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Joseba Urbieta ha retenido finalmente la Alcaldía de Alonsotegi después de que el único edil del PSE, Balbino Álvarez, haya apoyado su candidatura, desbancando de esta forma al aspirante de EH Bildu, Luisfer Urkiola, que representaba a la lista más votada, pero igualada a concejales ... con los jeltzales. La sesión de constitución ha estado marcada por la tensión y los insultos de algunas personas que estaba entre el público, aunque es cierto que una mayoría ha protestado en silencio, con carteles en los que demandaban «un cambio» para un municipio que vive sacudido por las sospechas de corrupción. Los tres regidores del PNV que han precedido a Urbieta están siendo investigados por delitos contra la Administración pública como malversación y tráfico de influencias (sobre dos de ellos pesa una orden de procesamiento).
El salón de plenos se ha llenado 20 minutos antes del inicio de la sesión. Decenas de personas han tenido que seguir el acto desde la escalinata. En el lado derecho del público se han sentado algunos simpatizantes jeltzales mientras que a la izquierda, en una cantidad más numerosa, han estado vecinos y militantes de EH Bildu, entre ellos Oskar Matute.
El pleno ha arrancado con un minuto de retraso. El último en llegar ha sido Balbino Álvarez, único edil del PSE. Ha sido el actor principal. Al ser el edil de más edad ha tenido que presidir una sesión que se ha ido calentando hasta que ha acabado en insultos y gritos desafiantes entre una parte del público y el candidato jeltzale.
La sensación desde el inicio es que Álvarez no iba a dar lugar a la sorpresa e iba a seguir el guión del pacto PSE-PNV. En un tono conciliador, el candidato de EH Bildu, Luisfer Urkiola, ha advertido de que se estaba a punto de a cometer «una tragedia democrática, legítima, pero tragedia», ha apuntado. También ha lamentado que «la voluntad popular se ahogue desde despachos que no están en esta localidad». En esta línea ha resaltado su malestar porque no se vaya a poder producir «una renovación» y «un cambio de rumbo». Ha alabado a los anteriores ediles de Bildu que no repiten. «Gracias por destapar los numerosos casos de corrupción que han colocado a este pueblo como todo lo contrario a un ejemplo».
Posteriormente, la secretaria ha informado de que la votación sería secreta, a petición del PSE y PNV. En ese momento, el público, que había protestado en silencio hasta ese instante, con la exhibición de carteles, ha empezado a mostrar su desagrado. Para los presentes ha sido la confirmación de que la Alcaldía caería del lado jeltzale.
Tras introducirse los votos en una urna de cartón, el recuento ha deparado a Urbieta como alcalde por 6 votos a 5. El regidor ha sacudido los brazos de alegría al saberse ganador, en una actitud que ha contrastado con el perfil que ha mantenido en los últimos años. Durante la pasada legislatura, Urbieta nunca exteriorizó sus sentimientos y siempre se mantuvo en silencio, dando por finalizados los plenos en los que se producían, una y otra vez, protestas por los acontecimientos relacionados con la corrupción.
Al tomar la makila, precisamente de manos de Balbino, los gritos e insultos han arreciado. «Dignidad», se ha oído primero. Luego, Urbieta ha tomado la palabra, pero apenas se le ha entendido la primera parte de su intervención, ahogada por las consignas en su contra: «Cobarde» o «traidor». En un gesto inédito en su trayectoria, Urbieta se ha levantado, micrófono en mano, y ha empezado a gritar al público. Ha mostrado un recorte de prensa en el que se destacaba que Bildu había desbancado al PNV en Durango. «Habéis hecho lo mismo», se ha justificado.
Posteriormente, ha dicho que impulsará «todo proyecto» que mejore la situación de Alonsotegi y ha añadido que se apoyará en «las asociaciones del municipio». También ha agradecido el apoyo del PSE, con el que se ha mostrado dispuesto a gobernar (los gritos han impedido entender esta parte de su discurso). Aunque lo que sí ha quedado claro es que, al admitir la ayuda socialista, se ha revelado como incongruente e innecesario el hecho de que el voto haya sido secreto.
Poco después de amenazar con dar por concluido el pleno, Urbieta no ha podido seguir leyendo el texto que había preparado y ha acabado agitando la makila con mucho júbilo, de una manera un tanto desafiante. Cuanto más alzaba el bastón de mando, más se enfadaba el público, en particular un vecino que le ha llamado en euskera «mentiroso» y «gorrón».
Posteriormente, los ediles de Bildu han salido del edificio y han recibido una sonora ovación. Al contrario que Balbino. El socialista se ha marchado abucheado y ha sido insultado con los calificativos de «chupóptero, cobarde, vendido y traidor».
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