Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
La palabra fue su vida. De joven llevó la de Dios a Angola y al llegar al ocaso de su vida decidió invertir todos sus esfuerzos en rescatar todas esas olvidadas, caídas en desuso, que antes se utilizaban a diario en Álava y que, gracias ... a él, ya forman parte del patrimonio inmaterial de la provincia. La del sacerdote Honorio Ruiz Arcaute es una de las vidas más apasionantes del clero alavés. Desde Zurbano partió a Angola como misionero. Y allí realizó una ímproba labor durante tres largas décadas. Falleció a principios de febrero, con 91 años en la residencia sacerdotal Joaquín Goikoetxeaundia de Vitoria.
Ruiz de Arcaute fue un pionero, uno de los primeros misioneros vascos en recalar a África. Su destino fue Angola. Allí, al país del suroeste africano, llegó en 1959 junto a su amigo y recordado obispo emérito de Malanje, Luis María Pérez de Onraita. Se quedó durante casi 30 años, primero en una zona rural paupérrima y más tarde en la capital, Luanda. En ambas zonas el sacerdote alavés realizó una valiosa labor humanitaria y evangelizadora, que compaginó también con el desarrollo de un interesantísimo trabajo intelectual. Quienes le conocieron retratan a Honorio como un erudito, un hombre apasionado por el conocimiento y un experto etnógrafo autodidacta. De su experiencia en la África más profunda publicó sobre las lenguas y las costumbres de las tribus que iba a evangelizar.
En 1989, tras contraer una grave enfermedad en el país africano no le quedó más remedio que regresar a casa. Lo hizo muy a su pesar. Desde aquí siguió a las comunidades católicas y a los proyectos misioneros de aquella zona del país hasta que se recuperó: volvió, pero ya solo para pequeñas estancias, para seguir los proyectos educativos, sanitarios y religiosos que puso en marcha en favor de la población local. A su regreso definitivo a Álava ejerció como sacerdote en su pueblo, en Zurbano y también en el barrio vitoriano de Arana. En los últimos 15 años ejerció como capellán de la residencia sacerdotal en la que vivía.
Su gran legado fue la obra 'Antiguas Palabras Alavesas', un proyecto inmenso, que el sacerdote comenzó cuando tenía solo 10 años y en el que logró recoger más 6.000 términos alaveses que habían caído en desuso. Abadejada, Abantal, Abarajar, Abarcar y Abarda abren esta suerte de glosario del patrimonio inmaterial alavés que el clérigo rescató del más profundo de los ostracismos. «Si desaparecen, se va también un poco de nosotros. Es un diccionario contra el olvido», le contaba hace unos años Ruiz de Arcaute al periodista Francisco Góngora cuando EL CORREO le nombró Alavés del Mes. Ni esas palabras ni él serán olvidados.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.