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Arrancó el mandato que ahora termina con todo a favor para que el gobierno local dirigiese con donaire y desenvoltura el despegue de Bilbao: la gran crisis quedaba atrás y el ejecutivo municipal era el más fuerte de la historia democrática porque el pacto PNV- ... PSE sumaba 19 de los 29 concejales. Manos libres para construir el futuro en un entorno prometedor, para salirnos del mapa. Pero llegó la pandemia y aquella desgracia fue un lastre. En estos cuatro años se han hecho cosas, otras han quedado pendientes, y ahora estamos en un punto parecido al de 2019. Es decir, recuperándonos de una catástrofe, con el reto demográfico pendiente, el desafío de generar riqueza para atraer juventud, la obligación de atender a las personas mayores... También, cronificado desde hace décadas en la columna del 'debe' está el tren de alta velocidad y la posterior operación en Abando, que al no ser competencia municipal directa no pondremos aquí abajo.
Avances en el gran desarrollo de la ciudad
El desarrollo de la isla de Zorrozaurre va a durar décadas, pero en los últimos cuatro años se han producido avances notables. Se ha comenzado con la urbanización de las puntas norte y sur. En la primera, la norte, está previsto que este mismo año puedan entrar a vivir las primeras familias en los bloques nuevos, frente a San Ignacio. También que se abra el puente que une la isla con el barrio. Además, se están dando los primeros pasos para la puesta en marcha del parque tecnológico, que se estrenará en el edificio Tarabusi y utilizará los inmuebles de Lancor y Konsoni, que están casi al lado. Y se encuentran en obras los tanques de tormentas que contenderán el riesgo de inundaciones en Ribera de Deusto, la única zona que no elevará su cota. En el centro de la isla, se ha constituido la 'junta de propietarios' que permite avanzar en la planificación urbanística.
En los últimos cuatro años Bilbao ha estrenado una veintena de ascensores hacia los barrios altos, que ya suman 64. Son elementos vitales para mejorar la accesibilidad a una población muy envejecida.
El mandato casi se estrenó con la apertura de la Intermodal, a finales de 2019. Después de décadas de provisionalidad de la vieja Termibus la ciudad al fin pasó a disponer de una estación en condiciones.
En septiembre de 2020 Bilbao se convirtió en la primera ciudad de más de 300.000 habitantes donde se limitaba la velocidad del tráfico a 30 km/h en todas sus calles para reducir el ruido, los humos y los accidentes.
Uno de los objetivos de este mandato era estimular el turismo en la ciudad, y pese al azote de la pandemia se ha conseguido un hito: en el pasado año 2022 se superó por primera vez en la historia el millón de visitantes.
Aunque aún no se ha logrado dotar de actividad al gran pulmón verde de la ciudad, sí se ha concluido el paseo mirador que sube por la carretera. Ahora se están construyendo las pasarelas que conectan con Enekuri.
Tras la llegada del covid todos los partidos en el Ayuntamiento impulsaron el plan Bilbao Aurrera, un compendio de medidas sociales y económicas para intentar contener los efectos de la pandemia en la ciudad.
Universidad contra el declive demográfico
El día en el que Juan Mari Aburto se hizo oficialmente con la makila, el 15 de junio de 2019, asumió que el gran reto pendiente era «rejuvenecer la ciudad». No ha podido ser en estos últimos cuatro años. Es verdad que hace falta tiempo para revertir una tendencia que lleva años encendiendo luces rojas y que afecta no solo a Bilbao, sino a todo Euskadi e incluso a Europa. Lo malo es que desde 2019 no ha logrado despegar con brío una de las grandes iniciativas para bajar la edad media de la villa: el avance hacia una ciudad universitaria que atraiga instituciones docentes de otros países. El resultado es que en estos cuatro años ha perdido peso la población menor de veinte años (ha bajado del 16,15% al 15,70% del total), mientras cada vez es mayor el protagonismo de los mayores de 65 años (ya suponen el 24,6% de los vecinos, frente al 24% de 2019).
La inseguridad sigue siendo la principal preocupación ciudadana, como en 2019, pero ahora incluso han empeorado ciertos indicadores: hay un 60% más de robos con violencia que cuando arrancó el mandato.
El Ayuntamiento había anunciado y reservado en Zorrozaurre el edificio Tarabusi para el Nagusi Intelligence Center, que debería haber abierto entre 2021 y 2022. Pero la Diputación se lo llevó a Torre Urduliz.
Se ha avanzado algo en peatonalizaciones en estos cuatro años, pero no han llegado dos grandes obras previstas para el mandato: el cierre al tráfico privado de Moyua y de la Gran Vía entre la plaza Circular y Urquijo.
Desde hace más de cinco años se habla de reactivar la ría con nuevas actividades (deportivas, hosteleras, de transporte, de ocio...). En 2021 se presentó el estudio del entorno pero no ha habido más avances.
Gana peso el sector servicios (un 2,1% desde 2019) pero el tejido empresarial bilbaíno no logra despegar con las grandes implantaciones empresariales deseadas en el sector industrial, que se ha encogido un 1,2%.
La Ley sobre Cambio Climático obligaba a habilitar desde el 1 de enero una zona de bajas emisiones en el centro de Bilbao que vete la entrada a los coches más contaminantes. No ha llegado ni está próxima.
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