Aquellas elecciones... Participación

El duelo nacionalismo-constitucionalismo desbordó las urnas en 2001; la pandemia las vació

El récord de participación en unos comicios vascos, un 78,5%, lo ostentan las urnas que encumbraron a Ibarretxe como líder soberanista

O. B.

Sábado, 20 de abril 2024, 00:50

Si se echa la vista atrás para buscar la antítesis de esta campaña más bien plana y falta de tono, habría que viajar en el tiempo hasta la Euskadi de 2001, un hervidero político, una sociedad crispada y fracturada en dos mitades tras la ruptura ... de la tregua de ETA, que había puesto fin un año antes a catorce meses de alto el fuego con el asesinato del teniente coronel Pedro Antonio Blanco. Los terroristas forzaron así la ruptura definitiva del Pacto de Lizarra, cuyo naufragio no impidió que perduraran sus efectos, una Euskadi dividida sin remedio entre nacionalistas y no nacionalistas.

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En ese contexto se convocaron las elecciones de mayo, que acabaron propiciando la mayor movilización electoral de la historia democrática, con una participación récord del 78,5%. La razón hay que buscarla en algo que siempre alienta la afluencia masiva a las urnas, el rechazo al adversario más que la adhesión al más afín. La exclusión de los no nacionalistas que supuso Lizarra propició el célebre 'abrazo del Kursaal' entre Jaime Mayor Oreja y Nicolás Redondo Terreros, que, apoyados por organizaciones cívicas de resistencia a ETA como Basta Ya, escenificaron en el palacio de congresos donostiarra la alianza constitucionalista para conquistar Ajuria Enea. Aznar reveló tiempo después en sus memorias que el candidato popular y el socialista habían pactado repartirse la Lehendakariza en las dos mitades de la legislatura. El efecto rebote fue, sin embargo, más poderoso y la coalición PNV-EA superó la barrera de los 600.000 votos y, con 33 escaños, Ibarretxe no sólo pudo seguir en Ajuria Enea, sino que se encumbró como el líder de un desafío soberanista por el que se le recuerda hoy.

La afluencia masiva a las urnas se explica por el efecto rebote del pacto entre Mayor y Redondo

La otra cara de la moneda, la de los comicios con más baja participación de la historia, la ofrece, cómo no, la pandemia. Las elecciones de 2020, previstas para el 5 de abril, tuvieron que posponerse a julio por el covid. Con mascarilla y apenas levantada la emergencia sanitaria, sólo acudió a votar el 50,8% de los vascos.

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