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Agua nueva de fuente vieja, dijo en euskera Andoni Ortuzar en el pasado Aberri Eguna, y eso vale para los dos partidos mayoritarios que se llevarán, salvo hecatombe, el 75% de los escaños al Parlamento vasco el próximo 21 de abril. En ambos partidos se ... da el mismo proceso: dos candidatos jóvenes, sin bagaje institucional a nivel autonómico, van a protagonizar la política vasca a partir de ahora. Y en ambos casos, además, han llegado a dicho puesto protagonista por el mismo procedimiento: elegidos por las juntas directivas de sus partidos. No vamos a decir que Ortuzar nombró a Pradales o que Otegi nombró a Otxandiano, pero seguro que no nos alejaríamos mucho de la realidad si afirmáramos tal cosa.
Tampoco vamos a decir que ambos candidatos son marionetas o guiñoles de sus jefes respectivos, porque sería minusvalorar sus capacidades, que seguro que las tienen. Pero lo que sí podemos decir es que son dos políticos completamente inéditos y por tanto inexpertos en las tareas que van a emprender, uno como lehendakari y otro como lo que se suele entender por líder de la oposición, papel este último que aquí no se estila demasiado, pero, ya puestos a normalizarlo todo, sería lo correcto para europeizarnos más todavía, si cabe.
Y si son políticos inexpertos e inéditos, por mucho que nos presenten un programa todo lo elaborado que se quiera, lo lógico es que se dejen llevar por los consejos de quienes les han elegido. Tiempo tendrán de desarrollar sus propias políticas. Pero lo que es ahora, de modo inmediato, ambos irán con lo que están aprendiendo de sus mayores, digamos así.
Por mucho que a Otxandiano se le considere el intelectual orgánico de su partido, de momento lo que tiene es teoría, de práctica nada. Otegi le guiará sin duda. Y qué decir del candidato del PNV. Pradales tiene su tesis doctoral sobre el empleo en la Comunidad Autónoma del País Vasco; este es el término que utiliza todo el rato: la CAPV. Solo nombra Euskadi una vez en todo el texto. Iparralde cero. Y Navarra sale dos veces en casi 500 páginas, una en un gráfico y otra en una nota donde, por cierto, aprovecha para llamar al Concierto Económico «resquicio del sistema foral». ¿Resquicio? Donde no deja resquicio es en el más puro autonomismo que impregna todo el libro. Si no supiéramos quién es el autor, lo último que pensaríamos es que fuera del PNV.
Así que de ambos candidatos inéditos se servirán ahora sus respectivos partidos, no por lo que ellos mismos puedan aportar, sino por lo que sus promotores políticos quieren transmitir a través de ellos. Y eso se llama hacer política vicaria. En el PNV, para renovarse y tomar impulso soltando el lastre de su apellidismo originario. Y en EH Bildu para blanquear, sin denunciar del todo, el pasado filoterrorista de buena parte de la coalición. Así que la próxima legislatura vasca será lo que dé de sí esta política vicaria en los dos partidos mayoritarios.
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