Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
La Junta Electoral de Euskadi, reunida con motivo de los incidentes registrados en varios actos de Vox, se ha visto obligada a pronunciarse y realizar un llamamiento a fin de que los episodios de violencia no se repitan y que los actos de todas las ... candidaturas «puedan celebrarse con plena y total libertad y sin injerencias ni actos de violencia o coacción que suponga un menoscabo a la libertad de expresión». Supongo que todas las formaciones estarán de acuerdo con el llamamiento. Espero que EH Bildu también lo esté, aunque ello suponga una revisión del posicionamiento mantenido desde que se produjeron los sucesos de Sestao.
Ignoro si esta actitud complaciente con los incidentes habidos, trayendo a colación hasta el «bombardeo de Gernika» para convertirlo en «metralla» electoralista, responde a una decisión pensada o si, por el contrario, estamos ante una ocurrencia de verano.
Sea como sea, resulta preocupante el argumentario que se utiliza para justificar los actos de violencia habidos en Sestao. Decía la candidata de Bildu, «ante quienes bombardearon Gernika no vale la tolerancia», tratando de contraponer esa actitud a la mantenida por Urkullu que pedía respeto al derecho de todos los candidatos a celebrar sus actos en libertad. Resulta inquietante la similitud que se da en el razonamiento de los extremos para justificar la exclusión del extremo adverso. Por ejemplo, las razones que utilizan el PP y Vox para marginar a la izquierda abertzale son muy similares a las que utiliza Bildu para combatir a Vox. Tanto Bildu como Vox son formaciones legales y, por consiguiente, cumplen el requisito básico para participar en la vida política, institucional y electoral en condiciones de igualdad y libertad. Sin embargo, a Bildu se le niega su legitimidad democrática, y estarían encantados con su exclusión del sistema. Es la misma medida que promueve de facto Bildu respecto a Vox.
Pero lo que resulta más sorprendente es el interés por situar a Urkullu como el adversario a combatir porque representa para ambos la equidistancia maligna. La candidata de Bildu mostraba su «sorpresa» por la «equidistancia de Iñigo Urkullu entre el fascismo y el antifascismo». Ahí queda eso para la historia. Abascal no se quedaba atrás, y responsabilizaba a Urkullu de las agresiones sufridas y de mantener una «pestilente equidistancia entre Vox y los grupos antifascistas».
¿Alguien piensa en serio en la izquierda abertzale que esto le pone en un aprieto a Urkullu?
«No lo entiendo», me decía un veterano y fiel votante de la izquierda abertzale. Añadía, «no sé por qué nos metemos en estos líos».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.