Martes, 23 de abril 2024, 00:11
«Reconocimiento nacional de Euskadi». Sobre esas cuatro palabras girará una discusión que previsiblemente arrancará después de verano y que centrará buena parte del debate político de la próxima legislatura. Vuelve, tras años cogiendo polvo en un cajón, la reforma del Estatuto de Gernika o ... la creación de un «nuevo estatus» para Euskadi, en función de a quién se le pregunte. Que no haya consenso ni para definir lo que se quiere hacer explica bastante bien el escenario existente.
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La actualización del autogobierno se pondrá sobre la mesa en septiembre porque EH Bildu ya ha anunciado que en el plazo de tres meses desde que empiece la legislatura tiene intención de reactivar la ponencia que languidece en el Parlamento. ¿El objetivo? Lograr en un año un acuerdo que se pueda trasladar a Madrid. ¿Pero qué tipo de acuerdo?
Los problemas surgen desde el minuto uno porque hay varios documentos sobre la mesa. Por un lado están las bases firmadas por el PNV y EH Bildu, de marcado tono soberanista, que defienden el derecho a decidir y diferencian entre «nacionalidad y ciudadanía», entre otras cuestiones. Ante el malestar que generó en el PSE, los jeltzales se avinieron a aparcarlas y redactar otro más transversal, aunque con tantas discrepancias pactadas que tampoco fue a ningún sitio. En teoría, los dos se mantienen en una especie de letargo.
¿Son compatibles? Imanol Pradales cree que sí, y durante la campaña ha asegurado que el objetivo tiene que ser lograr una especie de fusión que satisfaga a todos. Sería quitar los aspectos más difíciles de 'tragar' para el PSE, pero incluyendo algún guiño que demuestre que se avanza en materia de autogobierno.
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El nudo se enreda aún más porque se trata de una polémica que salta de la política vasca a la nacional. En los dos últimos acuerdos que ha cerrado el PNV con Pedro Sánchez para su investidura, los jeltzales han incluido varios puntos sobre esta cuestión. En el documento firmado en noviembre del año pasado por Sánchez y Andoni Ortuzar, socialistas y jeltzales se comprometían a dialogar de «buena fe» para abordar, entre otras cuestiones, «el reconocimiento nacional de Euskadi».
Se trata de un concepto que también está incluido en el programa electoral de EH Bildu. La coalición soberanista hace tiempo que evita declaraciones rupturistas. A pesar de que durante la noche electoral las bases recibieron a Pello Otxandiano al grito de «independentzia», la realidad es que no hay ninguna alusión a la ruptura en todo el programa con el que ha concurrido al 21-A.
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¿Lo aceptará el PSE-EE? Cuando este tema se ha puesto sobre la mesa en las últimas semanas, Eneko Andueza ha tratado de restarle importancia y ha recalcado que es un concepto que «ya está reconocido en la Constitución», en alusión al artículo 2 que habla de «nacionalidades y regiones». Los socialistas no rechazan, por ejemplo, incluir el término «nación», pero siempre con un sentido cultural o histórico, no como «sujeto político», como reclaman los abertzales. La clave, según EH Bildu, estará en la necesidad que tenga Sánchez de retener los votos nacionalistas y lo que suceda en Cataluña.
Pero si sobre el «reconocimiento nacional» hay espacio para lograr un acuerdo basado en una «ambigüedad calculada», más complicado es que haya consenso sobre otros temas como el derecho a decidir. Está incluido en el acuerdo de bases PNV-EH Bildu y en los programas de los dos partidos. Pero se trata de una línea roja que los socialistas siempre subrayan que no pasarán. Encontrar una fórmula que valga para todos parece misión imposible.
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A esto hay que sumar las propuestas para potenciar una relación «bilateral» con el Estado y las diferencias entre EH Bildu y el PNV. Mientras la coalición soberanista defiende una consulta habilitante en Euskadi antes de ir al Congreso -una iniciativa que no contempla la ley-, el PNV la ha sacado de su programa.
Tanto PNV como EH Bildu y el PSE-EE aseguran que el objetivo tiene que ser lograr un amplio acuerdo entre diferentes para poder ir con una sola voz al Congreso. Pero los dirigentes de EH Bildu no cierran la puerta a ir solo de la mano del PNV y hacer valer los 54 parlamentarios abertzales que habrá en la Cámara de Vitoria. De hecho, uno de sus objetivos será presionar a los jeltzales para aprovechar la «oportunidad histórica» que, a su juicio, supone que Sánchez esté en La Moncloa. En realidad, y como sucedió desde el primer momento, todo dependerá de hasta qué punto los partidos están dispuestos a ceder y de si hay voluntad política.
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