Amaia del Campo, la edil que heredó una ciudad industrial
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La primera mujer al frente de Barakaldo, que revalida su liderazgo por tercera vez, rasca horas a una maratoniana jornada para mantenerse en contacto con los suyosSergio Llamas
Lunes, 29 de mayo 2023, 00:18
Amaia del Campo lleva semanas rascándole horas al día para poder pasar tiempo con los suyos sin faltar a sus obligaciones. El sábado tuvo que oficiar una boda en el Ayuntamiento antes de poder citarse con su madre para tomar un café que tenían pendiente ... desde hacía una semana, y durante la campaña aprovechó el hueco de la comida para reencontrarse con su hija mayor, que ya vive independizada. «En casa me ayudan mucho, pero a veces llego cuando están en la cama y me voy cuando se levantan», reconoce.
Vecina del barrio fabril de Bagatza, de 57 años, tomó la makila del Ayuntamiento de Barakaldo en junio de 2015 y no parece tener intención de soltarla. Ayer volvió a revalidar su liderazgo en el Consistorio fabril al frente del PNV, grupo al que se afilió apenas cumplidos los 20 años. Pese a las décadas pasadas dentro de sus filas, su equipo de trabajo remarca «la ilusión y la expectación» que todavía conserva «como el primer día».
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Laura González
Licenciada en Derecho en la Universidad de Deusto y procuradora en los juzgados de Barakaldo entre 1992 y 2007, Del Campo entró en la política municipal de su municipio en 1995 como concejal, puesto que ocupó durante cuatro años. Cuando regresó al Consistorio en 2007 lo hizo para asumir el liderazgo de los jeltzales hasta convertirse, tras dos legislaturas, en la primera mujer alcaldesa de su ciudad e interrumpir con su victoria más de tres décadas de gobiernos socialista en la segunda ciudad en población del territorio.
Fue su padre, trabajador de la emblemática Altos Hornos de Vizcaya, quien la animó en primer lugar a asumir responsabilidades políticas. Entonces la aconsejó no tener miedo a equivocarse y la ayudó a forjar su inclinación a mantener una actitud dispuesta a aprender siempre de todos los posibles errores.
Casada y madre de dos hijos, ha sido directora del Centro de Desarrollo Empresarial de la Margen Izquierda (CEDEMI) entre 2008 y 2010, y ha colaborado con la asociación Clara Campoamor en defensa de los derechos de la mujer, un periodo que reconoce que le dejó una huella profunda y un recuerdo imborrable. A las personas que conoció entonces «no las voy a olvidar», asegura tras la que fue «una de las experiencias» que más le enseñó. «Me tocó conocer de cerca la cara más dura de la discriminación que vivimos las mujeres, la violencia machista», aclara.
Mendizale confesa, Del Campo recuerda con especial cariño las salidas con «chirucas y anorak» y los domingos pasados en El Regato «comiendo las rabas con aita y ama». También los paseos por la ría y la lectura, otras dos costumbres que a veces tiene que aplazar por los sacrificios asociados al cargo, como el de comenzar sus días antes de las seis de la mañana, desayunar con la prensa mientras envía los primeros mensajes para organizar el día, la rutina de comer habitualmente en el despacho del Consistorio o la de regresar a su casa ya echada la noche. «Suele despertarnos a todos con sus primeros mensajes sobre el Ayuntamiento», admiten los compañeros del grupo municipal, quienes dicen de ella que «abre y cierra» el Consistorio.
Cuando volvió a anunciar su candidatura para revalidar la alcaldía, en octubre del pasado año, la ejecutiva jeltzale ya destacó sus «fuerzas e ilusión» para continuar «con la transformación social y urbana en la que se encuentra inmersa Barakaldo». La propia regidora recuerda con emoción algunos grandes momentos vividos en pasadas campañas con la presencia de antiguos líderes de su partido como Benito Bengoa, que «nos trajo al lehendakari y a mí unas 'barakaldesitas' (un postre local) tras un mitin. Sus ánimos nos ayudaron mucho a coger impulso», rememora.
Del Campo también se sorprende cuando observa a los vecinos mirar con incredulidad las ideas que le han propuesto incluidas en el folleto de su programa. «Ven escrito lo que te dijeron en una reunión celebrada en un barrio y les cuesta creer que lo hayas añadido», detalla, aunque defiende que quienes creen en la política «no tienen otro camino que seguir trabajando, buscando soluciones y proponiendo opciones». Luego se sincera e insiste en que no cree en milagros, sólo en «el trabajo duro».
En el pasado, Del Campo se ha comparado tirando de humor con el personaje de Mafalda, con quien afirma compartir su actitud «protestona ante la violencia y la injusticia», y aunque el fútbol no destaca entre sus aficiones, si tiene que defender unos colores siempre será la combinación gualdinegra del Barakaldo.
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