Alcaldías en un puñado de votos

La carrera electoral que ha arrancado la pasada medianoche va a ser especialmente intensa en una decena de localidades vizcaínas en las que los comicios del próximo 28-M son una moneda al aire. Puede salir cara o puede salir cruz. Si es usted amante de la política municipal y sus intrigas, o si quiere conocer algo más que el nombre del alcalde que saldrá elegido en su pueblo, estos son los puntos candentes que no debe perder de vista durante las semanas venideras.

Durango, Plentzia, Bakio, Gernika... se trata de un grupo de ayuntamientos, la mayoría de tamaño mediano, en los que la makila de mando quedará en manos de un partido o de otro por una pequeña diferencia de votos, o merced a acuerdos postelectorales que pueden hacer saltar la banca. Un juego a tres en la mayoría de los casos con PNV, EH Bildu, PSE y varias plataformas independientes como protagonistas.

Galdakao, Sopela, Zalla, Abadiño... el pronóstico es y seguirá siendo incierto hasta el último momento en estos feudos. Y salvo que las urnas ofrezcan un resultado contundente (e inesperado) la duda puede prolongarse en algunos lugares más allá incluso del día de las votaciones.

No pierdan de vista el 17 de junio, la jornada en la que se constituirán las nuevas corporaciones y se designará a los nuevos regidores y a sus equipos. Arrigorriaga, Balmaseda, Alonsotegi... no sería la primera vez que la fuerza más votada se pasa cuatro años en la oposición o una hegemonía que parecía pétrea deja paso a una alternancia de siglas al mando.

El PNV ganó las elecciones de 2019 en Galdakao pero perdió la alcaldía por primera vez en 40 años. El voto de castigo por los retrasos que acumulan las obras del metro entreabrió la puerta del 'sorpasso' y EH Bildu lo aprovechó tras una alianza con Podemos, Auzoak y Usansolo Herria, las dos plataformas independientes que han tenido presencia en el pleno más fragmentado de Bizkaia.Recuperar la makila es uno de los grandes objetivos jeltzales el 28-M, y mantenerla prioritario para la coalición soberanista en su intento de expansión al Bilbao metropolitano. La cuestión a dilucidar es si los antiguos votantes regresarán al PNV o si EH Bildu afianza su pujanza enarbolando la bandera de la gestión. Será clave también el resultado de los independientes ahora que el escenario ha cambiado: la Línea 5 está a punto de ejecutarse y Usansolo ya se ha segregado, circunstancias que pueden desmovilizar a sus votantes.

En la lista de alcaldes vizcaínos que se mantienen en el poder con un apoyo inquebrantable del electorado aparece el de Gernika, José Mari Gorroño. Fue elegido regidor por primera vez en 2007 y el 28-M aspirará a su quinto mandato consecutivo. El paso por las urnas para quien viene gobernando con mayoría absoluta parecería un trámite, pero esta vez no lo es.

La villa foral va a ser escenario de uno de esos choques que solo se dan en las municipales: a los vecinos les toca decantarse entre el carisma del histórico mandatario o el peso de las siglas. Gorroño concurre por primera vez en solitario después de hacerlo coaligado en los mandatos previos, primero con la izquierda abertzale y después con el PNV.

Gorroño 'rompió' estruendosamente con los nacionalistas el pasado otoño tras acusarles de «obstruir» la gestión «desde dentro» del equipo de gobierno. Si el voto que sumaron Gorroño y el PNV en 2019 se disocia emerge la alternativa independentista, el único grupo que ha ejercido como oposición los últimos ocho años.

Zalla y Balmaseda son el anverso y el reverso de la misma moneda. En la primera ha gobernado el PNV los últimos cuatro años tras imponerse en las pasadas elecciones a los independientes de Zalla Bai por 19 votos. En la segunda la makila la ha ostentado la plataforma vecinal CLI tras superar a los jeltzales en uno de sus feudos históricos por 73 papeletas.

En los municipios principales de Las Encartaciones se escenifica mejor que en cualquier otro sitio de Bizkaia la pujanza de las candidaturas apolíticas frente a los partidos tradicionales en base a una demanda común: el «abandono» que, dicen, padece la zona por parte de las instituciones. El 28-M se repite un examen en el que no hay favorito claro y en el que volverá a resultar clave la participación. En 2019 fue superior al 77%, muy por encima de la media. A las pugnas habituales se suma esta vez un asunto que excede lo local: los planes para levantar parques eólicos que tiene el Gobierno vasco en el entorno.

Las relaciones de los partidos políticos dan para escribir un libro en Sopela. Posiblemente no haya un ayuntamiento donde la futura composición del pleno sea, a priori, más incierta. El PNV recuperó la alcaldía en 2019 tras el primer mandato de la historia de EH Bildu los cuatro años previos. Lo hizo por los pelos, gracias al apoyo del PSE y una complicidad con la plataforma vecinal DB-TU que duró poco.Pese a formar parte del gobierno local, a finales de 2020 los independientes –y Podemos– presentaron una moción de censura que no prosperó. La rechazó, entre otros, el grupo que hubiera escalado al poder, EH Bildu. Buena parte de los cabezas de lista implicados en aquella refriega vuelven a concurrir ahora, aunque crecen las alternativas: el número de plataformas vecinales en liza se va a elevar a tres. Frente al abanico de partidos bisagra también se presenta la historia: en Sopela gobernar en minoría no es extraño, el PNV llegó a hacerlo antaño con solo 5 de 17 concejales.

En 2019 EH Bildu venció por primera vez en Alonsotegi. Lo hizo tras crecer un 10%, pero el cambio en el gobierno municipal no se llegó a consumar. El PNV retuvo la alcaldía pese a obtener sus peores resultados en años. El empate a escaños se decantó del lado jeltzale gracias al apoyo del único concejal del PSE. El pacto a todos los niveles institucionales que mantienen ambos partidos fue clave.

El 28-M es una nueva prueba en un ayuntamiento sobre el que sobrevuela la sombra de la corrupción. Dos exalcaldes nacionalistas están a la espera de juicio y un tercero reconoció actuaciones ilícitas antes de fallecer hace unos meses. El PNV reivindica un nuevo tiempo político y EH Bildu busca un golpe de efecto. La pequeña localidad sería otro jalón en el 'asalto' al Gran Bilbao y un icono de cambio ante «las oscuras prácticas del pasado». Gobernar en el pueblo del lehendakari Urkullu es un caramelo político cuyo simbolismo tampoco desdeñan los independentistas.

Junto al de Galdakao, el Ayuntamiento de Durango fue el otro gran 'sorpasso' que protagonizó EH Bildu hace cuatro años, cuando se alió con Podemos y los independientes de Herriaren Eskubidea para desbancar al PNV de una alcaldía que mantenía durante todo el periodo democrático. Los jeltzales también ganaron en 2019, incluso sumaron más votos que en 2015, pero esta vez no fue suficiente.

Durango es la otra joya de la corona, la otra gran contienda que van a protagonizar jeltzales y soberanistas en las urnas dentro de dos semanas. La precampaña se lleva librando desde hace meses y pivota en torno a asuntos como la construcción de un hospital que el Gobierno vasco veía mal al principio y ahora no. EHBildu espera retener la makila gracias a que su candidata es ahora más conocida tras cuatro años de alcaldesa, pero depende de unos socios de coalición cuyo futuro, de saque, parece más incierto que la legislatura pasada. De momento, la marca que compartían Podemos y la plataforma vecinal se ha roto y ambas formaciones concurrirán a las urnas por separado.

Cerca de Durango está Abadiño, pero su mapa político no tiene nada que ver. Tres de las seis candidaturas que se presentan en la localidad el 28-M lo hacen con opciones reales de hacerse con la victoria... o con la alcaldía. Que ya se sabe que no tiene por qué ser lo mismo. A EH Bildu y PNV se ha sumado a última hora un inesperado pero reconocido invitado.

Los soberanistas fueron la formación más votada en el municipio hace cuatro años rompiendo el habitual domino de Abadiñoko Independienteak (AI), que pasó de primera a tercera fuerza y acabó aupando a la alcaldía a la segunda, el PNV, tras firmar un acuerdo de gobierno. Hace tres meses AI anunció por sorpresa su disolución abriendo las puertas de par en par a un inéditocara a cara por el poder. Pero la sucesión de actos no acaba ahí: el candidato independiente en 2019 es ahora el cabeza de lista del PSE, y a última hora ha aparecido una nueva marca apolítica –Abadiñoko Independiente Berriak– que lidera José Luis Navarro, histórico alcalde de AI durante doce años hasta que se retiró tras entregar la makila la pasada legislatura.

Bakio es otra de esas localidades en las que la hegemonía del PNV quedó finiquitada hace dos legislaturas. En este caso, después de quedar vinculado el alcalde anterior con casos de corrupción. Txomin Renteria evitó la cárcel, pero fue condenado por el Supremo en 2018 a ocho años de inhabilitación por prevaricación administrativa.

Desde 2015 la makila está en manos de EH Bildu. Hace cuatro años la coalición soberanista ganó los comicios por primera vez y se quedó a apenas tres puntos de la mayoría absoluta. Un resultado inédito que, no obstante, se tradujo en apenas un escaño de ventaja sobre el PNV que deja las espadas en todo lo alto. En ese contexto toma especial relevancia el tercer grupo de la corporación, la plataforma ciudadana Bakio Bai.

BB mantiene dos concejales desde su fundación hace ocho años, y la capacidad de decantar la alcaldía. Nacido al calor de las protestas vecinales contra las irregularidades municipales, el grupo mantiene desde 2015 un pacto de gobierno con EH Bildu.

Sopuerta es uno de los ayuntamientos del territorio en el que mayor alternancia se ha registrado al mando del ayuntamiento. Enlos últimos 40 años ha habido dominio independiente, pero también alcaldes de EA, de EH Bildu y del PNV. ¿Qué pasará el 28-M? Ateniéndonos a los precedentes más recientes se presenta una contienda a tres bandas en la que es muy probable que gobierne la lista más votada. La fórmula de la coalición tan explorada antaño permanece aparcada en el municipio los últimos cuatro años.

En 2019 las elecciones locales las ganó el PNV. Lo hizo tras duplicar sus resultados previos, pasando de 2 a 4 ediles. Los nacionalistas recuperaron una makila que no tenían desde la década de los 80, pero se han pasado cuatro años gobernando en minoría. Desbancaron a los independientes de AEI, que pasaron de primera a tercera fuerza. EH Bildu quedó segunda con los mismos concejales que la formación ganadora, pero no logró auparse a la alcaldía. Los soberanistas no pudieron cerrar un acuerdo de colaboración con AEI.

Plentzia y Gorliz siguen un camino electoral paralelo en 2023 vinculado al resurgimiento de unas candidaturas vecinales cuyo impacto en la gobernabilidad está por ver. En ambas localidades existe una larga tradición de planchas independientes, pero hasta hace apenas unas semanas parecía que por primera vez en muchos años el 28-M iba a ser un cara a cara entre el PNV, que gobierna ambas, y EH Bildu. Pero no.

En el caso de Plentzia, en 2019 se anunció la desaparición del Grupo Independientes por falta de relevo generacional. No era una formación cualquiera ya que ostentó la alcaldía entre 2007 y 2015. Cuatro años después parte de ese espacio lo va a intentar ocupar la Agrupación de Electores de Isuskiza, representantes de la zona residencial del Abanico que pide que se les escuche «de una vez». En Gorliz en febrero se anunció la desaparición del Grupo Independiente de Gorliz (GIG) tras 40 años concurriendo a las urnas pese a que aún tenía representación local, pero en abril surgió otra marca: Gorliz Bizirik.

Arrigorriaga también vivió su particular momento histórico hace cuatro años cuando EH Bildu se hizo con la alcaldía desplazando al PNV del poder por primera vez. En la lista de pugnas cerradísimas entre ambas formaciones la localidad también está subrayada en amarillo fosforito. Por la importancia y por la incertidumbre. La localidad tiene algo más de 12.000 habitantes y la victoria se decantó hace cuatro años por 43 votos.

En 2019 hubo empate a escaños, pero EH Bildu consiguió la makila tras incorporar al gobierno local a los independientes de Arrigorriaga Gara y garantizarse la abstención de la otra plataforma vecinal: los No Adscritos de Arrigorriaga (NOA), que pese al voto de confianza han formado parte de la oposición con PNV y PSE. Con la intención de movilizar al electorado los jeltzales recuperan ahora como candidato a Alberto Ruiz de Azua, que ya fue alcalde varias legislaturas. Se da la circunstancia de que Azua también es familiar de Maite Ibarra, actual regidora y aspirante soberanista.

Aunque las encuestas no auguran una lucha estrecha, el Ayuntamiento de Bilbao tampoco debe perderse de vista el 28-M. En su tercer 'asalto' electoral el alcalde Juan Mari Aburto tiene como principal objetivo intentar emular a Iñaki Azkuna y alcanzar los 15 concejales que le otorgarían una mayoría absoluta que el PNV solo ha logrado en la capital vizcaína una vez, en 2011. Aburto logró 13 escaños en su estreno hace ocho años y 14 en la última cita electoral.

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