Frente a la casa que todos desean
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Los siete candidatos a lehendakari posaron para EL CORREO ante Ajuria Enea, donde casi ninguno se termina de ver viviendoPróxima gran oportunidad en Vitoria. Palacete señorial en la mejor zona de la ciudad, distribuido en tres plantas y sótano acabado. Muy luminosa, la propiedad está construida con materiales de alta calidad: maderas nobles, escalinata enmoquetada, frescos y azulejos artesanales en baños y aseos. Dispone ... de ascensor, gimnasio equipado, túnel 'secreto', fastuoso jardín con bonsáis centenarios y servicio de seguridad permanente. Perfectamente amueblada y muy poco utilizada por el anterior arrendatario, la vivienda estará disponible a partir de junio.
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De tener que buscar inquilino para Ajuria Enea a través de una de esas inmobiliarias de alto copete, el anuncio sería algo parecido a las líneas precedentes. Las características, con todos los gastos pagados, del número 5 del paseo de Fray Francisco -nuestro 10 de Downing Street- son inmejorables. Pero aquí no puede vivir cualquiera. Ni mucho menos. El contrato, para cuatro años, está reservado para aquel que logre presentar un gran aval: el de la mayoría de los casi 1,8 millones de vascos llamados a las urnas. Esta es, sin duda, la casa más deseada de Euskadi.
EL CORREO organizó una especie de 'home tour' exterior por Ajuria Enea para los siete candidatos a ocupar el palacio en el que hicieron de anfitriones el jefe de las áreas de Política y de Economía, Adolfo Lorente, y la corresponsal política del diario, Olatz Barriuso. Hubo que hacer sudokus para cuadrar las agendas maratonianas de los líderes. Al final, se les logró reunir el día antes de arrancar la campaña. Ay, qué lejos queda aquella mañana soleada, cuando los líderes todavía estaban frescos, cuando todo eran ganas y expectativas. Hoy, después de tanto mitin, tanta entrevista, tanto debate, los aspirantes llegan al 'día D' desfondados. Todo el mundo sabe que un día de vida de un candidato equivale, por lo bajo, a tres meses de ciudadano anónimo.
El primero en llegar a la cita, antes de la hora, fue Eneko Andueza. «En mi equipo siempre me lo dicen, que llego demasiado pronto a los sitios», se excusó el socialista. Sí, la frase suena un poco a cuando te preguntan por tu mayor defecto en una entrevista de trabajo y respondes con un 'que soy demasiado perfeccionista'. Poco después apareció Miren Gorrotxategi, de Elkarrekin Podemos. Tras los besos y abrazos de rigor, ambos se pusieron a hablar de cosas de políticos, se liaron a comparar el número de pueblos y ciudades que iban a visitar en los días siguiente. Y más que a pique, aquello recordaba a la charla de dos colegas de profesión que se dan consuelo mutuo ante un marrón.
En esas, perfectamente sincronizados y rodeados por sus respectivos asesores, llegaron, cada uno por su lado, los líderes de EH Bildu, Pello Otxandiano, y PNV, Imanol Pradales. «Mira, el de Bildu por la izquierda y el del PNV por la derecha», observó con un afilado puntito socarrón Gorrotxategi. «Y nosotros esperando, en el medio», apostilló Andueza, en el que pasaría por un análisis bastante certero del equilibrio de fuerzas que se respira en la política vasca.
«Hola, soy Alba García, de Sumar». Con una sonrisa de oreja a oreja, la candidata del partido de Yolanda (Díaz) era aquellos primeros días muy consciente de la necesidad de tener que presentarse en cada sitio que visitaba. Más saludos, más besos (esto de la pluralidad política es lo que tiene: con lo fácil que era cuando había solo tres o cuatro partidos...) y un saludo más frío con Gorrotxategi, que recordó un poco al encuentro de dos integrantes -más viejas conocidas que amigas- de una cuadrilla que hubiese acabado como el rosario de la aurora. Con la llegada de la líder de Vox, Amaia Martínez, y del popular Javier de Andrés, se demostró que esa tensión que se respira en los escaños del Parlamento se diluye (y mucho) en el trato personal... salvo por un detalle: Otxandiano no llegó a saludar a la candidata de extrema derecha. Es más, daba la sensación de que se esforzaba en no establecer ni el más mínimo contacto visual.
Desde aquel día ha pasado una campaña entera. Los candidatos se han cruzado una y otra vez por los caminos de Euskadi, condenados a alternar la esgrima política con el civilizado roce personal. El jueves, en el debate de EL CORREO, se pudo comprobar que seguía reinando la cordialidad general, quizá acentuada por esta extraña experiencia compartida de mítines y carretera, pero también sobrevivían las frialdades de aquella mañana en Vitoria: entre las candidatas de Sumar y Podemos, por ejemplo, o entre la representante de Vox y parte del espectro político. Y, pese a que estos días los políticos viven a salto de mata y a veces tienen sus casas patas arriba, hay otra cosa que tampoco parece cambiar...
- Urkullu descartó muy pronto convertir este palacio en su residencia. Ustedes, ¿se vendrían a vivir a Ajuria Enea?
Silencio incómodo. «Demasiado grande», se sinceró la candidata Gorrotxategi. «Qué va, me parece un sitio aburrido», añadió Otxandiano, sin llegar a aclarar si se estaba refiriendo al palacio, al barrio o a toda la ciudad. Solo Andueza acertó a encontrar un enfoque positivo: «Mi perro se lo pasaría en grande en este jardín».
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