionar y no darte cuenta de tus imperfecciones. Eso es lo que hay que erradicar, aunque cometas otros fallos», decía a este periódico cuando ganó el Primavera con 'Todo el amor y casi toda la muerte' .
Noticia Relacionada
«Debemos enfrentarnos a la verdad de lo que fuimos y de lo que somos. Esta obra surgió de un delirio que me obligó a ir al psicoanalista para poner orden en mi cabeza. Todos tenemos fantasmas. Cuando uno de ellos te dice 'mañana llego', te da un vuelco al corazón. Pero no hay que huir de ellos. No son seres malvados que quieren destruirte. A veces, simplemente, quieren hablar contigo y luego irse a otro sitio», continuaba.
«Parece un tópico, pero es verdad que Fernando estaba más eufórico que nunca». Así lo sentía su hermano y cómplice Luis Marías, el colaborador necesario en las primeras filmaciones de ambos en Súper 8 en la terraza de su casa, en la calle Iturrizar, con tiros y muertos, por supuesto. «Estaba muy contento con su adaptación al teatro de 'Los santos inocentes' y nos preguntaba si íbamos a ir a verla al estreno de Valladolid. Era puro entusiasmo», comentaba Luis desde el Tanatorio San Isidro de Madrid, donde se reunieron familiares y amigos para despedir al escritor bilbaíno, al autor de 'El niño de los coroneles', que falleció a última hora del sábado.
Fernando Marías se sentía muy implicado en el proyecto de su hermano de llevar a la pantalla su último obra, 'Arde este libro'. «Estaba lleno de cosas por hacer. Había descubierto las posibilidades del teatro y había cubierto todas sus facetas, productor, adaptador, director y actor. Me asombraba su seguridad en las tablas, porque había sido un niño exageradamente tímido», añadió Luis, quien también recordaba cuando su hermano volvía de Madrid a mediados de los setenta con libros y con álbumes de rock como los de Jethro Tull, que ponían en un tocadiscos que habían comprado sus padres en el Círculo de Lectores.
«No hay ningún trabajo más bonito que inventar historias», solía decir el autor de 'La luz prodigiosa'. Y para demostrarlo, Asier Muniategi, director de las ferias del libro de Euskadi, mencionaba cómo le contaba su rutina como escritor. «Tenía una gran disciplina. Se levantaba a las cuatro de la mañana y escribía hasta los ocho o las nueve. A partir de esa hora se dedicaba a sus colaboraciones y proyectos. Nunca había conocido a un escritor que madrugara tanto», indicaba Muniategi.
«Amable, muy atento, divertido y generoso». Así le recuerda Txani Rodríguez, autora de 'Los últimos románticos'. En su generosidad coinciden todos sus amigos, como la escritora Vanesa Monfort. «Nos conocimos un 14 de febrero de hace casi 22 años. En vez del Día de los Enamorados, nosotros lo llamábamos el Día de los Mejores Amigos. Siempre lo celebrábamos juntos. Tenía 24 años cuando le conocí, había publicado algunos cuentos y guardaba una novela escrita. Me la pidió, la leyó y aún conservo la carta que mandó. No es que fuera generoso. Es que necesitaba serlo. Era un liante que se dejaba liar por sus amigos. Apoyaba los sueños de los demás. Y también fue un escritor muy brillante y original», rememora la autora de 'La mujer sin nombre', su última novela.
Monfort y Marías se embarcaron en el proyecto teatral 'Los hijos de Mary Shelley', en alusión a la autora de 'Frankenstein'. «Le gustaba la literatura fantástica y estaba muy implicado en la reivindicación de las mujeres escritoras. Era más feminista que yo».
En ese proyecto también estuvo Espido Freire, otra de sus buenas amigas. «Representó para mí la resistencia frente a la mediocridad. Fue un ejemplo de cómo la literatura podía ser diferente, dentro y fuera de los libros. Era noble y generoso. Pierdo a mi hermano mayor. Aún no soy consciente de lo que eso supone», confesó.
La muerte de Marías ha suscitado reacciones en todo el espectro creativo, social y político. «Por encima de una carrera llena de premios y reconocimientos, nos queda su obra y su cercanía humana», destacó el alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto. «Rota de dolor, me salió del corazón la mejor definición del mejor de los amigos: Fernando Marías, el hombre infinito», subrayó la periodista y escritora Marta Robles.
Los creadores como él tienen la suerte de que nunca se van del todo porque dentro de una semana o de unos años habrá una persona que lea un libro suyo y lo revivirá. Murió casi un domingo, un día muy marcado en la infancia de Marías. Ese día por la tarde echaban en la tele 'Bonanza', y al terminar le entraba «una especie de depresión», según contó en un encuentro con su hermano Luis en la Biblioteca de Bidebarrieta, porque el lunes de escuela se acercaba como un monstruo. La imaginación fue desde siempre su refugio y la causa de su movimiento. Su vida.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.