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En vísperas de las elecciones, en estas mismas páginas, se le invitaba al lector a imaginar una Vitoria en la que los grandes proyectos que proponían los partidos en sus programas se acababan cimentando en el terreno firme del acuerdo. Pero la realidad siempre, ... siempre, resulta muchísimo más prosaica. Para muestra, la papeleta del domingo por la noche. Con todo, la victoria del PNV, hilvanada con el inesperado subidón de los socialistas de Maider Etxebarria, abre la posibilidad de un sólido gobierno estable en la ciudad que permita poner en marcha muchos de esos planes. De la 'Vitopía' a la Superciudad de Urtaran (y compañía).
Los resultados del domingo dejan claro que el líder jeltzale ha pescado en ese caladero de votos, más acostumbrado a vivir en aguas templadas que turbulentas, echando las redes de un discurso sosegado, amarrado en una idea fuerza, la de 'superciudad' que, más que a machacona melodía electoralista, sonaba a la eterna aspiración de Vitoria por despertar. Por despuntar. Por ocupar la posición que merece por su condición de capital. Para ello, el PNV desplegaba en su programa una batería de propuestas cargada con el voltaje de los grandes proyectos, con el auditorio, el soterramiento y la movilidad como ladrillos angulares.
24,6 millones de euros costaría el nuevo auditorio que ha prometido Urtaran en la parcela de La Senda. El apoyo del PSE no está tan claro.
Iradier Arena Es la alternativa al auditorio de los socialistas, que proponen adaptar el edificio para que pueda convertirse en el segundo gran escenario alavés, complementario al Principal, cuya reforma y ampliación costaría unos 12 millones de euros.
Goya La antigua gasolinera, una joya olvidada de la arquitectura moderna en la ciudad, aguarda un uso. Los socialistas han defendido durante toda la legislatura que es el lugar idóneo para albergar el centro Schommer, otra de las muchas deudas pendientes que mantiene Vitoria con la cultura.
La principal apuesta de Gorka Urtaran para paliar las carencias en la cultura vitoriana pasa por resucitar la idea de construir una sala sinfónica en la parcela de La Senda donde el popular Alfonso Alonso ya proyectó el malogrado auditorio de Navarro Baldeweg. Para hacerlo realidad, necesitará asegurarse los 24,6 millones que, según los cálculos de los propios nacionalistas, costaría levantarlo.
No está nada claro si a la hora de amasar y fraguar semejante inversión Urtaran podrá contar con la ayuda de Maider Etxebarria, su virtual socia preferente. Durante la campaña, la socialista rechazó la política de «infografías y maquetas». Y eso, se mire como se mire, suena más a una de arena que a una de cal -que, sí, resulta que es la buena- para el proyecto de Urtaran. En el terreno cultural, el PSE apuesta más bien por adaptar el Iradier Arena para convertirlo en el segundo gran escenario de la ciudad, destinado a los montajes de gran formato, complementario al Principal, cuya reforma ya fue el principal anhelo de la anterior concejala socialista del ramo, Estíbaliz Canto. Ella fue la primera en poner la primerísima piedra del proyecto, aunque fuera en los despachos, con ese estudio de alternativas que invitaba a soñar con un teatro adaptado y ligeramente ampliado, listo para 2023, tras destinar una inversión que, como mínimo, se dispararía hasta los 12 millones de euros.
Otro tema en el que el PNV y los socialistas parecen compartir algo más de consenso es en el bellísimo edificio de la gasolinera Goya, que pide a gritos que se le dé un uso. Con matices, ambos grupos coinciden en llevar allí el centro Schommer. Antes tendría que superar un rosario de dificultades técnicas para poder revelarlo a lo largo de esta nueva legislatura. Corre el peligro de velarse antes de ver la luz. El Gasteiz Antzokia, otra eterna promesa de Urtaran, parece tener mucho más allanado el camino para abrir sus puertas en el Palacio Ruiz de Vergara, que volverá a la vida, si se cumplen los plazos anunciados, en la primavera de 2021 tras 18 meses de obras y una inversión mucho más contenida de 2,5 millones de euros.
En el apartado aceras, adoquines y asfaltados varios, las promesas del posible nuevo gobierno transitan en proyectos ambiciosos como el impulso del parque de Larragorri o la reforma del entorno del Banco de España, a otros muchísimo más pedestres, como el lavado de cara de calles como portal de Villarreal, Abendaño o la plaza de las Burullerías. Todo, a la sombra de proyectos recurrentes como el de ese BEI que no termina de arrancar y las anunciadas ampliaciones del tranvía (la de Zabalgana, mucho más cogida con catenarias) y, por supuesto, el soterramiento del TAV llamado a horadar el presupuesto municipal.
Y, con tanto reto a ladrillo visto, parece que en los próximos cuatro años aquí pasará como en el refrán. Que Vitoria estará enladrillada... Ahora bien, ¿el regidor que la desenladrille, buen regidor será?
El domingo por la noche se quedó en Mendizorroza un terreno definitivamente abonado para su reforma. A mediados de mes la Junta de Gobierno ya había dado luz verde a la nueva concesión a 75 años del estadio, tal y como pedía el Alavés. Sin embargo, el resultado electoral podría haber condicionado la operación. Tanto EH Bildu como Podemos habían manifestado sus suspicacias -si no su oposición- a un proyecto que implicará una gran inversión. Ahora, con la victoria del PNV, se da prácticamente por segura. El PP ha dado su apoyo al proyecto y el PSE ha condicionado su apoyo a que los aficionados de atletismo tengan unas nuevas instalaciones.
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