Todos los expertos daban por hecho que la participación en Euskadi iba a crecer este domingo de manera muy importante en comparación con las pobres cifras logradas en 2020, cuando el coronavirus y el factor veraniego (los comicios fueron en julio) dispararon la abstención hasta ... cifras nunca vistas (47%). Lo que quizá no esperaban los especialistas en sondeos e investigaciones demoscópicas es que el número de votos emitidos se situase en la parte alta de la horquilla que habían augurado. Los sufragios emitidos alcanzaron el 62,49%, casi 12 puntos más que hace cuatro años.
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Fue un avance notable que se vio espoleado en parte por la dura pugna mantenida por el PNV y EH Bildu durante la última parte de la campaña electoral. «Habíamos anticipado una participación de entre el 60% y el 63%; al final parece que se ha cumplido la previsión más optimista y se ha estado muy cerca de ese 63%», valora José Pablo Ferrándiz, director de Opinión Pública y Estudios Politicos de Ipsos, una multinacional que se dedica, entre otros asuntos, a los sondeos electorales.
Ferrándiz cree que las elecciones vascas se han jugado en clave de posibilidad de cambio. «Y esto hace siempre que se reduzca la abstención». A su juicio, Bildu ha sabido movilizar a su electorado, pero también lo ha hecho el PNV en los momentos finales, tras una campaña en la que se ha detectado cierto cansancio. «Ha sido una reacción de última hora por parte de los jeltzales, motivada sobre todo por el avance de la coalición abertzale», explica.
Un planteamiento que también comparte, aunque con algunos matices, el politólogo José Pedro Marfil, profesor de la Universidad Camilo José Cela. A su juicio, «la mayor participación no siempre concuerda con el cambio». Marfil cree que el avance de EH Bildu podría haber sido mayor si la campaña hubiera durado menos. «Aunque se habla mucho de que la postura de su candidato con respecto a ETA (evitó calificarla de banda terrorista) no le ha pasado factura, yo no lo tengo tan claro y es algo que ha podido tener mucho peso en la movilización de personas que igual tenían pensado abstenerse y han optado por castigar a Otxandiano con su voto». En su opinión, es algo que ahora habrá que estudiar a fondo.
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Con todo, Marfil está convencido de que la coalición abertzale ha sido la triunfadora de las elecciones. «Toda la campaña ha girado en torno a este partido y, aunque no ha logrado el sorpasso (vuelco) sí que ha experimentado un importante avance en las urnas y en su influencia social».
Volviendo a la participación, la abstención ha retrocedido a los niveles de hace doce años, aunque todavía está muy lejos de aquel arrinconamiento que sufrió en la cita con las urnas de 2001. Entonces se dio la mayor participación de la historia: 8 de cada 10 vascos censados acudió a depositar su sufragio.
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