La capacidad del PNV para hacer frente a todo tipo de adversidades políticas y contextos comprometidos es realmente encomiable. Logró rehacerse con brío tras la escisión de EA en 1986 y ha ganado todas las elecciones al Parlamento vasco celebradas hasta la fecha. Incluidas las ... del pasado domingo.

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En esta ocasión, lo ha logrado en un escenario de desgaste generalizado para las formaciones gubernamentales en toda Europa: Macron languidece en Francia, como el SPD en Alemania, y la debacle de los conservadores británicos en las próximas elecciones va a ser de proporciones bíblicas. El propio Pedro Sánchez pende de un hilo que se puede romper en cualquier momento. Son múltiples los factores que explican semejante corrosión, con el tensionamiento y posterior deterioro provocado por la pandemia en los servicios públicos encabezando la lista.

Que un partido resista todo tipo de embates a lo largo de cuatro décadas largas sólo se explica por una gestión avalada de forma transversal y un arraigo que trasciende lo meramente político para sustentarse también en factores sociológicos y sentimentales. Ello convertirá a Imanol Pradales en lehendakari, dejando con la miel en los labios a quienes pretendían condicionar al próximo Gobierno vasco desde una posición ganadora en votos y escaños.

Además de ser la primera fuerza política de Euskadi, la centralidad del PNV le permite contar con aliados para dar estabilidad a la acción del Ejecutivo. Es algo de lo que carece EH Bildu, aunque haya logrado erigirse en alternativa real por primera vez. Da un gran salto, impulsada sobre todo por las desdichas cainitas de la llamada izquierda confederal, pero no le alcanza para ser más que eso. Y seguirá siendo así durante largo tiempo si continúa empeñada en disfrazar el pasado. Máxime cuando al PSE-EE compartir gobierno con el PNV le está dando un óptimo resultado.

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Tradicionalmente, las inercias de la política española han pesado sobremanera en el desempeño electoral de los socialistas y populares vascos. En la actualidad favorecen a estos últimos, pero ni así serán decisivos. Sin embargo, los de Eneko Andueza han logrado distanciarse del decaimiento generalizado del PSOE gracias a su acción de gobierno y a una agenda propia. Lo han hecho, además, dejando clara su decisión de seguir gobernando con los jeltzales.

Los retos a los que se enfrenta el próximo Gobierno vasco son de gran calado, de los que marcan un antes y un después, con Osakidetza y las políticas de vivienda como dos de los grandes ejes de actuación. La reedición de la mayoría absoluta ofrece estabilidad al país, más aún si va acompañada del ánimo dialogante que ha permitido al Ejecutivo de Urkullu aprobar numerosas leyes con la compañía de terceros. Ese es el mandato popular: que siga liderando el PNV acompañado del PSE-EE, con una agenda clara y resolutiva que cimente nuevas cotas tangibles de bienestar.

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