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Sentarse a la mesa siempre huele a principio de acuerdo. Y le pedimos a David de Jorge que prepare a los cabezas de cartel un menú a medida. «Les pondría lo que ellos pidieran. A ver Pedro Sánchez, ¿quieres un filete empanado? Pues toma. A ... ver Quim Torra, que me dices que llevas dos meses con ardor de estómago con todo lo que está pasando... pues para ti un caldo. ¿Y tú, Pablo Iglesias? ¿Qué te apetece, sardinas en escabeche? Pues escabeche para Pablito... A ver si con el estómago lleno...». «Les daría bien de beber y hasta un habano si quieren. Ah, y un abracito al final de la comida». Receta casera del chef guipuzcoano: «¡Aunque igual me tocaba pagar a mí!».
Confiesa De Jorge que cuando se topa con los políticos en algún sarao les pregunta por «su guarrindongada favorita», que eso a él le sirve de termómetro. «Yo hice una vez un programa con Belén Esteban. No sabía apenas nada de su vida pero me constaba que los voceros de la calle le tenían bastante paquete. A mí, sin embargo, en la distancia corta me pareció una mujer educada. Y lo mismo sucede con los políticos. Tienen una profesión jodida, y hay que llevar todo el día el traje de político, hay que estar preparado, pero seguro que en el trato cercano son gente maja. De hecho, a mí siempre se han acercado con una sonrisa. Y yo a ellos les respondo con respeto. Cuando la gente se desnuda se le ve el plumero. Y ahí se ve la mezquindad pero también la grandeza».
Claro que la 'amistad', hasta ahí, advierte el cocinero. «Conmigo que no cuenten el domingo. Yo hace años que me he apeado del circo nacional, se ha convertido en un show patético». Lo de no ir a votar en su caso no es dejadez, es «militancia». «Veo el panorama y me enroco en el asunto de no participar. He votado muchas veces en blanco pero ya llevo años sin votar. Ahora, si hay que tomar una decisión sobre la retirada de la maleza de los caminos de mi pueblo, pues ahí hago un esfuerzo. Las pocas ganas que me quedan para ir a las urnas las reservo para las elecciones municipales y para las cosas que tienen que ver con los asuntos chiquitos de mi ayuntamiento».
– Luce un cabreo monumental...
– Es que los políticos viven de espalda a los problemas reales, a las cuestiones que me afectan a mí y a las que te afectan a ti. Un mayor enfermo, el colegio de los niños... Las políticas sociales, la educación... Centran muy poco el balón por ahí. Por eso a mí no me van a ver el pelo. Lo hago por higiene mental.
– ¿Qué podrían hacer los políticos para que dejáramos de verles como un problema y empezáramos a tenerles en cuenta como una solución?
– Yo les diría que fuesen a comer a casa de su madre dos veces por semana, y que ella les diera cuatro collejas en el cogote. Que hablen con sus madres, que las escuchen. Seguro que después de eso hacen las cosas mucho mejor.
– ¿Con qué cuerpo asiste al follón catalán?
– Me da muchísima pena. Lo estamos pasando todos muy mal y se tiene que resolver de alguna manera. Me he visto mucho tiempo vivendo en una Euskadi oscura y revuelta y ahora esa nube y esa niebla están sobre Cataluña. Lo que sucede allí es reflejo de la falta de empatía y comunicación que existe. Esta es la España que pintó Goya.
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