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Cambio de rasante en la narrativa electoral vasca. Si en la campaña del 28-A las fuerzas nacionalistas no tuvieron necesidad de buscar enemigos internos po rque los toques de corneta recentralizadores o antiCupo de PP y Ciudadanos les dieron el trabajo hecho, el cuento ... ha cambiado, y mucho, de cara al 26 de mayo. Sobre todo, porque ha devuelto al primer plano la pugna a cara de perro entre el PNV y EHBildu, la única vertiente puramente política de una carrera centrada en no cometer errores. La clásica lucha por la hegemonía del nacionalismo vasco está de vuelta, circunscrita sobre todo a Gipuzkoa y con los ingredientes habituales, con la diferencia de que viene precedida por algún conato de acercamiento, finalmente fallido, como el que protagonizaron los jeltzales y la izquierda abertzale para negociar los Presupuestos de Iñigo Urkullu.
«Necesitaban un 'lifting' para sacudirse cincuenta años de historia. Por eso escenificaron una negociación con nosotros. Por eso el casting de candidatos amables y cercanos. Pero es todo impostado. Ya han deshojado la margarita. Cuando han tenido que pensar a quién ponían para Europa, han colocado a uno de los duros (Pernando Barrena). Ya han decidido que lo que quieren es quitar al PNV. Y en eso están».
Ése es el diagnóstico de situación que se hace en Sabin Etxea. En EHBildu, obviamente, tienen su propio análisis, que pone el acento en el «nerviosismo» de la cúpula jeltzale ante la pujanza de la que presume la izquierda abertzale tras doblar el 28-A su representación en Madrid y ante la posibilidad, dicen, de que el escaño europeo y la hegemonía en los tres territorios estén en riesgo. «Quieren que les entremos en el cuerpo a cuerpo, pero no nos van a encontrar. Nos quieren hacer pasar por los 'malos', como una profecía autocumplida, pero no lo van a conseguir. No caeremos en la trampa», apuntan en la coalición abertzale.
De fondo, la marejada en el Parlamento vasco, donde unos y otros se han lanzado gruesas acusaciones a cuenta de la «pinza» de EHBildu con PP y Podemos para desgastar a Urkullu. O el intento indisimulado de la izquierda abertzale de achicar espacios al PNV en Madrid y ganar protagonismo, aunque sea a costa de apoyar a Pedro Sánchez. Tras sus coqueteos dialogantes con el Gobierno PNV-PSE para marcar perfil institucional, la estrategia de EHBildu es ahora de férrea oposición. Al margen de algunos acuerdos puntuales como el que les permitió respaldar, por ejemplo, la Ley de Patrimonio Cultural la semana pasada –han votado juntos más de un centenar de veces esta legislatura–, EHBildu pugna por presentarse como una izquierda 'pata negra' que le permita recuperar el voto que se fue a Podemos y poder volver a mirar de tú a tú al PNV para disputarle la primacía del nacionalismo, su aspiración desde siempre.
En Vitoria, Miren Larrion logró quedar por delante de Gorka Urtaran hace cuatro años, pero apoyó su investidura para desalojar a Javier Maroto. Ahora, el PNV juega a reducir la pugna a 'o nosotros o el PP' para neutralizar a la candidata «blanca» de la izquierda abertzale. En Gipuzkoa lo lograron en 2011 gracias a la marea de votos que les trajo el fin de la violencia de ETA, lo que les permitió gobernar por primera vez en San Sebastián y en la Diputación. La legislatura resultó convulsa, con la polémica de las basuras como factor distorsionador, pero, aun así, en las forales de 2015 el PNV aventajó solo en 10.000 votos a la izquierda abertzale.
Ésa es la razón por la que la campaña guipuzcoana funciona de acuerdo a sus propias reglas. Mientras en Bizkaia y Álava los candidatos jeltzales pueden mantener sin problemas un perfil más plano, netamente institucional, y Andoni Ortuzar ha evitado por ahora el cuerpo a cuerpo, en Gipuzkoa Joseba Egibar y Markel Olano se han lanzado al desgaste de la izquierda abertzale con dos argumentos claros: su supuesta incapacidad para gestionar y, sobre todo, su pasado aún anudado al terrorismo. «Le deben una explicación a este pueblo», clamó el presidente del GBBel domingo.
Ayer, el candidato a diputado general insistió en que EHBildu no ha completado la «transición» pendiente porque su evolución, dijo, es solo «táctica» y no «ética». Aún deben admitir, resaltó, que «matar estuvo mal». En EHBildu es Arnaldo Otegi quien contesta, encantado de ampliar la pugna fuera del perímetro guipuzcoano y dar a entender que hay fisuras en la fortaleza jeltzale. Si el PNV «nos insulta», explica, es porque ve en peligro el poder y, con él, su «sistema clientelar».
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