Álava diversa y multicultural

Se podría pensar, incluso, que las crisis –económica de 2008 y la reciente sociosanitaria provocada por la Covid-19– vividas en estos años hubieran podido provocar una desaparición de los movimientos migratorios, circunstancia que no ha sido así. Lejos queda la idea de entender la inmigración como un nuevo fenómeno social, del que ignorábamos sus dinámicas sociales y sobre si se trataba de un proceso pasajero. Todas estas incógnitas se han disipado con el tiempo y el desarrollo de los acontecimientos. Al margen de razones económicas, sociales, de refugio, etc., son personas y familias que, en la gran mayoría de los casos, han llegado para establecerse en Álava y crecer en su vida laboral, en su proyecto vital y en el de sus hijos e hijas, asegurándoles un futuro estable. Es por ello que las personas de origen extranjero y sus descendientes forman parte activa en la construcción de la sociedad alavesa.

A grandes rasgos, y atendiendo a la estructura demográfica alavesa, el mayor volumen de población de origen extranjero proviene de Latinoamérica con una importante presencia de personas de origen magrebí. El modelo productivo del territorio dibuja una población de origen latinoamericano trabajando en mayor medida en empleos relacionados con los cuidados, el servicio doméstico y la hostelería y, por otra parte, el sector industrial y agrícola con una mayor presencia de personas de origen magrebí.

La sociedad alavesa es mucho más diversa de lo que era años atrás. Es cada vez más multicultural, donde conviven idiomas, religiones, costumbres, tradiciones, etc. Los análisis de las dinámicas sociales indican además que, en el futuro, la diversidad será mayor, porque seguirán llegando personas de otros países que, entre otras cuestiones, deberán hacer frente, por un lado, a la demanda laboral para cubrir ciertos puestos de trabajo que requiere la estructura ocupacional alavesa y, por otra parte, para paliar las consecuencias del envejecimiento de nuestra sociedad. Es decir, las predicciones laborales, sociales y demográficas nos indican claramente que en un futuro no muy lejano la llegada de personas de origen extranjero no va a detenerse. Han venido para quedarse, de ahí que debamos asumir que estamos ante un fenómeno estructural y que perdurará en las próximas décadas.

El Barómetro de opinión que mide las percepciones y actitudes de la sociedad alavesa ante la inmigración, realizado por Ikuspegi, deja patente que no la percibe como un problema, ni para el territorio alavés ni de manera personal. Muestra, igualmente, una sociedad alavesa con posturas, actitudes y comportamientos positivos ante la inmigración, como el beneficio económico y laboral ante la llegada de personas extranjeras esenciales para cubrir ciertos puestos de trabajo de menor cualificación y valoración social, si bien se percibe cierto recelo relacionado con el mantenimiento de nuestro estado de bienestar. Pese a estas desconfianzas y prejuicios, la convivencia en las cuadrillas y barrios alaveses es buena. Es, por tanto, imprescindible luchar contra aquellos estereotipos negativos hacia la población de origen extranjero, que pueden llegar a ser el preludio de actitudes xenófobas y comportamientos discriminatorios.

En definitiva, la sociedad alavesa es a día de hoy mucho más rica y diversa que hace 75 años y aún lo será más en el futuro. Afrontar este reto pasa por apostar por la vía de la interculturalidad, basada en los principios de igualdad, diferencia, y de espacios de convivencia. Es decir, dirigiendo los esfuerzos hacia la construcción de un modelo social que debe contribuir a ello todas las personas que integran la sociedad alavesa.