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Dice Ana Viñals, la candidata de Elkarrekin Podemos a la Alcaldía de Bilbao, que esto de la campaña le recuerda un poco a los exámenes de la carrera, con esa tensión de ir superando pruebas sucesivas y el alivio final al acabarse todo, cuando el ... sistema nervioso se relaja porque ha llegado la hora de abandonarse a lo que Dios, o en este caso el elector, quiera. Y la verdad es que el debate de esta mañana ha brindado una rara ocasión de ver a los aspirantes, o al menos a algunas de ellas y durante un ratito, con cierta pinta de universitarias muy alejada de la rigidez y la solemnidad habituales en su tarea: Viñals, Nora Abete (del PSE) y María del Río (de EH Bildu) han llegado con tanta antelación a la cita que han tenido que esperar un rato en un banco de la calle, rodeadas de sus asesores, en un imprevisto y animado cónclave de la izquierda municipal. Eso sí, ninguna ha aprovechado para dar un último repaso a algún apunte que llevase un poco flojo.
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Juan Mari Aburto, del PNV, se ha presentado exactamente a la hora de la cita, es decir, media hora antes del inicio de debate: solo ha faltado que sonase alguna campanada para subrayar la extrema puntualidad. Y los cuatro, ya en las instalaciones del periódico, han charlado de esas cosas de las que suelen charlar los políticos estos días. De sus exámenes, es decir, de la campaña y de esa sensación vertiginosa de 'si hoy es lunes, esto es EL CORREO'. Hay que tener en cuenta que, en las semanas previas a las elecciones, estas personas acaban pasando más tiempo juntas que muchas familias. «Es el quinto debate ya», lleva la cuenta Del Río. ¿Y qué prefieren, debatir por la mañana o por la tarde? «En realidad, hemos hecho mañana, tarde y noche», puntualiza Abete. «De mañana estás más fresca», apunta Viñals. Y Aburto sonríe: «Yo creo que a estas alturas ya no sabemos si es de día o de noche».
Esther Martínez, del PP, se ha presentado la última, pero tenía excusa: venía a todo correr de un compromiso con otro medio. Quizá esté feo decirlo, pero la mayoría femenina ha brindado a estos actos una vistosidad cromática que se echaba de menos en aquellos lotes de señores encorbatados de antaño, bueno, de hace nada. Repasemos: Abete de verde, Del Río de blanco, Martínez de rojo, Viñals de rosa y Aburto de canónico azul.
– Ejem..., qué pena: si Ana Viñals hubiese venido de amarillo, tendríamos al grupo Parchís, con las cuatro fichas y el dado.
– Tengo yo un traje amarillo –bromea Aburto–, pero no sé... ¡Sorpresas doy pocas!
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Qué largos se hacen los dos minutos de silencio antes del inicio del debate («hablando pasa el tiempo más rápido», se asombra Abete) y qué corta se hace después la hora prevista, que se prolonga diez minutos porque no ha dado tiempo de agotar los temas. Martínez ha sido la más revoltosa y ha vuelto un poco locas a las moderadoras, aunque después lo negaba con pícaro asombro: «¿Yo? Si solo he interrumpido una vez...».
Al final, se ha producido ese bullicioso caos de los pasillos tras el examen: se van retirando pinganillos y atriles (Del Río ayuda a mover el suyo y Aburto asume en solitario la tarea) y llega el momento de posar delante de una pantalla gigante con imágenes de Bilbao. Las cuatro candidatas y el candidato se ponen muy formales y van cumpliendo las órdenes de la fotógrafa. Un pasito para la izquierda (lo dan todos, sin protestas ideológicas), un pasito p'alante (y ahí alguien suelta «María», no por la candidata abertzale sino por la canción), un poco más juntitos todos (y se apiñan un poquito, que al fin y al cabo hay confianza ya). Un rasgo crucial para ser político, por cierto, es aguantar minutos y más minutos posando, con la sonrisa puesta, sin sentir la necesidad de soltar alguna bobada para descongelar la situación. Hace falta temple y muchos fracasaríamos en el empeño.
Lo último son los retratos individuales, como de carné. «¡Qué horror!», se ríe Abete. «Ya te digo, eso es casi peor que el debate», asiente Viñals. Las representantes del PSE y Elkarrekin Podemos charlan mucho entre ellas, porque al fin y al cabo ya tienen relación de este mandato que ahora termina. Las de EH Bildu y PP, en fin, charlan menos, pero en determinado momento Del Río le pregunta la hora a Martínez y las cuatro candidatas acaban haciendo corrillo para comparar sus próximos compromisos. «Es que al final vamos pasando todas por los mismos sitios», explican. Y en algunos coinciden: a medida que se van yendo, la despedida es «hasta mañana».
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