Un debate ignorado y silenciado

Nuestro sistema prima en exceso la representación territorial, en perjuicio del criterio de proporcionalidad. En los debates habidos en la Asamblea de Parlamentarios Vascos en 1978 para la aprobación del Proyecto de Estatuto, no parece que fuera éste un tema excesivamente polémico. Fue el PNV quien llevó desde el inicio la propuesta de una representación igualitaria. Probablemente la defensa de este criterio tenía que ver con su idea confederal del país, también para facilitar el encaje de los alaveses en la comunidad, y seguramente con la idea de allanar el camino a una hipotética incorporación de Navarra.

Pero hubo también sectores que entendieron que tras el criterio de representación igualitaria se escondía un claro interés partidista, pues creían que este sistema beneficiaba al PNV. Aquella polémica inicial rápidamente se fue apagando. En el debate habido en la ponencia de Autogobierno, salvo error, nadie ha planteado la reforma de este sistema. En la «propuesta técnica» suscrita por los expertos designados por PNV, PSE y Podemos se recoge para el nuevo Estatuto este criterio de representación igual de cada territorio. No parece que exista en los partidos un interés por la reforma.

La razón puede residir en que ninguna de las formaciones actuales lograría ventajas significativas, salvo el PNV. Efectivamente, analizados los resultados habidos desde 1980, se concluye que con un sistema proporcional los jeltzales habrían mejorado su representación, según elecciones, entre dos y tres escaños. La explicación es bien sencilla. Si aplicamos el criterio de proporcionalidad, según población o censo, el resultado aproximado sería el siguiente: Álava, 11 escaños: Bizkaia, 40 y Gipuzkoa, 24 escaños. Como se ve, la distorsión se produce en Álava y en Bizkaia. Si unimos este hecho a la indiscutible hegemonía que el PNV mantiene en Bizkaia, hace que con el sistema proporcional obtendrían una mejora de escaños, pues la reducción de Álava se vería corregida con creces con el incremento en Bizkaia. Una cuestión pendiente desde el punto de vista democrático, pero sin interés para los partidos.