A la mesa. Eneko Andueza, flanqueado por su número dos, Patricia Campelo, y el parlamentario Ekain Rico, dispuestos al banquete en un txoko de Bilbao. Fotos: Yvonne Iturgaiz
Sin el traje de políticos

«Cabezón y perseverante», un eslogan alternativo

El candidato a lehendakari del PSE se declara «apasionado e impulsivo» mientras remata una meritoria faena a una merluza en un txoko bilbaíno: «Si apuestas por algo, te empeñas»

Domingo, 14 de abril 2024, 00:44

La neurociencia y los periodistas damos una enorme importancia a las primeras impresiones. Aportan información importante sobre una persona. Vamos a ver qué podemos deducir de nuestro primer vistazo a Eneko Andueza. Está en un txoko bilbaíno al que suele acudir con los suyos, metiéndole ... un meneo a una merluza con una dedicación y un mimo... que solo le falta darle un masaje en los lomos y cantarle un bolero. La quiere meter al horno porque la hora de comer se acerca peligrosamente. Por eso solo tiene ojos para ella. «¡Un momento, que ya estoy con vosotros!», saluda a voces, quitando la vista del pescado solo dos nanosegundos, como si se le fuese a escapar de vuelta al Cantábrico. Información que proporciona este momento tan raro para conocer a un político: se mete en líos (¡haber hecho unos espaguetis, hombre!) y, si está con algo, no quiere dispersar su atención.

Publicidad

Sus datos

  • Eneko Andueza (11 de junio de 1979, Eibar) Licenciado en Ciencias Políticas y de la Administración por la UPV-EHU. A los 17 años se afilió al PSE-EE. Ha ostentado distintos cargos en el partido: concejal en Ordizia -sustituyendo a compañeros locales que, fruto de la presión de la violencia de ETA, no pudieron ejercer el cargo-, teniente alcalde en Eibar, secretario general del partido en Gipuzkoa, juntero... y, desde 2016, parlamentario vasco.

Sus colegas -que andan por ahí, pero sin pegar sello, todo hay que decirlo- empiezan a intrigar mientras se toman un vinito. Dicen en bajito, no vaya a ser que el candidado del PSE lo escuche, que a ver por qué se complica tanto la vida, que ellos habían planteado ir al súper a por unas tortillas de esas envasadas que dan bastante bien el pego. «No ha querido el tío, ha dicho que ni 'pa'Dios', que él prepara una comida como tiene que ser. Y cualquiera le lleva la contraria, porque es de un cabezón...», comentan. Confirmemos con el aludido si es así, aunque le estemos distrayendo de su cometido culinario:

- ¿Es de verdad tan cabe...?

- ¡Cabezón, sí, y perseverante!

Además de completar la palabra, añade otro calificativo de propina y, encima, se ríe.

A ver, pero ser cabezón en política, igual es un hándicap, ¿no? «Si apuestas por algo, quieres que salga adelante y te empeñas», justifica Eneko. Él lo ve así y, de hecho, tiene preparada una disculpa genética para esa forma de ser: «A ver, soy de padre navarro y madre zamorana. Y de Eibar...». Parece que esa combinación hacía inevitable lo de «cabezón y perseverante» en su caso.

Dicen de él que en alguna ocasión, en pleno tira y afloja político, se ha levantado de la mesa de negociación y hasta luego, Lucas. Romper la baraja así... Igual es mejor ser un poco más fino. «A ver, es impulsivo, pero calcula -matiza un colega de partido-. De todos modos, yo no me mediría con él en alguna prueba de esas de a ver quién aguanta más tiempo quieto sin apartarse al ver venir un coche».

Publicidad

Eneko no le ve la gracia. Lo que observa es a mucha gente ociosa y cotilleando sobre él, así que empieza a repartir trabajo. Como le faltan unas endivias que quiere poner con queso para el aperitivo, manda a alguien a la frutería. A otro amigo le pone a vigilar una txistorra que chisporrotea en la sartén. ¿Resultado? Le traen berenjenas en lugar de endivias, que ya tiene delito, y la txistorra... pues no queda a su gusto. «Es que hay que estar a lo que hay que estar. ¡Que somos gente seria!», dice en broma. Medio en broma.

A punto de sal. El candidato socialista sazona la merluza.

Mucho lío en casa

A Andueza se le ve acostumbrado a poner orden, aunque sea dentro del desorden, y a pedir a la gente que asuma responsabilidades. En su casa también ocurre. Y explicamos por qué. Junto a Myriam, su mujer, tiene que apañárselas para organizar a cuatro críos y crías, de entre 13 y 10 años. Dos son suyos y otros dos de su chica. Menudo cisco, ¿no? «Qué va, se llevan todos fenomenal. Eso sí, saben que somos muchos y que hay que arrimar el hombro en casa. Cada uno tiene su cometido y debe cumplirlo», dice muy serio, como si hablase de un pacto político. «Bueno, es que en política soy igual, lo que más me puede sacar de quicio es que no se cumpla con lo pactado», indica. «No lo soporto», añade, por si no ha quedado claro.

Publicidad

Él, aunque es hijo único, se mueve bien en ese caos de familia numerosa, al que, para que no falte detalle, han añadido un perro al que adora, Nero. Sin su pareja, recalca, «sería imposible todo esto». Y «todo esto» es gestionar la esfera personal y la política, un circo con muchas pistas que atender. «Tengo la custodia compartida de mis hijos y eso supone mucho ir y venir. Y hay mucho lío en casa, sí, pero está siendo una gran experiencia de vida y me siento muy respaldado. Es lo mejor que he hecho nunca», dice refiriéndose a esa gran familia reconstituida que tiene ahora, cuya 'sede' está en Portugalete.

Allí (en el mismo pueblo, no en la misma familia) vive también Imanol Pradales, el cabeza de lista del PNV, con el que todo el mundo da por supuesto que tendrá que negociar tras el 21 de abril, aunque Andueza repite, como todos los candidatos a lehendakari, que él sale a ganar. «Vivimos en el mismo pueblo, pero no nos vemos», puntualiza el socialista. «¡Porque Pradales no sale del batzoki!», apunta una lengua viperina por ahí. Maldades al margen, la explicación puede ser meramente geográfica, ya que uno (Pradales) vive en la parte de abajo de la villa y el otro (Andueza) en la de arriba. Algunos ya le apuntamos al candidato del PNV que podrían quedar a medio camino para pactar y el pueblo se convertiría así en el epicentro político de Euskadi, es decir, del mundo. Fuentes de toda solvencia del PNV respondieron a esta hipotética situación con un «que baje Andueza». Ups, qué chulería hay en política, por Dios. Aunque ellos, los políticos, prefieren hablar de «pasión e impulsividad, algo que tengo y que no está reñido con las reflexión», según la fórmula de Andueza, que ya va colocando cosas en la mesa. Luce su delantal impoluto y rojiblanco -se declara «del Athletic, pero primero del Eibar»- y la cara de quien tiene todo ya casi controlado: los amigos currando y sin chismorrear, unas endivias de verdad...

Publicidad

Así que, en ausencia de aportaciones tocanarices de los amigos, habrá que tomar el relevo y preguntarle por algo que, de todos es sabido, le tiene un poco hastiado. Mira que es una persona que habla de su vida privada sin problema, pero, sin embargo, cómo le cuesta tratar, por enésima vez, ese exótico rasgo suyo de ser un tipo de izquierdas y amante de los toros (de hecho hasta ha escrito libros sobre ello).

- Se ve que este tema ya le tiene un poco har..

- ¡Harto! Pues sí -demonios, ha vuelto a acabar él la palabra-.

Según explica, es porque cree que se le 'reduce' por esta cuestión, ya que todo el mundo se centra en ella como si él no tuviese más gustos y aficiones, como ir al monte, el fútbol, cocinar «o las tareas del campo...». Ya le ha dado la vuelta a la tortilla, va a ser verdad que es buen cocinero. «Me encanta ir al pueblo, a Zamora, y arreglar las vides, pillar el tractor... Ahora la casa está vacía y hay mucho que hacer», comenta, mientras muestra en su móvil fotos en las que parece un joven de pueblo, currando.

Publicidad

Bien, pero, volviendo a los toros: asume su afición y comenta que es muy sanferminero y que, de hecho, su padre -que fue grabador de escopetas- y su madre -peluquera-, estuvieron a punto de bautizarle como Fermín. «Disfruto muchísimo de los sanfermines, los he mamado, es para mí lo más sagrado. Llevo 25 años corriendo el encierro. Son unos minutos que te enseñan que la vida vale la hostia, esa sensación de miedo...», relata entusiasmado. ¿Ningún sobresalto? Pues sí, dos. Un pisotón y un revolcón. «Cuando te pilla el toro te sientes como un papel. ¡Vuelas!». Estos episodios se saldaron con daños en la zona lumbar, fisura en el riñón y tres costillas rotas. La política es menos peligrosa, al menos físicamente hablando, aunque empitonamientos sí que hay, ya se sabe.

Hablando de riesgo: es hora de sacar la merluza y es como si saliese un miura a la plaza. Se hace el silencio. Se la valora con la mirada y con algo de recelo. Andueza la sirve muy torero -«¿cómo que no quieres 'salsica'?», dice mientras riega cada ración, quieras o no- y espera el veredicto. Vale, está muy buena. Y él, todo seguro de sí mismo, como si no esperase otra cosa. Qué 'sobrao', ¿no? Pero hay un epílogo: horas después, una 'garganta profunda' revela que Eneko estaba «totalmente acojonado» por si le salía mal la merluza: «Si se le ocurre algo, se empeña en hacerlo y no le sale, se le cae la cara de vergüenza».

Noticia Patrocinada

Las enseñanzas del abuelo Mauricio

Hace un año que Eneko perdió a su abuelo, Mauricio, de 95 años. Le enseñó que «no había que vivir con odio» viese lo que viese (lo decía porque él fue testigo con 5 años de la muerte de un tío suyo durante la guerra) y también que no hay que olvidar que «venimos de la pobreza». Esto llevó a Andueza a la política. Aunque también llevo la política a su abuelo: «En cuanto cumplí la edad, me afilié a UGT y mi abuelo me acompañó -recuerda con emoción-. ¡Días después me pidió que le acompañase, que él también quería!».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad