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Todo parecía ir ya suficientemente mal cuando se conoció que un error, no se sabe si de la Junta de Andalucía o si del Ayuntamiento de Sevilla, retrasó en varios días la declaración de alerta sanitaria tras detectarse un aumento significativo de los casos de ... listeriosis. Esa alerta llegó al fin el 15 de agosto, señalando la causa del brote: el consumo de carne mechada fabricada en Sevilla bajo la marca 'La Mechá' por la empresa Magrudis.
Fue entonces cuando todo comenzó a ir aún peor. Porque llegó el primer muerto: una mujer de noventa años. Y porque la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Sevilla, en manos respectivamente del PP y del PSOE, comenzaron a demostrar que no desaprovecharían la ocasión para hacer alta política y liarse a garrotazos. «Estamos escribiendo un nuevo relato en el combate de la listeriosis en España y en el mundo», llegó a decir el presidente andaluz, Juanma Moreno, como si de pronto fuese buena idea que le preparase los discursos un chiflado.
Aquello iba a convertirse en el peor brote de listeria del que se tiene constancia en España: tres muertes, siete abortos y más de doscientos afectados. Solo que fuera de Andalucía no sea habitual el consumo de carne mechada evitó la psicosis. Con la alerta, eso sí, llegó el asombro colectivo. Porque, durante prácticamente un mes y medio, vimos a José Antonio Marín, el dueño de Magrudis, comportarse con una mezcla pasmosa de cálculo y fachenda, ocultando información a las autoridades y no pareciendo tener demasiada urgencia en que se localizasen todos los productos de su firma que pudiesen estar contaminados.
Como si aspirase a enredar a un país como se enreda a un cliente, Marín vio claro desde el comienzo que aquello era un asunto de bacterias y quiso informar a la opinión pública de que él se había gastado «un dineral» en lejía. Pero las bacterias son muy pequeñas. «Vivimos a diario con ellas y no se ven», dijo. Sin ánimo de señalar, recordó que bacterias hay también en las casas y hasta en los quirófanos. ¿Cómo no iba a haberlas en su fábrica?
Los ingresos en los hospitales aumentaban al ritmo en que lo hacían las noticias sobre los chanchullos de Magrudis. José Antonio Marín aseguraba no entender el «maremágnum» organizado en torno a su empresa. Sospechaba que la cosa se estaba «politizando». Preguntarle por las fechas en las que había pasado las inspecciones, por la identidad de los clientes a los que surtía o por cómo limpiaba los hornos era como preguntarle por sucesos ocurridos en el siglo XVI. Tenía una idea lejana e inexacta, todo quería sonarle, pero tampoco estaba seguro de nada. A cada rato, eso sí, repetía la palabra 'maremágnum', pensando quizá que al ser tan extraña funcionaría igual que 'abracadabra'. No lo hizo. El 24 de septiembre José Antonio Marín fue detenido por la Guardia Civil. La alerta sanitaria se mantuvo hasta mediados de octubre. Seis mil kilos de alimentos intervenidos a Magrudis comenzaron a incinerarse esta semana en una cementera de Jerez. «Del todo natural, sin conservantes ni colorantes», era el lema de la marca.
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