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Estas cinco personas quieren ser alcalde de Bilbao
Elecciones Municipales y Forales 2023

Estas cinco personas quieren ser alcalde de Bilbao

Presentamos a los candidatos de los partidos con representación para gobernar la ciudad los próximos cuatro años

Viernes, 12 de mayo 2023, 01:55

Juan Mari Aburto PNV

Siga la línea verde

Circula estos días por las redes sociales un gráfico sobre los partidos que han ganado las elecciones municipales desde 1979 en las principales ciudades españolas. El dibujo resultante tiene cierto aire de 'patchwork', como esas colchas hechas de retales que estuvieron tan de moda hace algunas décadas: los colores se alternan, algunos prácticamente desaparecen con el tiempo, otros van emergiendo con más o menos fuerza. Pero, a eso de media altura del gráfico, destaca una línea verde que lo atraviesa de extremo a extremo, inconmovible, ajena a esas peregrinas mudanzas de la política. Esa línea, claro, es Bilbao, donde las elecciones no son tanto una radiografía de lo que piensa la gente como una constatación periódica de que la vida sigue igual: desde el 26% de los votos de su momento más bajo, en 1995, hasta el 45% que llegó a rebañar Iñaki Azkuna en 2011, el PNV tiene algo de bronceado surfista que se chulea sobre el oleaje de encuestas y escrutinios.

Juan Mari Aburto supo solventar en 2015 una papeleta peliaguda: tomar el relevo del gigante Azkuna, tras aquella regencia modélica de Ibon Areso, y lograr que la ausencia no se notase mucho. Debía hacerlo, además, con armas muy diferentes, porque de Aburto (nacido en 1961, padre de dos hijos y, de segundo apellido, Rike) no podían esperarse esos chispazos de personalismo deslumbrante tan característicos de su ineludible referente. Lo suyo es una cosa más sosegada, una apelación constante a los valores 'de siempre' que no suele dar lugar a grandes emociones. Rodeado de un equipo con lealtad a prueba de bombas y con un control milimétrico de la maquinaria municipal, Aburto se presenta como un constante buscador de acuerdos y, quizá por eso, no siempre encaja bien las críticas a su gestion, que a veces tiende a interpretar como reproches a la ciudad misma. «¿Cómo está la villa? Yo la veo bien», afirmó una vez en un debate sobre la situación de Bilbao, y eso puede servir como atinada síntesis de su filosofía.

Tras un mandato raro, en el que la pandemia ha relajado las exigencias de plazos y cumplimientos, cunden las dudas de siempre: ninguna

«Es el tipo de persona a la que comprarías un coche de segunda mano», lo retrató en una ocasión José Luis Bilbao, que quizá no cotizase igual de alto en ese estereotipo clásico. Tras un mandato tan raro, en el que la pandemia ha relajado de algún modo las exigencias sobre los plazos de lo que podríamos llamar la 'gobernanza convencional', el coche se va a vender sin problemas, como siempre. Aburto puede presumir de una buena recuperación económica y, según algunas encuestas, la tozuda línea verde juguetea ya con superar la mayoría absoluta.

Nora Abete PSE

Impulso de triple salto

Si no quedase feo, podríamos copiar en esta breve semblanza de Nora Abete parte de lo dicho arriba sobre Aburto y Azkuna. También a ella le ha correspondido la complicada encomienda de ocupar el hueco de un político que tiene mucho de personaje, dicho sea en el mejor de los sentidos: Alfonso Gil es un tipo expansivo y singular que, en su paso de quince años por el Consistorio, supo investirse de una popularidad no muy habitual entre los concejales. Vamos, que en las discusiones de taberna solían citarlo por el nombre, aunque a menudo esa mención fuese acompañada de blasfemias irreproducibles a cuenta de las bicis o el Bilbao a 30. A la hora de elegir la papeleta también se acordaban de él: en 2019 –dicen los politólogos que con el soplo a favor del 'efecto Sánchez', que hoy parece haberse vuelto en contra– aupó al PSE a segunda fuerza política de Bilbao después de 28 años.

En aquellas últimas elecciones municipales, habría tenido mucho mérito augurar que Nora Abete, bilbaína del 85, iba a estar ahora encabezando las listas. Ella figuraba entonces en el número 6 y se quedó, por tanto, a las puertas de la corporación, como el asistente a una fiesta que se topa con el aforo completo. Logró cruzar el umbral al año siguiente con el ímpetu de una atleta de triple salto: primero, cuando su compañera Gloria Múgica pasó a dirigir Lanbide, ella asumió la concejalía de Regeneración Urbana, y el año pasado hizo otro avance decisivo con la marcha de Alfonso Gil al Senado, que dejó libre el área de Movilidad y Sostenibilidad, la cartera estrella de los socialistas. El estilo de Abete es muy distinto al de Gil: menos propensa a la exposición pública y la espontaneidad dialéctica, tiene una presencia dulce y serena, inevitablemente menos estimulante que la de su predecesor. En febrero, le tocó protagonizar uno de los choques más visibles entre los socios de Gobierno cuando el alcalde vetó el plan de cerrar un tramo de la Gran Vía al tráfico privado, un compromiso que ya había sufrido sucesivos retrasos.

Le ha tocado ocupar el hueco de Alfonso Gil, uno de esos políticos que son también personajes, y además con viento menos favorable

«Las discrepancias las tenemos que debatir internamente», aplacó entonces los ánimos Nora Abete. Habría podido decirlo en otros cuatro idiomas: licenciada en Ciencias Políticas y madre de dos hijos, la líder socialista habla euskera, francés, inglés e italiano y presenta un perfil cosmopolita, ya que trabajó en la Cámara de Comercio de Bruselas y pasó tres años impulsando proyectos comunes de Euskadi y la región francesa de Aquitania. En la pasada legislatura, dirigió el Instituto Vasco de Consumo, Kontsumobide. Si el tercer salto sale bien y se repite el gobierno de coalición, en las tabernas ya deberían ir aprendiéndose su nombre, porque se ha declarado «fan de las peatonalizaciones».

María del Río EH Bildu

Hablando de otras cosas

En cierto modo, una candidatura como la de estas elecciones era la que muchos esperaban de EH Bildu en la anterior convocatoria municipal, la de 2019. Entonces tuvo mucho de sorpresa encontrarse en cabeza de las listas con Jone Goirizelaia, figura de la vieja guardia de la izquierda abertzale y abogada habitual de miembros de ETA y su entorno. En un momento en que la coalición buscaba liberarse de los condicionantes del pasado y atraer votantes de un espectro político más amplio, Goirizelaia se antojaba como una opción estratégica chocante: por mucho que ella hiciese valer todas esas vertientes de su persona que habían quedado ocultas por su marcado perfil público, como las esencias bilbaínas del Athletic y los Ballets Olaeta, a muchos les resultaba imposible contemplar sus imágenes de campaña y no evocar otras fotos menos plácidas en blanco y negro.

Pues bien, esta vez sí que se cumplen aquellas previsiones. Ninguno de los cuatro concejales que tiene EH Bildu en el Ayuntamiento de Bilbao va a repetir en el próximo mandato, porque todos ellos han desaparecido de los puestos de cabeza. Sus sustitutos, y muy en particular María del Río, cumplen esos requisitos que parecen los más adecuados para seducir a electores de Elkarrekin Podemos y recuperar el puesto perdido de segunda fuerza más votada en la villa. Tanto Del Río, nacida en 1982 y madre de un niño de 2 años, como sus compañeros inmediatos de lista son personas relativamente jóvenes, con una clara vinculación a cuestiones como las migraciones o la igualdad y libres de la sombría carga de la ortodoxia dura. La propia María del Río ha hablado de «reto generacional» y, en la presentación de su candidatura, ha puesto por delante «las luchas sociales» y «la defensa de los derechos de todas las personas».

La profesora de Derecho encabeza la lista renovadora de la izquierda abertzale, un replanteamiento radical tras Jone Goirizelaia

La candidata no procede, de hecho, de la izquierda abertzale tradicional sino de Alternatiba, la escisión soberanista de Ezker Batua. Es doctora en Derecho, experta en justicia restaurativa y profesora en la UPV y tiene experiencia en el trabajo institucional como directora general en el departamento de Política Social de la Diputación de Gipuzkoa y como asesora de EH Bildu en las Juntas Generales de Bizkaia. El año pasado, un periodista del diario digital 'La Marea' le preguntó por cómo afecta el legado de la violencia terrorista a esas ramas de EH Bildu que en su momento la condenaron. Del Río, ya entonces designada como sucesora de Goirizelaia en Bilbao, se declaró cansada ya del tema: «Esto de que te hagan una entrevista en el Parlamento después de aprobar con el aval de EH Bildu leyes importantísimas y que la pregunta sea: '¡¿Pero condenas?!'. Es como: 'Oiga, ¿podemos hablar de otra cosa?'».

Ana Viñals Elkarrekin Podemos

Entre lo microlocal y lo planetario

En la campaña de hace cuatro años, este periódico emplazó a los candidatos a la alcaldía a guiar a un reportero en una especie de 'ruta comentada' por algún itinerario bilbaíno. Se trataba, claro, de que eligiesen un trayecto que formara parte de su historia personal, que representase algo para ellos, que les importase. Cabía poca duda de que Ana Viñals iba a escoger su barrio, Santutxu, pero el recorrido específico combinó calles bien conocidas con esas zonas imprecisas que caracterizan tantas periferias urbanas: atajos sin nombre y escaleras con aire inquietante de pasadizo, en las que no faltaban los charcos sospechosos y los grafitis de penes. Venían a ser los 'no lugares' del otro Bilbao, el reverso menos favorecedor de la postal turística.

Pues bien, una de las tareas de Viñals en este mandato ha consistido precisamente en trasladar al Consistorio las necesidades de esa parte de la villa, hasta el punto de que, al escuchar algunas de sus intervenciones, uno descubría rincones de la geografía bilbaína de los que nunca antes había oído hablar. Vamos, que a veces hasta se podría llegar a dudar de su existencia real. Pero, a la vez, algunos de sus discursos han combinado esa vocación microlocalista con un idealismo de alcance universal, más allá incluso de las siempre elásticas fronteras bilbaínas: ahí quedó, por ejemplo, aquella invocación del «imperativo planetario» en un debate sobre presupuestos municipales, que dio lugar a algunas risitas y también a algunos desconciertos en las demás bancadas.

En esa centrifugadora de liderazgos que es la formación morada, se ha convertido en una de las figuras más reconocibles y repite como candidata

Viñals, licenciada en Publicidad y Relaciones Públicas, está a punto de cumplir los 37 y recuerda perfectamente la asamblea en Hika Ateneo donde oyó hablar por primera vez de «Podemos como herramienta para transformar la indignación en cambio político». En esa centrifugadora de liderazgos y siglas en la que muy pronto se convirtió la formación, ha acabado convirtiéndose en una de las figuras más reconocibles. Sus planteamientos de defensa de los barrios, lucha contra la pobreza, igualdad de género y ecología la convierten a veces en una especie de aguafiestas, que critica con particular empeño los grandes eventos y otros rasgos del Bilbao posmoderno. De hecho, en otra de esas iniciativas juguetonas de los periódicos, este diario preguntó una vez a los líderes de los grupos municipales qué regalarían a esos adversarios con los que comparten tanto diálogo y tanto tiempo de vida, y Juan Mari Aburto propuso para Viñals una cena en algún restaurante de la villa con estrella Michelin, «para que vea esa ciudad atractiva a la que viene la gente a disfrutar».

Esther Martínez PP

Ella ya estaba aquí

En las cuatro últimas elecciones municipales, el Partido Popular ha presentado otros tantos cabezas de lista distintos en Bilbao, y cada uno de ellos ha obtenido unos resultados peores que el anterior. Del 22,7% de los votos de 2007, la última convocatoria en la que presentó Antonio Basagoiti, se pasó al 17,5% de Cristina Ruiz en 2011, un momento en el que aún se mantenían como segunda fuerza en el Ayuntamiento. En 2015, encabezados por Luis Eguiluz, se llevaron el 12%, y en 2019, con Raquel González al frente, su porción se quedó en el 9%. Los populares, que en su mejor momento llegaron a tener ocho concejales en la capital vizcaína, conservan tres y afrontan el futuro sometidos a diversas presiones internas y externas. La más obvia de ellas es el debate sobre cuál de los dos flancos merece más su atención: ¿será más fácil seducir de nuevo a los votantes que se van por la izquierda o a los que se van por la derecha?

Esther Martínez no necesita las hemerotecas para hacerse una idea toda esta evolución histórica. La conoce de primera mano, porque ella ya estaba allí. En su renovación de listas, el PP ha recurrido a una veterana de larguísima experiencia, aplicando el criterio de la dirección nacional de recuperar a políticos que se habían alejado del primer plano. En julio de 1997, cuando ETA mató a Miguel Ángel Blanco, la veinteañera Esther Martínez ya era concejala en Barakaldo y agradecía en estas páginas el «balón de oxígeno» que les había brindado «el apoyo de la gente». Cinco meses más tarde, cuando asesinaron a José Luis Caso, explicaba a EL CORREO cómo algunos de sus paisanos la abordaban por la calle para decirle que se marchara «a España».

Los populares dejan en manos de una veterana la tarea de frenar la pérdida progresiva de votos y mantener su tercer concejal

Licenciada en Derecho, Martínez fue secretaria del partido en Bizkaia, vicesecretaria autonómica de Organización, parlamentaria vasca y apoderada y portavoz en Juntas, hasta que en 2014 cayó, víctima de una purga interna. Ya entonces, como cabeza del llamado 'sector crítico', reclamaba a su partido una «reflexión». Los vaivenes del océano político la devolvieron a la orilla el año pasado, cuando ocupó en Juntas el hueco de Amaya Fernández, y de ahí ha pasado al «mayor y más ilusionante reto» de sus más de tres décadas de carrera, según lo ha descrito ella misma en la presentación de su candidatura. De Martínez, que tiene 51 años y es madre de dos hijos, suelen destacar (unos como elogio y otros más bien como crítica) que tiene un carácter bastante fuerte. Por suerte para ella y seguramente para todos, en ningún caso tendrá que ponerlo a prueba compartiendo tareas de oposición con la persona que cierra su lista, una tal Isabel Díaz Ayuso.

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