Del primer ala a las baterías de los coches del futuro

Ese será el gran salto cualitativo de una historia que arrancó allá por 1992 y que se inauguró un año después con la apertura de la fábrica de Gamesa. Aquello era el inicio de la «tercera revolución industrial» en Álava, según el entonces diputado general, Alberto Ansola. La primera inversión fue de 7.000 millones de pesetas, unos 37,5 millones de euros.

Pero la evolución de Miñano no ha sido lineal en los últimos años. El recinto ha tenido que reivindicarse y reinventarse tras dos sonados escándalos que le amenazaron con una parálisis permanente. El fallido proyecto de Epsilon y su túnel del viento, infrautilizado hasta ahora, y el 'caso De Miguel', que destapó el cobro de comisiones ilegales a cambio de la adjudicación a dedo de contratos públicos.

El ecosistema de Miñano entremezcla pequeñas startups de inmenso potencial, como el fabricante de nanosatélites Karten Space, con empresas multinacionales de gran facturación. Ahora confía en que el proyecto Basquevolt de baterías para coches eléctricos culmine la tercera revolución industrial que comenzó a principios de los 90 en lo que antes era sólo un erial.