Un metro «bien armado» que luce «una espléndida vejez»
UN DISEÑO CUMBRE | LOS 'FOSTERITOS', UN SÍMBOLO ·
La arquitectura y el diseño en los 'fosteritos', los vestíbulos, las estaciones... se han convertido en seña de identidad del metro reconocida internacionalmente. Pero, para el decano del Colegio de Arquitectos Vasco-Navarro, Patxi Chocarro, el suburbano destaca por mucho más que eso. «Es el artífice de la profunda transformación del Bilbao metropolitano»
Ha pasado un cuarto de siglo, pero Metro Bilbao sigue como un chaval. Lo afirma Patxi Chocarro, decano del Colegio de Arquitectos Vasco-Navarro (COAVN), un pamplonica que, a tenor de sus palabras, bien podría ejercer como principal embajador del legado de Norman Foster en la capital vizcaína, porque a la hora de valorar la «descomunal obra» le faltan calificativos. El suburbano, dice, luce «una espléndida vejez», y no solo por el mantenimiento. El tiempo ha demostrado que los tres elementos sobre los que se armó, el hormigón, el acero inoxidable y el vidrio, eran los más adecuados.
Pero Chocarro tiene otros piropos para el metro, más allá del aspecto que presenta cuando se cumplen sus primeros 25 años de vida. Porque, además de bonito, es «esencialmente sostenible». «¿Sabes la huella de carbono en vehículos de transporte público o privado que ha evitado en este tiempo con los 1.800.000 viajes que ha hecho?», lanza. Y porque «no habrá, seguramente, un metro con estas condiciones espaciales de permeabilidad y visuales dentro de las propias estaciones», asegura. Con los vestíbulos y las mezzaninas colgando del techo como si se tratara de estructuras ligeras, cuando en realidad son sólidas y resistentes.
Y qué decir de los 'fosteritos', como han bautizado los bilbaínos a las pérgolas de entrada a las estaciones. Joyas de cristal que rematan el túnel de acceso y son en sí mismas un símbolo del metro que se identifica al instante. De noche resplandecen con luz artificial y durante el día son semitransparentes y protegen de la lluvia. «Son una marca de Bilbao, una marca de Foster más que acertada, que ha tenido supuestas imitaciones en otros lugares del mundo. La cabeza del metro que se asoma a la calle también es única y excepcional –explica el decano del COAVN–. Tú ves eso y dices: 'ahí abajo tienen que pasar muchas cosas'».
BORJA AGUDO
La ría vertebrada
«Descomunal», «ejemplar», «brillante», «responsable», «impresionante», «bien armado»... «Aquí la gente se queda con el Guggenheim –reflexiona Patxi Chocarro–. Y el vigor que ha supuesto el museo para Bilbao es evidente. Pero, realmente, la transformación profunda para los ciudadanos es el metro, una obra excepcional en todos los aspectos».
El principal valor del suburbano, según el experto, reside en que ha sido capaz de «vertebrar el territorio de toda la ría», de transformarlo «para bien». «Una población de la entidad del Bilbao metropolitano, que no es una aldea, necesitaba una obra de esta entidad. Por eso me quito el sombrero, primero ante los impulsores, que fueron audaces, porque había que tener un par de narices para decir en aquel contexto 'ahora voy a hacer un metro'. Y en este caso les doy más importancia que al propio arquitecto, aunque luego eligieron al mejor». «Ha sido una obra descomunal, pero, sobre todo, en sus resultados», añade. Repercusión social y ambiental, económica. «No ha habido ni habrá en el anterior siglo ni en el posterior una obra con esa repercusión. Es difícil que pueda pasar algo tan monumental en ese aspecto. No solo en nuestro territorio, también en España y en Europa», defiende el decano del Colegio de Arquitectos Vasco-Navarro.
IGNACIO PÉREZ
Desde su nacimiento, Metro Bilbao ha cosechado numerosos premios y reconocimientos por su compromiso con la calidad, el diseño, la accesibilidad y el urbanismo. El de la Asociación Española de Profesionales de Diseño a Michael Weiss por el mobiliario en diciembre de 1997; el premio de arquitectura ferroviaria Brunel al suburbano en su globalidad y a la estación de Sarriko en particular en octubre de 1998; el galardón de la Universidad de Harvard 'Veronica Rudge Green Prize' en diseño urbano a Sir Norman Foster por el proyecto Metro Bilbao; el premio al tren subterráneo más limpio de Europa... Pero eso es lo de menos. «En muchas ocasiones, los responsables políticos han recurrido a figuras arquitectónicas para mostrarse al mundo y ha habido también fracasos sonoros. En este particular, se trata de una obra que no es para el lucimiento de un arquitecto, de un arquitecto estrella, sino que es una obra responsable, en su concepción y en su proyecto de ejecución».
Foster, según Chocarro, hizo un trabajo «de gran responsabilidad», por el diseño con los 'fosteritos', «y luego con esas bóvedas permeables y bien acabadas y tan tecnológicamente impecables, que, además, constituyen una de sus señas definitorias... Esos acabados que dices: 'qué bien armado, que bien estética y funcionalmente está hecho'. No tengo palabras». Y le consta que el prestigioso arquitecto británico está más que orgulloso de su contribución al desarrollo del Bilbao metropolitano, como él mismo reconoció en septiembre de 2014 cuando recogió en la capital vizcaína el primer premio BIA del Colegio Oficial de Arquitectos Vasco-Navarro por su contribución a la regeneración urbana del 'Botxo'.
Foster definió entonces su experiencia en las entrañas de la tierra, cuando construyó los túneles del suburbano, como «casi religiosa». Y aseguró que, «de todas mis memorias como arquitecto yendo a sitios, visitando edificios, nada se compara con mi trabajo aquí, 'in situ', viendo las tuneladoras debajo de la tierra. Es algo que nunca olvidaré, cuando eres realmente consciente de las fuerzas de la naturaleza, de la dinámica del cambio». Se declaró consciente de haber creado algo «totalmente especial» para el lugar que le hizo el encargo. «La identidad de una ciudad cada vez tiene que ver más con la utilización de los espacios públicos, las conexiones y los movimientos, y la calidad de las infraestructuras es más importante que la cualidad de los edificios», confesó la gran estrella mediática de la arquitectura moderna.
MAIKA SALGUERO
«Ni el Athletic, ni nada. El metro»
A Chocarro no le cuesta entender al aclamado padre de los 'fosteritos', que considera lo hecho en Bilbao como uno de sus mejores trabajos. «Tuvo algo de visionario», admitió años después. «Es de lo mejor que ha hecho nunca. Por el aspecto social de vertebración y repercusión sobre los ciudadanos, que es brutal. Mucho más que el de cualquier edificio que hagas, más importante que un aeropuerto, porque son muchos kilómetros de vertebración». Y considera que los vizcaínos, más que ninguno, tienen en el suburbano un buen motivo para sacar pecho en todas partes. «Ni el Athletic, ni nada –sentencia rotundo el arquitecto navarro. El metro es un éxito social vizcaíno».
La que fuera la primera obra del nuevo Bilbao, escondida en el subsuelo pero que emerge al espacio exterior para mezclarse con el resto de la ciudad en forma de 'fosteritos', cumple 25 años con 49,16 kilómetros de recorrido distribuidos en tres líneas, 49 estaciones (31 subterráneas y 18 de superficie), 88 accesos (excluidos ascensores) repartidos en 70 vestíbulos y 9 subestaciones de suministro eléctrico. Es la cuarta red de metro que se formó en España, después de las de Madrid, Barcelona y Valencia, y la tercera por número de pasajeros transportados: 97 millones el pasado año.
Pese a que la construcción de las líneas 4 y 5 se mantiene condicionada a la llegada de financiación de Bruselas, el decano del COAVN lanza un mensaje optimista. «Tenemos hecho el 80% de lo que queríamos hacer, y lo que tenemos es impresionante. La obra más importante, sin duda», zanja.
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