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YVONNE ITURGAIZ
Sofía Arribas

La diseñadora que creció en Loewe y hoy viste a las novias del mundo

Viernes, 28 de mayo 2021

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Fundadora de la firma Sophie et Voilà

Hija de una bermeana que fue dependienta de Loewe y de un bilbaíno que trabajó en una sastrería antes de desarrollar casi toda su carrera en Tecnalia, vio bailar en el salón a sus padres tantas veces que no entiende una casa sin melodía. Arquitecta reconvertida en diseñadora, en 2010 fundó la firma Sophie et Voilà, el fenómeno nupcial vasco que deslumbra en la escena internacional. Es una lectora empedernida, amante de la estética y el arte, y una madre enamorada de sus «dos rubios»: Sofía, «mi miniyo», de 8 años, e Iñaki, «un alma libre» de 7. Sin olvidar a su inseparable perro salchicha, 'Roque'. Bajo esa apariencia de 'chica pija' que posa siempre impoluta en las revistas de moda, se esconde una mujer «cabezota y poco dada al bienquedismo» que presume de tener «la mejor cuadrilla del mundo».

Cuando Sofía Arribas tenía cuatro años le pidieron en el colegio que fuese disfrazada en Carnaval de 'Alicia en el país de las maravillas'. «Sofi, ¿qué tal va tu vestido?», se interesó su profesora de la Pureza de María, en Indautxu. «Muy bien, me lo están haciendo en Loewe», respondió sincera. La maestra llamó a su madre para decirle que no hacía falta que la cría llevase a clase un diseño de alta costura, que era suficiente con algo más modesto. Hoy, esta diseñadora bilbaína es la fundadora y directora creativa de Sophie et Voilà, una firma de novias e invitadas que se ha convertido en un sello imprescindible a nivel nacional e internacional y que, además, ha vestido a rostros tan conocidos como Isabel Preysler, Eva González o Paz Vega. Mamó su pasión por la moda desde niña, ya que su madre trabajó durante más de tres décadas en la histórica tienda que Loewe, la reconocida firma de lujo española, tenía en la mejor esquina de la villa, la plaza Federico Moyúa con Gran Vía.

Aún saborea en su memoria los dulces que su padre le compraba cada sábado en una pastelería de la calle Ercilla antes de ir a la boutique a buscar a su madre. La palmera de coco y el huevo Kinder eran la merienda del siglo». Guarda como un tesoro de su mente las horas que pasaba en el almacén de Loewe mirando ensimismada cómo empaquetaban los artículos. Y sus intensos ojos azules se encienden al recordar la noche más mágica del año para cualquier niño: «Los hijos de las dependientas subíamos a la entreplanta a ver la Cabalgata de los Reyes Magos. Imagínate cómo se veía desde allí, no había sitio mejor».

«Salir en esta plataforma de venta 'online', un referente del lujo a nivel mundial, nos da credibilidad»

«Formar parte de 'Moda Operandi'»

Sofía estudió Arquitectura en San Sebastián y entró a trabajar con 28 años en el estudio bilbaíno Cantero Iza, donde iba cada mañana a pedir que la contratasen, «aunque fuese por pesada». Y no solo se incorporó al equipo, sino que dejó huella como paisajista en la rehabilitación de la antigua Alhóndiga. «Un proyectazo de la pera, aprendí muchísimo», asegura. Por las tardes, confeccionaba tocados en casa, algunos con retales que de pequeña le daba una amiga de su madre -«mi ilusión era ir a la tienda de Asun»-. Aquellos adornos para el pelo gustaron en su entorno y empezó a venderlos. «Me iba en el metro con dos cajas bien grandes para llevárselos a las clientas. Pero llegó un momento en el que una vivía en Bilbao, otra en Getxo, otra en Portugalete... Hasta allí con unos 'cajones' que alucinas. Había que poner un poco de orden».

Sus clientas empezaron a echar en falta vestidos tan espectaculares como sus tocados. Dicho y hecho. Sofía dejó su trabajo como arquitecta y fundó en 2010 su proyecto más personal, convertido hoy en el fenómeno nupcial vasco, cuyos diseños lucen novias de todo el mundo. «Aventada como soy, contraté a una modista y a una patronista, que me fueron formando en aquellas áreas que me faltaban».

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En 2016 quiso lanzar su primera colección, pero se dio cuenta de que «no sabía cómo gestionarla, que no servía de nada crear vestidos maravillosos sin alguien detrás que hiciese un plan de negocio». Pidió consejo a una de sus clientas, Saoia Goitia, una zornotzarra que decidió sumarse al proyecto como gestora e inversora, dejando atrás una exitosa carrera empresarial de diez años en el sector de la restauración, donde llegó a ser la mano derecha de Eneko Atxa.

«Asociarme con Saioa fue bestial. Me acababa de divorciar, con dos niños pequeños, lo pasé muy mal. El atelier dependía solo de mí, no podía tener apendicitis y no ir a trabajar»

«Mi socia»

YVONNE ITURGAIZ

Se autodefinen como «diametralmente opuestas», pero se quieren y se complementan. Juntas han dado una vuelta al negocio. Y juntas lo han llevado a lo más alto. Su expansión en tan solo cinco años sobrecoge. Actualmente, no solo cuentan con seis puntos de venta en España, sino que tienen sus diseños en cincuenta tiendas multimarca de dieciséis países, entre ellos, Italia, Alemania, Suiza, Irlanda, Estados Unidos, Japón, China, Corea o Singapur. «En Tokio tenemos una delegación, con tiendas por todo Japón que compran muchísimos vestidos. Es nuestro mercado principal. Ahora estamos expandiéndonos, sobre todo, en EE UU. Todo el mundo piensa que tenemos un séquito detrás, pero quienes viajamos a las boutiques de estos países para presentar la colección entera somos Saioa, yo y las maletas, como Paco Martínez Soria con la boina a rosca».

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- ¿Cómo habéis llegado donde estáis?

- Desde fuera se ven los desfiles o los viajes, pero eso son las anécdotas. Lo de dentro somos Saioa y yo, dos cabezotas que hemos currado como salvajes.

Sus propuestas se han posicionado a la vanguardia de los diseños nupciales, haciendo gala de un estilo muy diferente, sencillo y moderno. Sofía tiene un don especial para concebir colecciones arquitectónicas y depuradas que parecen obras de arte. Diseños que boceta en su tablet desde su atelier, en la calle Mazarredo, y que salen al mundo desde su taller en el barrio de Bolueta, donde los confeccionan «de tres a veinte modistas, dependiendo de la temporada». «Curiosamente, la tienda con nuestras creaciones que más vende a nivel internacional es una de Boiro, en A Coruña. Creemos que es por la proximidad con las fábricas de Inditex, donde trabajan muchas jóvenes que saben de moda». Todos los años, Saioa y Sofía viajan hasta este pueblo gallego para presentar sus diseños nupciales a las clientas de Loli, quien las aloja en su casa y las lleva a comer patatas con chorizo: «Es un plan tan divertido...».

«Me caso con 41 años, dos niños y en segundas nupcias, no me veía pasando con el ramo entre las mesas. Vamos a hacer un asado argentino»

«Mi boda»

Cuando Sofía correteaba por los pasillos de la tienda de Loewe no soñaba con diseñar vestidos de alta costura, ni mucho menos se visualizaba presentando su colección nupcial inspirada en la pelota vasca en la Embajada de España en Tokio. Un hito que logró hace un par de años. «Desfiló Loewe y luego nosotras, aquello fue un 'ostras, aquí estamos'. Pero lo que recuerdo de Tokio es a Armando, el conserje de la legación, un madrileño sesentón que al principio no nos quería ni ver, todo el día mareándole con el wifi, pero al final nos hicimos amigos íntimos, menudos abrazos...». Sus colecciones beben de la cultura vasca, porque «la llevamos dentro». Para su primer desfile, en la prestigiosa 'Barcelona Bridal Fashion Week', Sofía quería que el sonido de la txalaparta marcase el paso de las modelos. «Me gustaba un grupo y pedí a Saioa que contactase con ellos. Me llamó enseguida: 'Estos te gustan, ¿no?; no pueden ser otros, ¿no? Pero, ¿tú sabes quiénes son? ¡Los percusionistas de Madonna, los de su gira mundial!'. No tenía ni idea, pero ya no me podía echar atrás, que soy de Bilbao. Localizó a uno de ellos en Biarritz, se cayeron genial y actuaron en directo durante todo el desfile».

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- ¿Hasta dónde quiere llegar?

- Pues no tengo ambición, solo pido poder seguir creando. Al final, esto es lo que sé hacer y tengo la suerte de que me flipa. Todo lo demás da igual.

«Las novias cada vez son más ellas mismas»

Sofía impulsó durante el confinamiento una iniciativa para animar a las novias que tuvieron que aplazar la boda. Su idea era sortear diez bocetos de un diseño exclusivo para cada una. Pero acabó haciendo 350, que envió a mujeres de todo el mundo. «Me contaban cada historia... Fue algo muy íntimo, no paraba de llorar». Escritora «en prácticas», recopilará los testimonios más emotivos, con sus correspondientes bocetos, en un libro que saldrá este año. Será una de las protagonistas, ya que se casa el 9 de julio en el Ayuntamiento de Bilbao con Jose, dueño de una sastrería en Madrid. «Llevaré dos diseños míos, que son muy yo, o te encantan o te horrorizan. Las novias son cada vez más ellas mismas. Hoy va con cola de siete metros la que lo vive como la ilusión de su vida, pero la que quiere pantalón se lo pone. La moda nupcial cada vez es más moda y menos tradición».

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