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Sin el traje de políticos
El inesperado cruce entre Pericles y George ClooneySecciones
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Sin el traje de políticos
El inesperado cruce entre Pericles y George ClooneyDe todos los candidatos a lehendakari, Javier de Andrés es el que más bagaje político tiene entre una lista de aspirantes bastante desconocidos (sus 'contrincantes' se lo han puesto fácil, tampoco es como para colgarle medallas). Ha sido diputado general de Álava, hasta delegado de Gobierno... Así que la tarea de 'presentarle' ahora es algo rara. Rara y difícil. Primero, porque ya se le conoce bastante. Y, segundo, porque proviene del 'lado oscuro': así llamamos los periodistas a los colegas que se han decantado por la comunicación política, es decir, a trabajar con candidatos para que parezcan más listos, más majos y más guapos, y para que las ideas de sus partidos se vean como la panacea para todos los males (así, en tosco resumen). ¿Qué quiere decir esto? Que De Andrés, como periodista que es y con esa experiencia en el 'lado oscuro', va a ser difícil de 'desnudar' a no ser qué él mismo se anime al destape.
Javier de Andrés comenzó en política como jefe de prensa del PP en Álava (1995) y desempeñó distintas tareas de comunicación en el partido hasta que pasó a primera línea. Ya en 2008 fue secretario general del PP en Álava y posteriormente se convirtió en diputado general (2011-2015), para luego ser delegado de Gobierno en el mandato de Rajoy. Durante cinco años estuvo apartado de la política y fue autónomo, dedicado al sector audiovisual.
Así que ¿qué podemos decir que no se sepa...? Vamos a empezar por una adicción, que siempre da morbo a la cosa. Y más si el candidato del PP a lehendakari se acerca a una mujer, le da un tarro enorme de cristal y le suelta un misterioso 'dame lo mío', como en un turbio 'business'. La señora hace un gesto de asentimiento, señal de que conoce sus gustos, y desaparece en busca de la codiciada mercancía... y al cabo de un par de minutos se la entrega con todo cuidado: es un alijo de cebolletas y pepinillos XXL (bauticémoslos como 'PPenillos', y perdonen el chiste malo). «Es que soy adicto a los encurtidos. Me vuelven loco. Yo creo que tienen alguna vitamina que mi cuerpo necesita. Como un montón», cuenta De Andrés. Esta escena se produce de buena mañana en el mercado de abastos de Vitoria, en el puesto Laurentino, donde su debilidad es conocida de sobra por las dependientas, que parecen encantadas charlando con él y viceversa.
Como parece que le conocen en su faceta más campechana y 'viciosa', aprovechamos un momento en el que el de los 'pepenillos' no escucha, porque anda interesándose por unas banderillas, y les preguntamos si Javier, cuando no está en plan político, sino en 'modo persona normal', es igual de afable y correcto. «Un señor», dice una. ¿Nunca se ha ido sin pagar? ¿No se cuela diciendo que tiene prisa porque asuntos de máxima importancia le esperan en el Parlamento? ¿Acaso no ha cogido nunca una triste aceituna cuando nadie miraba? No sé, algo un poco 'delictivo' que revele que ese 'lado oscuro' del que proviene va más allá de saber muy bien cómo causar una buena impresión. Pues qué va, oye. «Que es un señor -recalcan-. Independientemente de las ideas políticas de cada uno, ¿eh?», apostilla una de las que trabajan tras el mostrador. Igual no es muy de 'pepenillos' la mujer, pero De Andrés le cae bien.
Una camisa, seis minutos de plancha Estamos intentando emanciparnos de eso tan casposillo de los prejuicios sexistas pero, mientras ocurre, no es raro que pensemos que, cuando un hombre va con las camisas bien planchadas, hay alguien que lo ha hecho por él. Casi siempre, una mujer. Y más si es político. «¡Me las plancho yo! Seis minutos por camisa, lo tengo cronometrado. Y, además, es una tarea que me gusta».
¿Cómo se gana a la gente? Habla, sonríe y es muy preguntón, como buen periodista. En el puesto de encurtidos se tira un buen rato, se interesa por las 'novedades' y pide unos caracoles en bote para San Prudencio, que está a la vuelta de la esquina -es el 28 de abril, una semana después de las elecciones- y ya se sabe: la fiesta no es tal en Vitoria si no hay una cazuela de gasterópodos de por medio. ¿Los hace su mujer? «No, no, normalmente, los preparo yo. Soy un poco cocinillas», indica. Y encima bastante seguro de sí mismo, porque les pone a sus caracoles un 7,5 de nota media.
- ¿Acaso son mejores que los que hace su mujer?
- ¡No seré yo quien diga eso!
Ahí se gana al público presente, que es sobre todo femenino. Qué pillo. Y encima empieza a contar que hace poco preparó un risotto de hongos, palabras mayores. Un amigo suyo que anda por ahí disfrutando de la escena y viendo cómo se gana al personal, como una estrella de cine, deja caer lo de que a De Andrés le llaman 'el George Clooney vasco' (insistimos, a quién se le ocurre ir acompañado por un amigo cuando acecha la prensa). Javier quizás habría preferido pasar por alto ese sobrenombre que le ha puesto Federico Jiménez Losantos y, al escucharlo, hace un gesto con la mano como si estuviese espantando una mosca imaginaria que quiere dejar huella en su impoluta americana.
- ¿Le sabe mal que le llamen así? Suena halagador que les encuentren parecido...
- Lo hace para ofender.
No le enfada, pero tampoco parece gustarle el tema. Es de suponer que cosas peores le habrán llamado, porque el campo político está muy embarrado, sobre todo en plena campaña. Y, cuanto más se acerca el día de acudir a las urnas, más se endurecen las pullas. ¿Cómo ve el panorama a una semanita de las elecciones? Él es, como lo era su madre, aficionado a la Historia y gran admirador de Pericles, el que dicen que es el autor del mejor discurso político de todos los tiempos (aquel que les soltó a los atenienses y que miles de años después le siguen 'copiando'). Así que es de suponer que, con un referente tan elevado, los políticos con los que comparte escena le dejen un poco frío (y viceversa, seguramente). Admite que, en el plano personal, los 'contrincantes' que mejor le caen son Miren Gorrotxategi (Podemos) y Eneko Andueza (PSE), pero a nivel general considera que los partidos -los de los demás, se supone- «se están dejando llevar por la posición más cómoda, por lo políticamente correcto, no veo ánimo de liderar nada nuevo. Hay mucho 'bienqueda' y mucho miedo a mosquear», comenta mientras da por terminadas las compras y se dirige a reponer fuerzas al bar Txiki, ubicado en el propio mercado. Es, dicen sus amigos y colaboradores, un templo de la tortilla de patata. «¡Mejor que las de Bilbao, porque el secreto es la patata de aquí mismo!», proclama un espontáneo. Ay, que estas cosas pueden acabar muy mal...
En la barra, efectivamente, hay un montón de cosas ricas de comer, pero De Andrés, que admite que están buenas y anima a los demás a probarlas, no cae en la tentación y se conforma con un café. Se ve que se cuida, a pesar de que le encantan las patatas con chorizo, su plato favorito, «y no tan hipercalórico». Para poder darse esos pequeños caprichos se inventó el ejercicio. De hecho, De Andrés ya ha hecho los deberes en ese sentido y se ha pasado temprano por el gimnasio para darlo todo en una sesión corta pero intensa: elíptica, pesas, remo... Nada de pegar la hebra allí con el personal (como sí ha hecho en el mercado), en el gym ha ido al lío, sin entretenerse ni tomarse un respirito ni para mirar el móvil, que es lo que hacemos todos cuando estamos reventados y queremos disimular. «Nada de distracciones, detesto perder el tiempo. Es una de las cosas que peor llevo -admite-. De hecho, puede ser hasta un defecto: si, por ejemplo, voy en un coche y el conductor se pierde, lo paso mal... Aunque es verdad que en política, a veces, las cosas requieren su tiempo y debate». Y la voz del amigo vuelve a sonar por lo bajini: «Diga lo que diga, es un culo inquieto».
Puede que sea así desde niño. Es el menor de ocho hermanos (¡ocho!). «Me cuidaron muchísimo, nunca me dejaban solo». Mejor, porque dice de él mismo que de pequeño «era muy creativo» y eso suena más bien a que las liaba pardas. «Creo que ahora también», añade. Lo de creativo -le gusta escribir y también la pintura-, no lo de liarlas. De hecho, en esta campaña se ha empeñado en poner en marcha un sistema de Inteligencia Artificial 'pepera' que responde a preguntas de los ciudadanos. Está entusiasmado con el invento, que ha probado en casa con sus hijos -tiene tres- haciendo un montón de preguntas, algunas muy marcianas «para someterlo a un test de estrés» y ver cómo se las apaña. Así que vamos a ello, a ver si la IA nos cuenta todo lo que De Andrés se haya podido callar.
- ¿Quién va a ganar las elecciones?
Procesando... Procesando... Y al final llega una respuesta laaarga pero que no se moja. Qué Inteligencia Artificial tan sosa. Vamos con algo más complicado, por 'estresarla'.
- ¿Realmente le molesta a De Andrés que le comparen con Clooney?
La respuesta, en la app del PP.
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