La inmigración con los Lin

DE AQUÍ Y DE ALLÍ. La sociedad alavesa es hoy mucho más rica y diversa que hace 75 años, y lo será más en el futuro. Si en 2003 había censados 10.445 inmigrantes en Álava, según los datos de Ikuspegi, esa cifra se ha multiplicado en la actualidad por cuatro

DAVID GONZÁLEZ | IGOR MARTIN (FOTOGRAFÍA)

Lunes, 29 de noviembre 2021

Unos 10.200 kilómetros separan Qingtian de la calle Lascaray. El pasado y el presente para la familia Lin, de las primeras que llegaron desde su país a Vitoria. Hace ya 15 años de aquella aventura. Abrieron veta dos hermanas y hoy presumen hasta de ... hijos alaveses. Comerciantes natos, regentan bares, un restaurante y bazares. Yongzhen se hizo pionera sin pretenderlo como tasquera en Aranzabal. Entonces, sus ojos rasgados llamaban la atención. En la actualidad, su comunidad supera el centenar de negocios minoristas en la ciudad. Los Lin también patronean el Ginza, el primer japonés de la ciudad. Un espíritu emprendedor que les viene de serie.

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«Elegimos Vitoria porque entonces no había apenas negocios chinos y menos aún un restaurante japonés. Vimos una oportunidad de negocio». Corría 2007 cuando Yongzhen Lin y su marido cambiaron los sofocos de Marbella por esa ciudad «que estaba cerca de Bilbao». En estos casi 15 años de vivencias y sacrificio, los Lin han prosperado hasta sumar media docena de locales, han aumentado la familia dando a luz en el hospital Txagorritxu y se han convertido en punta de lanza de la inmigración, un fenómeno en alza desde principios de siglo. En 2003 había 10.445 foráneos empadronados en la provincia. En la actualidad superan los 43.000, según los datos de Ikuspegi, el observatorio vasco de inmigración.

Personifican la segunda oleada tras la llegada de miles de gallegos, castellanos, extremeños o andaluces en los 60 y los 70, animados por la esperanza de una vida mejor en pleno despegue industrial alavés. Imosa DKW (el actual Mercedes), Michelin,Fournier, Esmaltaciones San Ignacio, Zayer, Sagola. Hace veinte años se repitió el fenómeno. Esta vez con personas foráneas, lo que ha elevado su porcentaje hasta el 13% del total de la población alavesa, el más alto de Euskadi.

Yongzhen regenta la cafetería Lascaray y el restaurante Ginza, ambos localizados cerca del Palacio de Justicia de la Avenida de Gasteiz. Les costó arrancar por el «recelo inicial» debido a su origen. Poco a poco se ganaron el respeto en Aranzabal y San Martín, dos barrios de clase media. «Estamos muy contentos. Tenemos una clientela muy fiel y también nos visitan muchos turistas alojados en los hoteles cercanos», condensa. «Nos gusta mucho vivir aquí, aparte de que todos nuestros hijos son vitorianos», agrega su cuñada Shuang Ying Cheng, también convertida en minorista.

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La práctica totalidad de la comunidad china alavesa procede de la misma ciudad, Qingtian, situada 1.500 kilómetros al sur de la capital Pekín. «Los jóvenes siempre salen fuera, a Europa principalmente», desvelan los Lin. Debido a ese origen común «nos conocemos todos». Antes de que el covid lo cambiara todo, las comidas y cenas entre ellos eran habituales. «Más en restaurantes que en las casas», consideradas santuarios infranqueables. Son unos 850, muy por debajo de marroquíes (6.755), colombianos (6.491) o argelinos (2.296).

«Para mi hijo nunca había plaza en el colegio que quería, así que lo mandé a Bélgica»

¿Y qué les parece Vitoria?«A ver, lo peor es el frío, al que sigo sin acostumbrarme. Es muy tranquila para vivir. Me gusta que cuenta con muchos árboles, mucho verde. Me recuerda a mi tierra. Es un lugar perfecto para jubilarse», abunda Yongzhen, erigida en portavoz de esta familia. Emprendedores natos, obtienen la financiación de sus compatriotas. El dinero se devuelve poco a poco, a base de mucho esfuerzo. De horas y horas a pie de mostrador o de barra. «Entre semana, para las 6.40 horas ya estoy arriba y enseguida voy al bar. Los fines de semana madrugo menos». Apenas se toman días libres. Su mentalidad estajanovista llama la atención. «Venimos a trabajar mucho y buscamos jubilarnos pronto. En China, las mujeres se retiran para los 50 años. Los hombres, sobre los 60», cuenta la tercera de cuatro hermanos. «Mis padres tuvieron que pagar varias sanciones económicas (en China se practica la política del hijo único) porque deseaban tener un varón y éste no llegó hasta el cuarto intento», asevera entre risas.

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«Estáis muy juntos»

Yongzhen tiene claro que se retirará en su país, al que hace más de dos años que no vuela. «Nuestra madre sí ha venido aquí, y le ha encantado». Ese propósito de pasar los últimos años de sus vidas en sus lugares de origen es común a casi todas las nuevas nacionalidades registradas en Álava. La estadística oficial habla de 116 países distintos, lo que permite disfrutar de decenas de idiomas oficiales y de dialectos en nuestras calles.Por ejemplo, un senegalés medio domina el francés y el wolof (la lengua oficial del país africano), pero también podría chapurrear el mandingo, el pulaar o el diola.

¿Y cómo nos ven los extranjeros? Turno de nuevo para la familia Lin. «Sois muy de familia, de cuadrilla. Vivís más para disfrutar la vida que para trabajar. Sois muy de estar con los vuestros, de cuidar a vuestros hijos», coinciden los integrantes de este clan. Eso sí, aún no terminan de pillarle el truco a fechas mágicas como la Bajada de Celedón, que presumiblemente retornará el próximo 4 de agosto tras dos años de barbecho vírico. «En España, la cultura de la fiesta es muy importante. Bebéis mucho para nosotros. Ya sabemos que es para socializar». También les llama la atención «que estáis muy juntos». Esa fue una de las apreciaciones que le hizo su madre cuando pisó la capital alavesa.

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Durante sus reuniones familiares o con amigos degustan viandas típicas de su tierra. Para la conmemoración del año nuevo chino, que suele ser en febrero, su menú tipo incluye «bogavante a la plancha, rodaballo al vapor, pato Pekín, sushi y sashimi variado a la manera Ginza y teppanyaki de foie». En el día a día brillan las verduras y los pescados cocinados sin aceite, mientras que la carne la prueban a cuentagotas. «Nos gusta la comida limpia», aduce Yongzhen.

Hay 13.007 cotizantes extranjeros en Álava, según los datos de la Seguridad Social en septiembre. Representan el 8,31% del total, un par de puntos por debajo de la media nacional aunque dibujan una tendencia al alza desde hace años. El paro apenas existe en la comunidad china. Tampoco aparecen en las estadísticas de las ayudas sociales. Lanbide, el servicio vasco de empleo, contabiliza en Álava 3.866 perceptores extranjeros de la Renta de Garantía de Ingresos (RGI), un 56% del total, y 1.136 de la PCV, la ayuda al alquiler (el 75%). Son datos de mayo, último mes en que se ofreció esta información. «Venimos a trabajar. Es nuestra cultura», puntualizan los Lin. El Gobierno vasco informa de que las cotizaciones a Hacienda del colectivo foráneo siempre superan a las subvenciones recibidas.

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Cinco idiomas a los 13 años

Yongzhen y su marido presumen de sus dos hijos alaveses. El mayor, Xing Yi Cheng, cuenta ya 13 añitos. Ha iniciado el curso en Bélgica, donde convive con su tía abuela. «Habla cinco idiomas: chino, castellano, alemán, inglés y francés. Y éste último lo estaba perdiendo», cuenta su madre. «Intentamos matricularle en Nazareth, que es el único colegio vitoriano que da materias en francés pero nunca había plaza, así que optamos por esta solución». Su familia belga también se dedica a la hostelería. «Allí los horarios son menos duros que aquí, es más sencillo criar a los hijos».

Xing Yi, que fue modelo infantil y le gusta el ajedrez, narra desde territorio belga que lo que más echa de menos de Vitoria «es estar con mis primos». También añora a los amigos que hizo durante su etapa en el colegio San Martín. «Es muy buen estudiante. Estamos muy orgullosos de él. Volverá, pero nos parece muy importante que no pierda el dominio de ese quinto idioma», alaban sus padres. El marido de Yongzhen vivió en Bélgica antes de trasladarse a Marbella. Se conocieron trabajando «en el restaurante chino más famoso de Puerto Banús». Se ennoviaron y acabaron casándose.

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El benjamín de esta pareja responde al nombre de Xing Sheng Cheng. Pasará este curso en Qingtian –a 10.200 kilómetros de Vitoria– con la meta de «mejorar su chino». Tiene 5 años y «para aprenderlo bien es mejor que lo haga allí». El mandarín se considera una de las lenguas más complejas para los occidentales debido a una estructura en las antípodas del castellano y del euskera.

EL DATO

  • 43.410 extranjeros residen en Álava. Hay 116 nacionalidades distintas.

Con los primeros coletazos del coronavirus, la comunidad china alavesa afrontó la pandemia con una pequeña ventaja. Contaban con información de primera mano desde China. «Sabíamos que aquí iba a pasar lo mismo y por eso cerramos antes». El encuentro pasa de la hora larga y Xiaozhen se impacienta. «¿Cuándo acabamos?Tenemos que ir a trabajar, que se nos hace tarde».

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EL TESORO

Elefantes de la suerte: fortuna para triunfar en los negocios

La prosperidad adquiere tintes de exigencia en la cultura china, que maneja ciertos símbolos para lograrla. En casa de los Lin, dos elefantes de la suerte presiden el salón. Su trompa hacia arriba representa éxito, mientras que el segundo paquidermo encarna el amor y la unión entre madres e hijos. Yongzhen también posee un buda en su restaurante porque «acumula suerte». En su hogar suele ponerse mantras budistas para relajarse y meditar.

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