Incertidumbre gallega

El mensaje de Ayuso busca reforzar la baza de Alberto Núñez Feijóo, que no se juega solo en las elecciones de hoy el control político de la Xunta de Galicia con la mayoría absoluta. Ha convertido de hecho los comicios gallegos en una verdadera prueba de supervivencia política como líder de la oposición atenazado por enemigos internos y sectores que quieren marcarle el paso. Es lo que realmente está en juego hoy. Como efecto colateral, la 'españolización' de la campaña ha distorsionado el pulso tradicional que los populares gallegos explotan en las urnas. Las elecciones gallegas no son solo un aval a su gestión institucional, sino también un espaldarazo a la estrategia de oposición a Sánchez del PP, que quiere aprovechar el desgaste del Gobierno de coalición como una estación de erosión. Rueda ha basado su estrategia en demonizar al BNG al acusarle por sus vínculos históricos con EH Bildu, pero al final ha logrado convertirlo en alternativa de Gobierno, un escenario insólito hace pocos años, antes de que Ana Pontón se afianzara como candidata a la Presidencia. En Galicia se ha hablado poco de gestión y demasiado de la bronca política española.

Feijóo necesita amarrar un buen resultado para Alfonso Rueda, aspirante a retener la Xunta. O sea, necesita mantener la mayoría absoluta, movilizar a los suyos y amortiguar el rechazo de sus rivales. Lo puede conseguir. Todo es posible. Los últimos sondeos lo dejan muy abierto.

En Galicia el PP de Feijóo se lo juega prácticamente todo a una carta. Puede que Vox le quite la mayoría absoluta, con un escaño que sería determinante y que permitiría a los de Abascal estrenarse en el Parlamento de Santiago. Puede que se lo quite el partido localista orensano de Gonzalo Pérez Jácome. O que la división entre Podemos y Sumar redunde en su contra y dañe, gravemente, la oferta electoral. El BNG está fuerte, puede polarizar el voto del cambio, lo que debilita las expectativas del PSdeG de forma exponencial y este pinchazo puede tener sus repercusiones negativas en el socialismo español porque alimenta el voto dual a las opciones autonomistas o soberanistas, en los comicios de proximidad, y el voto en clave española a PP y PSOE en las generales. La alianza de Gobierno entre un BNG fuerte y al alza y un PSdeG se abre paso como una hipótesis factible. Pero la polarización entre el PP y el BNG debilita también al PSdeG. Y eso inquieta en Ferraz.

Las urnas nos sacarán de dudas. Demostrarán si el último traspié de Feijóo, al revelar la existencia de un plan B para Cataluña que contradice su discurso oficial contra la ley de amnistía, le pasará factura y desmovilizará a su base electoral, que permanece en un estado de excitación permanente para desgastar a Sánchez en todos los frentes con la bandera de la movilización contra cualquier olvido penal que, en su opinión, es una traición patriótica para mantenerse en el poder renunciando a los principios.

Si el PP no conserva la mayoría absoluta en Galicia, comenzará el baile de la sucesión a Feijóo y volverán a brillar los filos de las navajas con la excusa del relevo generacional. El fantasma del cainismo de la derecha reaparecerá con fuerza. Ayuso espera su oportunidad con un discurso de dura derecha desacomplejada que en Madrid ha encontrado su espacio sociológico y su universo de agitación permanente.