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El deporte con los Ortiz de Pinedo Unzalu

El deporte con los Ortiz de Pinedo Unzalu

EL GRAN TRIPLE. Hace 75 años eran solo unos privilegiados los que nadaban, jugaban al tenis o botaban el balón. Hoy, el 85% de los vitorianos y el 77% de las vitorianas hacen ejercicio moderado o alto. Con cinco equipos en la élite, el sector genera más de 800 empleos en la provincia

david gonzález | rafa gutiérrez (fotografía)

Jueves, 2 de diciembre 2021

La saga de los Ortiz de Pinedo Unzalu pertenece al mundo de la canasta. El baloncesto arraigó en los 60 en la provincia y Juan, el patriarca y dueño de una muñeca privilegiada, se erigió en uno de los estandartes del Baskonia preACB. Aquel club de provincias con casi todos los jugadores de casa se transformó en grande con el paso de Josean Querejeta de la cancha a los despachos. El otro gran pilar deportivo, el Alavés, ha trazado una singladura más irregular aunque con varios destellos directos al corazón, como la final de Dortmund o la del Calderón. En la actualidad cumple su sexta campaña consecutiva en Primera División, su racha más fructífera.

«Un día le dije a mi padre que me regalara un balón de fútbol por Navidad y se le cambió la cara». La anécdota contada por Ander Ortiz de Pinedo sintetiza a la perfección el peso del baloncesto en esta familia vitoriana. Su padre, Juan, ofició de estandarte baskonista durante los años 70. Por la casa de los Pinedo lo mismo se quedaba a dormir Corbalán, leyenda del Real Madrid y plata en Los Angeles'84, que pasaban a charlotear Pablo Laso o Alberto Ortega. «Tampoco hagas mucho hincapié en eso que van a pensar que estamos chuleando», ruega sin éxito el patriarca.

Los Ortiz de Pinedo Unzalu son de esas sagas en las que el deporte se mama de generación en generación. Como la natación para los López de Aberásturi, el fútbol en los Baroja y los Echavarría, el tiro en los Álava, el montañismo en los Rosen Vallejo o el baloncesto para las Pinedo Lebrero. «Entrené un verano con Pablo –el técnico merengue es trece años mayor– 'uno para uno' en Landázuri. Allí estaba su padre Pepe, él, mi padre y yo. Aunque ya estaba en su etapa final como jugador, imagínate lo que supuso eso para mí», comparte Ander. «Tengo una foto con él en casa cuando yo era un moco a la que tengo muchísimo cariño. ¿Dónde andará?».

Pese a nuestro diminuto tamaño en comparación con otras provincias, Álava se sitúa en un lugar privilegiado en cuanto a estatus deportivo. Presume de cuatro representantes en las máximas categorías: el Araski, las Gloriosas, el centenario Alavés y el poderoso Baskonia. A este póker podríamos sumar una vasta lista de campeonísimos de ayer y hoy como Martín Fiz, Konpa, Tania Lamarca, Lorena Guréndez, Estíbaliz Martínez, Iker Romero, Aitor Karanka, Maider Unda, Ogueta, Almudena Cid, Juanito Oiarzabal, Pablo Laso, Mikel Landa, Unai Simón, los hermanos González de Galdeano, Eli Pinedo, Roberto Íñiguez de Heredia, Maite Zúñiga, Joseba Beloki, Patricia Elorza, Cecilio Ugarte, Modesto Echevarría, Silvia Manrique, Miguel Prieto, Blanca Lacambra, Paco Galdos...

Galería. El álbum familiar de los Ortiz de Pinedo Unzalu

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Galería. El álbum familiar de los Ortiz de Pinedo Unzalu

No resulta sencillo desgranar las razones a tanta explosión de referentes deportivos de enjundia. ¿Un fenómeno espontáneo o algo más?«En Vitoria siempre ha habido facilidades para practicar cualquier deporte», retoma Ander, ingeniero en telecomunicaciones por la Lee University (Tennessee, EEUU)que disfrutó del semiprofesionalismo entre la LEBy la EBA durante casi una década. No le falta razón. Abote pronto, la capital alavesa alardea de catorce centros cívicos, decenas de campos de fútbol y de baloncesto repartidos por todos los barrios, gimnasios, una extensa red de caminos para corretear y varios frontones.

«Te diría que no hay ninguna otra capital española con este nivel de instalaciones. Me parece una maravilla de la que deberíamos sentirnos orgullosos», cavila Ander. «Es algo que se vive dentro de la ciudad. En Vitoria todo es deporte, pero de alto copete. Y el baloncesto, desde tiempos inmemoriales. Me acuerdo de Jesús Llano, Vozmediano y tantos otros. No es fácil que un club cumpla cien años como ha sucedido con el Alavés. Todo esto crea una cocción muy favorable porque no olvidemos que somos un pueblo de poco más de 250.000 habitantes», enlaza Juan, de 73 años. Su hermano José Luistambién vistió la elástica azulgrana hace cuatro décadas, cuando Baskonia se escribía con 'v' y con 'c'.

«No hay otra capital española con este nivel de instalaciones», alaba Ander

Más de 47.000 alaveses guardan una ficha deportiva en su cartera. Entre los adultos, los montañeros lideran la lista con 7.000 licencias. El golf (3.300)y el fútbol (3.145) completan el podio. En la actualidad, el baloncesto no llega a los 2.000 integrantes pese a los casi treinta años de éxitos del inquilino del Buesa Arena. «Aestos» –Ander señala a sus pequeños Miguel y Mateo, de 9 y 7 años, algo aburridos con la duración del reportaje– «les gusta el basket porque lo huelen y lo ven. Yquizá porque lo llevan en las venas. Pero al principio le pegaban patadas al balón, que es lo fácil en un patio de colegio. Es muy solitario irte a tirar a una canasta. Sin embargo les fue molando». Los dos hermanos se curten en la Fundación Baskonia. El mayor alucina con Luka Doncic (Dallas Mavericks)y con Michael Jordan, retirado en 2003. «Mi padre me pone vídeos y me encantan». El benjamín del clan se decanta por James Harden (Brooklyn Nets).

Imitar a los ídolos

«Contar con un equipo en Primera genera más productividad, porque mirabas todos los fines de semana y aprendías. Los chavales que van al pabellón luego tratan de imitar a sus ídolos. Esto hace uno, esto hace el otro», radiografía el abuelo Juan, que también desempeñó el papel de entrenador baskonista y se labró un prestigio enorme en las categorías inferiores de San Viator.

Respecto a un Baskonia instalado en la élite continental desde hace más de dos décadas, Ander pergeña a vuelapluma una teoría. «También te diría que ese altísimo nivel mantenido tanto tiempo crea una dificultad a los chavales de aquí, porque no hay posibilidades o tantas posibilidades de subir al primer equipo al tratarse de un club del máximo nivel», analiza. Esa categoría abarcaría a jugadores y exjugadores locales comoAntxon Iturbe, Asier Zengotitabengoa, Edu Hernández o Martín Buesa.

«Pero eso no quita para que crea que a Josean (Querejeta) habría que ponerle un monumento. Si no estuviera él, el Alavés ni existiría y el Baskonia sería como el Valladolid», aclara el mediano de la saga Pinedo. «Es que ha levantado el deporte de élite alavés», acompaña el abuelo Juan. No se olvidan del «ojo clínico» de Alfredo Salazar, el cazatalentos azulgrana que tantas alegrías ha deparado a la afición. «Hay mucho trabajo por detrás de mucha gente, pero su ojo clínico para traer jugadores perfectos en cada momento resulta incuestionable».

Lo de triunfar también va con los Ortiz de Pinedo. El patriarca se coronó campeón nacional de minibasket como técnico del Corazonistas en 1968. Contaba entonces 19 años y en aquella plantilla figuraba, entre otros, el traumatólogo Mikel Sánchez, sanador de rodillas de docenas de deportistas profesionales como Rafa Nadal, Andrés Iniesta y, ya fuera del circuito deportivo, el rey emérito.

Completaron aquel primer grupo a incluir en el libro de oro del deporte alavés Antón Pradera, Eduardo López de Sosoaga, Guillermo Gorospe, José Javier Gómez 'Vogli', Ramón Zalduendo, Mikel Añua, Mikel Sánchez, Manolo Marzana, Julio Arenzana y Jesús Basterrica.

El deporte aporta también valores. En especial, las disciplinas de equipo. «Insufla respeto, llegar al 'entreno' quince minutos antes te confiere disciplina, luego está el compañerismo», disecciona Ander, que aún tiene contacto con muchos de sus excompañeros. Lo mismo le ocurre a su padre, sólo que en su caso la relación abarca más de medio siglo. «Antes de la pandemia, todos los años hacíamos una cena los que estuvimos en el Baskonia de Segunda División. La organiza Mois Viteri. Van Carlos Luquero, Carlos Izar de la Fuente, mi hermano José Luis...».

Juan ganaba 300.000 pesetas al año por defender al Baskonia: «Era un privilegiado»

Juan completó su carrera deportiva en Vitoria. «En aquella época, el que empezaba en un club moría en ese club», evoca. Cuando el Barcelona intentó ficharle no pudo moverse. «Preguntaron al Baskonia cuánto dinero querían y les respondieron que nada». Las cláusulas de rescisión ni se habían creado. Cobraba 300.000 pesetas al año. Unos 1.800 euros que hoy parecen calderilla. «No te creas», ataja Juan. «Con ese dinero podías comprarte un piso, yo cambiaba de coche casi cada año. Era un privilegiado en ese sentido. Estaba soltero, vivía con mis padres. Cuando acabé los estudios me puse de profesor en San Viator». Y luego llegó el matrimonio con Mari Carmen Unzalu, que le daba de maravilla al voleibol en Presentación de María.

EL TESORO

El dorsal número 8

Pese a no coincidir en una cancha por razones obvias, Juan y Ander portaron el dorsal 8 la mayor parte de sus carreras. Era su número fetiche. Entre las numerosas camisetas que guardan destaca ésta de San Viator, donde Ander hizo sus primeras canastas y su padre se convirtió en uno de los mejores técnicos de cantera del país. Bajo su manto medraron Pablo Laso, Alberto Ortega, Iñaki Garayalde, Roberto Íñiguez de Heredia o Joseba DelCarmen.

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