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Pese a la creencia general de que, según la interpretación de los partidos, todos ganan en todas las elecciones, hay algunas en que los datos son tan incontrovertibles que se imponen a cualquier interpretación. Las de ayer fueron de este tipo. Ni los más voluntariosos ... podrán negar el hecho de que EH Bildu ha logrado para sí una indiscutible victoria, que el PSE ha aguantado con honra y que al PNV le va a llevar tiempo y llanto lamerse las heridas que las urnas le han causado. Otra cosa será cuando, a partir de la asunción de los datos, se comience a teorizar sobre los porqués. Para mí, y no soy experto en demoscopia, una de las interpretaciones es que el abultado grupo de votantes que en su día se dejó arrastrar por la sacudida que supuso la primera irrupción de Podemos ha ido desencantándose y depositando, uno a uno, su confianza en esta izquierda abertzale convertida al izquierdismo utilitario. Sea esto como fuere, y tiempo habrá para analizarlo en profundidad, el hecho es que lo que un día fue Herri Batasuna puede hoy presumir de estar echándole el aliento en la nuca al mismísimo PNV.
Múltiples serán, con todo, y no necesariamente excluyentes, las interpretaciones, lo mismo que variadas e importantes serán también las consecuencias. Y, entre éstas, la más inmediata, aunque no la más grave, va a consistir en que, también en Euskadi, y no sólo, como se daba por hecho, en el Estado, se ha abierto, para nuestra desgracia, una larga campaña electoral que, más allá de las generales de final de este año, nos llevará, sin solución de continuidad, hasta mediados del que viene. Estemos, pues, preparados. Y, más en el fondo, también cabe concluir que, gracias a su propia astucia, aunque no menos que a la impagable ayuda que ha recibido de instituciones y partidos, la izquierda abertzale ha logrado blanquear su pasado sin haber dado un paso en el reconocimiento del inútil e injusto daño que causó a toda esta sociedad durante la larga etapa de actividad de ETA.
Este dato, por desgracia también irrebatible, tendrá su contrapartida, mirando a los resultados electorales del Estado, en el blanqueamiento que, en el otro polo del escenario político, ha experimentado el extremismo reaccionario de Vox y que, como en un juego de espejos, ha recibido en estas elecciones un similar incremento en el apoyo popular. La aritmética se impondrá, de ahora en adelante, a cualquier otro criterio, sea de orden ético o estrictamente político, a la hora de trazar un nuevo modelo de alianzas en las instituciones. Y nadie podrá echarle en cara al otro el apoyo que se haya buscado para acceder al poder, porque todos hallarán en la voluntad popular el mismo argumento para justificar sus decisiones. Nadie podrá hacer gala de una superioridad moral que podrá ser siempre tildada de cinismo.
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