Aún antes de que se conociera que la ministra de Industria había recibido un sobre con una navaja ensangrentada enviada por una persona con problemas siquiátricos, el PSOE ya había elevado el tono de su discurso electoral. El candidato, Ángel Gabilondo, reclamó un «cordón sanitario» ... para «salvar la democracia» y que Vox no acceda a las instituciones. El propio presidente del Gobierno, una vez que trascendió la nueva amenaza, escribió: «¡Basta! No vamos a permitirlo. No vamos a dejar que el odio se apodere de la convivencia en España».
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Los socialistas saben que el creciente envenenamiento del clima político de la campaña puede ser el último tren para dar la vuelta a los pronósticos de las elecciones del 4 de mayo. Han hecho suyo el lema de «democracia o fascismo» lanzado por Pablo Iglesias, mientras Gabilondo busca la demonización de Vox y denuncia la supuesta complicidad del PP con su equidistancia. La pandemia, las colas del hambre, los despidos o la crisis han desaparecido del debate electoral en un pestañeo.
La derecha y la extrema derecha, afirmó el candidato del PSOE, quieren «una sociedad uniforme» en la que los demás «sobran». La vicesecretaria general de los socialistas, Adriana Lastra, recurrió a un lenguaje años 30 del siglo pasado y rememoró el «no pasarán» de Dolores Ibárruri, 'Pasionaria', para arengar a la resistencia madrileña frente a las tropas franquistas en la Guerra Civil. «No vais a pasar -advirtió Lastra- Se acabó. Esto va de democracia (...) Hay que frenarlos. Llamo a todo el pueblo de Madrid frente a las amenazas, frente al fascismo». La amenazada Reyes Maroto denunció que «hoy todos los demócratas estamos amenazados de muerte si no paramos a Vox en las urnas». El ministro Fernando Grande-Marlaska insistió en que las elecciones van «de fascismo o democracia», ha llegado el momento de «plantar cara y decir hasta aquí».
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Una estrategia que no todos entienden en el PSOE. Sobre todo cuando en los primeros compases de la campaña se optó por el mensaje comedido en busca del votante de Ciudadanos, con promesas de congelación fiscal y el rechazo a extremismos como el de Iglesias. El volantazo, a pesar de que existe consenso interno sobre la necesidad de ni minimizar las amenazas, es poco creíble, dicen las voces críticas. El PSOE compite en dureza con Podemos y Más Madrid en la respuesta a Vox y al PP, un discurso inverosímil en un candidato que presume de sosería y seriedad.
Pero el comité de campaña del PSOE, capitaneado por Iván Redondo desde la Moncloa, no parece dispuesto a levantar el pie del acelerador. Los sondeos detectan cierta mejoría para las fuerzas de izquierda ante el 4 de mayo, pero no para los socialistas, que ven como Más Madrid le come terreno poco a poco. En todo caso, una recuperación aún insuficiente para impedir otro Gobierno de Isabel Díaz Ayuso .
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El PP, entretanto, intenta bajar el balón y desinflamar el discurso tremendista. Pablo Casado reclamó una vuelta a «la convivencia y a la concordia» y abandonar «la radicalidad y la polarización». También sabe que una movilización general beneficiaría a las fuerzas de izquierda.
Pero el portavoz del PP, José Luis Martínez Almeida, echó un poco de pimienta y preparó el terreno para un pacto con Vox. «¿Por qué no puedo pactar con Vox, pero sí se puede pactar con Bildu? Y no estoy comparando a Vox con Bildu, porque Vox me parece muchísimo mejor que Bildu», razonó el también alcalde de Madrid.
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