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Hasta el desembarco de los Súper Trionics, el último vídeo que recordábamos de Elkarrekin Podemos era 'Tres generaciones', con el que pretendía, en las Navidades de 2019, hacer pedagogía de su pacto presupuestario con el Gobierno vasco. 'Un acuerdo para que Euskadi avance', ... se subtitulaba la pieza, en la que una madre, su hija y su nieta divagaban mientras en la tele del salón Lander Martínez, Rosa Martínez, Cristina Macazaga y José Ramón Becerra cantaban las bondades del compromiso alcanzado con PNV y PSE. Medio año después, los tres primeros han dejado la política activa y el último ha sido expulsado de la coalición en respuesta al apoyo de Equo a Íñigo Errejón en las últimas generales.
El panorama resultante de ese vuelco en la correlación interna de fuerzas, justo en vísperas del 5-A (una dirección sin estructura orgánica, sin trabajadores ni logística), fue casi tan desconcertante como el vídeo electoral que saltó ayer de las redes a periódicos e informativos de televisión, un descacharrante híbrido entre el 'tokusatsu' japonés a lo 'Power Rangers' y la tradición heredera de 'Vaya semanita', aunque, digamos, con mayor economía de medios y no tanta chispa. Seguramente lo habrá usted visualizado -enhorabuena a los creadores si se trataba de viralizar la marca a cualquier precio y caldear la plomiza campaña- pero por si acaso se lo resumo. Elkarrekin Podemos es un partido hacendoso y responsable que recicla el plástico, pero, por alguna razón, quiere gobernar con otras dos fuerzas de izquierdas a las que caricaturiza como el colmo de la desidia y la charlatanería. No obstante, les une un enemigo común, el pérfido 'Urkutron', al que amenazan con combatir en próximas entregas del serial. Glups.
Algo verían los 'padres' del mítico programa de humor, Borja Cobeaga y Diego San José, que se unieron al jolgorio estupefacto con el que se recibió al tripartito 'ranger'. El mensaje de fondo suscita dudas -sugiere una unión contranatura con el único objetivo de desalojar al PNV y una subsidiariedad que acabó en su día, por ejemplo, con la EB de Javier Madrazo-, pero su eficacia comunicativa es apabullante. Si se comparan las visualizaciones con las del vídeo 'serio' que colgó Podemos -«la historia llama a tu puerta», poco más de 4.000 pinchazos- la cosa está clara.
Se trata, sobre todo, de hacer ruido para intentar recuperar el papel central que la coalición logró en las generales de 2016, cuando superó al PNV en papeletas y en escaños. Fue una inmensa bolsa de voto de castigo a Rajoy que se ha destapado complicada de gestionar. Sobre todo porque, tras la derrota del 'errejonismo', el regreso a la oposición frontal contra el PNV choca con un Pablo Iglesias que les elogia como la «derecha» civilizada que le gustaría ver en el Congreso. Para colmo, basta que la marca vasca se haya hecho 'pablista' para que el líder no haya asomado aún por Euskadi -se le espera el lunes-, en llamativo contraste con un Pedro Sánchez y, sobre todo, un Pablo Casado que están echando el resto. Por si fuera poco, la sombra del 'caso Dina' es alargada, un ingrediente más del indigesto cóctel que complica a Podemos rentabilizar el 12-J su presencia en Moncloa.
Podemos es hoy un partido como los demás, salpicado también por los escándalos. Al ver a los Trionics me he acordado, en extraña asociación de ideas, de 'La invasión de los ultracuerpos', aquella película en la que los alienígenas duplicaban a los humanos. Del 15-M y el asalto a los cielos no queda apenas nada. La duda es si la copia actual de aquel proyecto primigenio está en condiciones de pasar el exigente test del electorado.
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