![Uno de cada tres municipios vizcaínos está gobernado por el mismo partido desde 1979](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/201905/22/media/cortadas/cambio%20portada-ktzB-U80266075633PsB-624x385@El%20Correo.png)
![Uno de cada tres municipios vizcaínos está gobernado por el mismo partido desde 1979](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/201905/22/media/cortadas/cambio%20portada-ktzB-U80266075633PsB-624x385@El%20Correo.png)
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Xabier Garmendia
Miércoles, 22 de mayo 2019, 00:40
Bizkaia es un territorio fiel. Al menos políticamente hablando. Solo así se puede explicar que 37 de sus 112 municipios, un tercio del total, estén gobernados por el mismo partido desde las elecciones de 1979 -los primeros comicios locales tras la reinstauración de ... la democracia- o, en algún caso particular, desde su posterior desanexión. Esa relativa fidelidad es bastante más elocuente si se comparan los datos con lo que ocurre en el resto de España. En la media nacional, apenas uno de cada seis pueblos se han mantenido regidos por la misma formación durante las últimas cuatro décadas.
Este notable contraste plantea una primera paradoja. No en vano, hay que tener en cuenta que el espectro político vasco ha estado históricamente más fragmentado que en el resto del país por la existencia de formaciones nacionalistas y, en menor medida, agrupaciones independientes. Por tanto, 'a priori' Bizkaia sería más proclive a los cambios de color. Para derrumbar esa aparente lógica, no se debe perder de vista la aplastante hegemonía del PNV en el estamento local, una vigorosa situación que, buscando un ejemplo análogo, CiU no pudo alcanzar en Cataluña. Una simple observación lo deja patente: tan solo hay seis municipios vizcaínos donde los jeltzales no hayan tenido el bastón de mando durante al menos una legislatura. Inigualable.
El partido presidido por Andoni Ortuzar lleva gobernando ininterrumpidamente en 33 localidades del territorio. Y no hay por qué pensar solo en pequeños pueblos donde resulta más sencillo instaurar una tradición política. El PNV también es capaz de mantener fortines en plazas grandes, aquellas en las que más diferencias pueden existir entre vecinos. Sin ir más lejos, Bilbao, toda una 'rara avis' en el municipalismo español. Es la única capital de provincia y la ciudad de mayor tamaño donde siempre ha regido la misma formación. Por población, la que más se le acerca es Hospitalet de Llobregat, con 85.000 habitantes menos y gobernada por el PSC, aunque no es capital. Entre éstas, la única situación semejante es la de Santander, donde Juan Hormaechea (UCD) se pasó a AP y brindó al actual PP la alcaldía hasta la fecha.
Los jeltzales, ya sea en solitario o en coalición con EA, han sabido retener el poder en otros importantes campos de batalla como Getxo, Erandio, Durango y Balmaseda. También han podido reconquistar antiguos feudos socialistas como Barakaldo y Santurtzi, lugares donde ya habían gobernado tras las primeras elecciones de la democracia. Sin embargo, nunca han podido hacerse con las alcaldías de Portugalete y Ermua, las únicas dos que el PSE lidera a día de hoy. Tampoco han mandado jamás en Amoroto ni Gizaburuaga, donde sus vecinos siempre han apostado por fórmulas independientes al margen de siglas.
Ya llevamos cuatro de los seis pueblos donde el PNV nunca ha gobernado. ¿Y los otros dos? En Aulesti y en Berriatua -en este último caso, desde su desanexión de Ondarroa en 1983-, la sucesión de independientes y abertzales no ha dejado espacio a nadie más. Llegados a este punto, ¿cómo es que la izquierda soberanista no ha retenido a medio o largo plazo ningún ayuntamiento? Hay que recordar su ilegalización en los comicios de 2003, pero aun así ninguna localidad ha pasado de las manos de HB a EH, después a ANV y finalmente a Bildu.
El mayor contrapunto a todos esos municipios con estabilidad en sus gobiernos se encuentra en Sopuerta. Hasta cuatro formaciones diferentes han tomado la batuta de este ayuntamiento encartado. Y eso a pesar de que los independientes han vencido en todas y cada una de las citas electorales excepto en 2011, cuando Bildu se alzó con la victoria. En cambio, acuerdos de la oposición dieron la makila a PNV o EA hasta en cuatro ocasiones.
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