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8.30 horas, debate de EL CORREO. 10.45, acto sobre nuestra preocupación ante el estado de las baldosas en esa calle que he tenido que mirar dónde diantres estaba en Google Maps. 12.30, mitin con el gerifalte de turno que el partido me ... ha traído. 13.30, entrevista con la periodista esa que, la muy puñetera, no me hace las preguntas que yo quiero. 14.30, comida (en realidad, un dichoso sándwich de la máquina) con mi equipo de campaña para afinar nuestra 'strategy' de 'microtargeting' dirigida a los 'floating voter' que ha detectado nuestro 'focus group' en Zaramaga. 16.00, reparto de folletos y caramelos. 17.00, reparto de folletos y globos. 18.00, reparto de folletos y flores. 19.00, reparto de folletos y macetas. 20.00, acto central de la coalición, con camaradas del Frente Popular de Judea y el Frente Judaico Popular. 21.00, ensayar frente al espejo caretos de alegría elegante para la victoria de la noche electoral. 21.05, ensayar expresiones de contenida dignidad para la derrota de la noche electoral. 22.00, caer desplomada.
Seguro que las cinco candidatas, con independencia de las siglas que estos días defienden con uñas y dientes, se sienten reconocidas en una agenda así, más que apretada, embutida en una jornada a la que le faltan horas y que los partidos exprimen al segundo. Después de 13 días de campaña, todas empiezan a estar exhaustas, achicharraditas vivas por la luz cegadora de todos los focos de la política local y vasca y, ratos, también por los destellos de la nacional. Porque aquí, en Vitoria, ya lo decía la encuesta de este periódico, es donde se juega la partida de verdad, la más ajustada.
No está muy claro si la cosa iba de jugar al mus, porque algunas se han dedicado a lanzar órdagos a granel. O de póker, porque otras no han parado de poner cara de ídem ante los ataques de sus contrarias. Pero el asunto es todas querían conocer bien las reglas del juego. «El minuto que nos dais, ¿es para cada bloque?», preguntaba la candidata de Elkarrekin Podemos, Garbiñe Ruiz. «¿Y ese minuto, ¿también se agota en las contrarréplicas?», hilaba fino la socialista Maider Etxebarria. Fueron las presentadoras del debate, las periodistas Marta Madruga y Olatz Barriuso, las encargadas de despejar dudas y, como crupieres, repartir cartas.
La primera en llegar a la partida, 34 minutos antes del inicio del debate, fue Maider Etxebarria, 'escoltada' por su equipo de cinco asesores. Acto seguido apareció en solitario la candidata del PP, Ainhoa Domaica, a la que después se le sumó su responsable de campaña. «Está emocionante», comentó la popular. «Lo que sabemos es que una mujer va a ser (la alcaldesa)», respondió la socialista. Y lo cierto es que este fue el único comentario que se escuchó en toda la mañana sobre el hecho de que todas las aspirantes en liza sean mujeres. No hay síntoma más claro de que la situación tiene bien poco de excepcional y sí mucho de normal.
Apareció la candidata del PNV, Beatriz Artolazabal y saludó con un par de besos a sus contrincantes. No hubo besos pero sí sonrisas a la llegada de las aspirantes de EH Bildu, Rocío Vitero, y Podemos, Garbiñe Ruiz. Ya todas juntas, pasaron al plató donde, en un corrillo, comenzaron a hablar de lo único en lo que, probablemente, coincidan las cinco: lo hartas que están de las agendas maratonianas de estos días tan intensos.
Ya colocadas en los atriles, ensayos de sonrisas Profident para las fotos, asistentes colocando el cuello díscolo de esa blusa, repaso rápido a los papeles... Y en esas, Garbiñe Ruiz cerró los ojos y (ommmm) se tomó un instante, brevísimo, para meditar y calmar los nervios antes de que se encendiera la luz roja de un debate de hora y 16 minutos en el que Domaica y Etxebarria se liaron a desenrollar alfombras rojas (la una para los emprendedores y la otra, para el Gobierno vasco) y Artolazabal insistió en que ella no es ninguna advenediza y que ha pisado mucha moqueta política. Fue de guante de seda, sí, pero con pespuntes de esparto,
«Hale, goazen!», espetó la jeltzale Artolabal nada más terminar, «Hale, goazen!», poniendo pies en polvorosa de camino al siguiente acto de esa agenda atiborrada que tienen que afrontar todas. Solo quedan cuatro días. Tras el debate de EL CORREO, ahora sí, todos los naipes están ya sobre la mesa. ¿Quién tendrá la mejor mano? ¿Quién habrá jugado mejor sus cartas? Veremos el domingo.
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