La inclusión de exetarras en las listas de Bildu abre grietas internas en el PSOE y en Podemos

A dos semanas de la cita con las urnas, los socialistas tratan de mitigar los daños de una polémica que condiciona su discurso. El PSOE quería poner en valor los logros del Gobierno de Pedro Sánchez, arrancar la carrera hacia las urnas con la fotografía del presidente en la Casa Blanca que se producirá hoy y resaltar la gestión de los diferentes presidentes autonómicos. Pero toda esa estrategia ha saltado por los aires por las candidaturas elaboradas por uno de sus «socios preferentes», como le está recordando el PP. De hecho, los populares han encontrado una enorme vía de agua que quieren agrandar para desgastar a unos socialistas que, mientras tanto, buscan reconducir la situación utilizando un argumentario con tres claves muy definidas.

La primera, que al PSOE «no le gustan nada» las listas de EH Bildu. Lo dijo a la mañana Pilar Alegría, portavoz de Ferraz, y lo repitió por la tarde Patxi López en Vitoria. «Son el mejor argumento para que nadie vote a EH Bildu», coalición a la que el portavoz del PSOE en el Congreso acusó de «dar gasolina a la derecha». A partir de ahí los socialistas insisten en que, aunque no les parezca bien, es «estrictamente legal» porque han recibido el visto bueno de la Junta Electoral y acusan al PP de utilizar a ETA «dentro del debate político y con fines partidistas».

El problema para el PSOE es que el incendio amenaza con colocar en una situación muy complicada a barones como Emiliano García-Page, Guillermo Fernández Vara, Concha Andreu o Javier Lambán, que ayer pidió a su partido romper «cualquier relación con Bildu». Todos han intentado marcar distancias con los pactos que Pedro Sánchez ha firmado con los de Otegi a lo largo de la legislatura, conscientes de que muchos de sus potenciales votantes no entienden el acercamiento a la izquierda abertzale. Según diversas encuestas, el trasvase del PSOE al PP rondaría el millón de papeletas y muchos gobiernos municipales y autonómicos se van a mover por porcentajes reducidos.

En medio de esta marejada, cada uno de los dirigentes autonómicos trata de salir a flote de la mejor forma posible y teniendo muy en cuenta el clima político y social que hay en su comunidad. «El problema no está en si es o no constitucional o en si es o no legal. Es un problema de exigencia ética. A mí no se me ocurriría poner a un maltratador, a un defraudador o a un ladrón condenado en una candidatura», afirmó García-Page. Una contundencia similar a la expresada por el extremeño Fernández Vara: «Todo lo que tenga que ver con la presencia de quien haya tenido algo que ver con ETA en la vida pública me produce repugnancia».

Frente a esta firmeza se situó María Chivite. La presidenta navarra gobierna gracias a EH Bildu y si quiere repetir en el cargo tendrá que volver a contar con su apoyo. Arropada en un desayuno informativo en Madrid por el propio Patxi López o los ministros Fernando Grande Marlaska e Isabel Rodríguez, la líder del PSN reconoció que «no le gusta» la presencia de antiguos miembros de ETA en las listas. Pero a continuación, y aludiendo a una idea que ella atribuyó a Borja Sémper (PP), subrayó que «pasar de la violencia para imponer tus ideas a la palabra es un éxito de la democracia y de la sociedad en su conjunto. El futuro de la sociedad vasca o navarra en determinados sitios, guste o no, se tiene que construir con Bildu».

La coalición soberanista, por ahora, no se da por aludida y elude la polvareda. Otegi participó ayer en dos actos públicos en Vitoria y en Pamplona. Y en ambos se limitó a señalar que «frente al barro y al ruido nosotros planteamos soluciones». En la capital alavesa esquivó a los periodistas para evitar responder a las preguntas directas sobre una tormenta que está poniendo en cuestión todo su recorrido ético, como recordó el lehendakari.

Urkullu, en un gesto que llevaba tiempo sin realizar, se detuvo ante los periodistas a la entrada del Parlamento para lanzar un mensaje nítido sobre los candidatos de EH Bildu y el propio papel de la coalición soberanista. «Tienen derecho a presentarse en las listas, pero no hay derecho. La decisión de integrar a estas personas en las candidaturas demuestra, una vez más, la falta de respeto, consideración y sensibilidad para con las víctimas».

Un argumento muy similar al utilizado por Pilar Garrido. La líder de Podemos Euskadi se desmarcó de otras dirigentes moradas como Irene Montero o Ione Belarra, que durante estos últimos días han sido comprensivas con la actitud de la izquierda abertzale.

Si la ministra de Igualdad ya dijo el miércoles que Bildu tiene derecho a poner de candidato a quien quiera, la de Derechos Sociales y líder del partido se limitó a recalcar que «la derecha no sabe hacer campaña electoral sin hablar de ETA». Garrido, sin embargo, aparcó la ambigüedad y denunció que «la presencia de exmiembros de ETA que mataron o ayudaron a matar, aunque sea legal, no ayuda a seguir construyendo un futuro de convivencia».