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Ha comenzado la carrera electoral que nos llevará a conocer el 12 de julio la nueva composición del Parlamento vasco, expresión de la voluntad libre y soberana de los vascos de la comunidad autónoma. Es cierto que la situación es muy especial por la persistencia ... de la situación de riesgo y por las gravísimas consecuencias derivadas de la pandemia en todos los órdenes. La campaña será también muy distinta a las habituales.
Existe en la población una situación más o menos generalizada de incertidumbre que no es sino la expresión de ese 'miedo no expresado' ante el complicado futuro que se nos presenta. Quien juegue a hacer política partidista y electoralista aprovechándose de esta desgracia comunitaria, probablemente la pagará. Quien proponga, con ánimo colaborativo, sin renunciar a la crítica constructiva, seguramente se reforzará.
Ante la incertidumbre la gente en general opta por quien ofrece, con credibilidad, dosis de certidumbre, seguridad, seriedad y garantía de estabilidad institucional, requisito necesario para unas políticas públicas que aseguren la cohesión social, modernización de la economía con creación de empleo y fortalecimiento de los servicios públicos básicos de sanidad y educación.
Las encuestas que vamos conociendo muestran un reforzamiento de las formaciones que integran el Gobierno vasco. Es decir del PNV y del PSE. Es una tendencia que ya se observaba con anterioridad al Covid-19. La situación creada por la pandemia, al parecer de estas encuestas, lejos de debilitarla, la ha consolidado. La encuesta del CIS de junio nos aporta también datos de gran interés cualitativo. Los más de tres mil encuestados valoran la situación de Euskadi como muy buena y buena en un 63%; de regular el 29% y sólo un 6,1% de mala y muy mala. Y preguntados sobre la gestión del Gobierno vasco, el 55,4% de muy buena y buena; 34% de regular y solo el 7,8% de mala y muy mala.
Con estos datos es muy difícil sostener que en la sociedad vasca existe objetivamente una demanda inequívoca de cambio en el Ejecutivo vasco. Al contrario se podría decir que existe una voluntad mayoritaria de continuidad y mejora. La tesis anterior se refuerza cuando analizamos cómo valoran los encuestados, votantes de Bildu en 2016, la gestión del Gobierno Urkullu. De muy buena y buena un 30,7%; sólo el 21,8% de mala y muy mala. En el caso de los encuestados votantes de Podemos, los datos aún son más significativos, pues mientras el 43,4% lo califica de muy buena y buena; sólo el 9,9% la valora de mala y muy mala. Datos para la reflexión.
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