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Estas cinco mujeres quieren ser la primera alcaldesa de Vitoria
Elecciones Municipales y Forales 2023

Estas cinco mujeres quieren ser la primera alcaldesa de Vitoria

Presentamos a las cinco candidatas de los partidos con representación en el Ayuntamiento para liderar el gobierno local vitoriano

Viernes, 12 de mayo 2023, 01:25

Vitoria sabrá al filo de la medianoche del 28M cómo se llamará la primera alcaldesa de su historia. Las cinco formaciones con representación en el Ayuntamiento de la capitala alavesa presentan a una mujer como cabeza de lista, lo que hasta hace apenas unos meses parecía imposible. Estas son las cinco candidatas a alzar el bastón de mando de la política local.

Beatriz Arolazabal PNV

Bogadora del partido

Lo dice ella a machamartillo. Es una mujer de partido «con un profundo sentimiento nacionalista». Le viene de cuna. Nació en el seno de una familia afiliada al PNV que se trasladó desde Gipuzkoa a Vitoria y creció en el barrio de Zaramaga, donde sus padres regentaron el batzoki. Esa fidelidad sin fisuras es la que le llevó a aceptar en octubre a propuesta del ABB una patata caliente: relevar a Gorka Urtaran como cabeza de lista de la formación jeltzale al filo de la precampaña. Ni una semana le dieron para hacer una transición suave. Se convirtió en la mujer ubicua. Beatriz Artolazabal (1970) es licenciada en Ciencias Económicas y Empresariales por la UPV/EHU. Llegó al Ayuntamiento de Vitoria como concejala en 2000 y salió en 2008 para llevar las cuentas del hospital Santiago y más tarde las de Osakidetza. Dejó el Servicio Vasco de Salud en 2015 para ser diputada de Servicios Sociales en la Diputación de Álava, un paso fugaz y delicado, ya que justo entonces estalló el escándalo de la trama de prostitucion de menores tutelados y fue criticada por su tardanza en reaccionar. Salió pronto del Palacio de la Provincia y acudió a la llamada de lehendakari Urkullu a ocuparse de Empleo y Asuntos Sociales. Tras la reforma de Lanbide, sumó Justicia a sus cargos y llevó el mando de la transferencia de prisiones.

Iñaki Cerrajería

Ahora se mete en la arena municipal, en la plaza más reñida de Euskadi. Artolazabal tiene la complicada papeleta de apostar por la continuidad y al mismo tiempo marcar impronta sin hacerle un feo en público a Urtaran, con quien tiene un «vínculo muy estrecho».

La candidata ha ganado soltura en estos meses. Su discurso en público es más fluido. Contesta con una sonrisa a la pregunta del millón y una de las más incómodas: vive en otro Ayuntamiento, en Arrazua-Ubarrundia, y no podrá votarse a sí misma. No va a mudarse, lo que asegura no le resta ni un ápice de «ilusión» por la ciudad en la que ha crecido y que está a tiro de piedra de su pueblo. Cumplirá obediente el mandato de su partido de ser , «ejemplar» y «no caer en la autocomplacencia». Lo hará porque ella es disciplinada. Asegura que además de comprometida es «exigente y rigurosa». Sus colaboradores más estrechos destacan su gran capacidad de trabajo y está grabado que uno de los verbos que más conjuga estos días en sus intervenciones es «escuchar».

Concejala rasa, alto cargo en Osakidetza, diputada foral, consejera... La candidata del PNV acepta todos los retos aunque no lleguen en el mejor momento

Es muy familiar (tiene dos hijos adolescentes), aficionada a dar paseos por el campo con sus perros y cuando puede coge el kayak para disfrutar remando en los embalses del Zadorra. Pero ahora está concentrada en bogar por el partido.

Maider Etxebarria PSE-EE

Corredora de fondo

Dio la campanada en las elecciones de 2019, cuando su lista logró dos concejales más de lo esperado y ahora su nombre está en las quinielas. Era una desconocida en mayo de hace cuatro años y ha conseguido que en la ciudad le conozcan por su nombre de pila, Maider. Algo así como muy familiar. La candidata políglota del PSE -habla con fluidez inglés, alemán y francés y se defiende en euskera e italiano- desembarcó en la picajosa política municipal los pasados comicios de 2019 desde la dirección de Turismo del Gobierno vasco. Los socialistas se habían fijado en la soltura y desparpajo de esta filóloga, diplomada en turismo, empresaria y guía oficial y le ofrecieron relevar al veterano Peio López de Munain, que se jubilaba. Ese soplo de aire fresco dio resultado y la formación roja obtuvo dos concejales más de lo previsto y empató a seis con EH Bildu. Quizá entonces se debiera a cierto 'efecto Sánchez' -en Vitoria el partido que gobierna en Madrid suele tener ventajas- pero no quedó muy lejos del PNV. A menos de 2.500 votos. Y ahora, Maider Etxebarria (1976) está bien colocada en las quinielas electorales. Es una de las posibles futuras alcaldesas, a tenor de las primeras encuestas.

Iñaki Cerrajería

La candidata socialista no para quieta. Es toda energía, lo que no le impide propugnar una y otra vez el «cambio tranquilo». Y lo va a luchar, porque quienes la conocen dicen que es muy peleona. Maider Etxebarria coge el cronómetro y sale a trotar por los alrededores de su barrio, Ariznabarra, cuando tiene tiempo (a veces con sus dos hijos), y quizá su táctica política sea la de una corredora de fondo. Siempre sonríe y como buena guía no pierde detalle de nada. Está atenta a todo a su alrededor.

Cuando el PSE y el PNV llegaron a un acuerdo de gobierno para dirigir al alimón el Ayuntamiento de Vitoria, asumió ser la 'número dos' o primera teniente de alcaldesa y concejala de Promoción Económica, Empleo, Comercio y Turismo, cartera que le venía como anillo al dedo, aunque haya quien piense que no es la mejor para lucirse en el plano de la política municipal. Pero ha llevado la voz cantante en todos los demás temas y en los últimos meses, en la recta final esta legislatua, se ha enfrentado al PNV en cuestiones que van a dar que hablar en estos próximos cuatro años: el polémico centro de refugiados que se abrirá en la vieja clínica de Arana, el trazado del tranvía hacia Zabalgana o la conexión Vitoria-Pamplona del TAV.

Dio la campanada en las elecciones de 2019, cuando su lista logró dos concejales más de lo esperado y ahora su nombre está en las quinielas

Se sabe condenada a los pactos en un Ayuntamiento donde la mayoría absoluta es casi una utopía. Para desestresarse, además de correr, es más que posible que se ponga los cascos y escuche a uno de sus cantantes preferidos, Bruce Springsteen, con quien coincidió no hace tanto, cuando trabajó para el equipo que montaba uno de sus conciertos en San Sebastián.

Rocío Vitero EH Bildu

La política que va al grano

En 2015, Miren Larrion era la única candidata a alcaldesa mujer de los seis partidos con más opciones de lograr representación (incluido Ciudadanos). EH Bildu alentaba a los votantes a apostar por una alcaldesa feminista. Ocho años después, ese ya no es un plus para la formación abertzale. Rocío Vitero (1980) no es la única mujer que encabeza una lista municipal pero sí la que tiene el perfil social más marcado. Graduada en Trabajo Social, tiene un máster en Exclusión, Integración y Ciudadanía y otro en Salud Mental comunitaria. Ha sido coordinadora de la Comisión Antisida de Álava (Sidálava), ha trabajado con personas mayores y presos, y ha llevado las riendas del centro municipal de acogida Aterpe. Cuando habla, va al grano. Despoja su discurso de todo tipo de lenguaje burocrático o de escuela de negocios y se hace entender. Es porque, dice, ha llegado para defender «las necesidades reales» de la ciudadanía entre las que prioriza la vivienda, las medidas contra la emergencia climática y las relacionadas con la justicia social.

Iñaki Cerrajería

Llegó al Ayuntamiento de Vitoria como independiente pero bien posicionada. Iba de número dos en una lista que apostaba alto. Larrion dio la Alcaldía al PNV en 2015 para echar a Maroto y aspiraba a ganar en 2019. La coalición abertzale, con un voto fiel en Vitoria, quería romper techos y atraer votos de otras formaciones de izquierdas con más problemas. Quedaron terceras con el 20,5% de los apoyos. O sea, 24.529 papeletas.

Vitero ha logrado mantener el tirón pese al duro golpe que fue para EH Bildu el derrumbe de Larrion tras un problema de salud mental que le llevó a usurpar la identidad de una compañera. Además de hacer una contundente oposición en políticas sociales, ha liderado las áreas de Hacienda, Promoción Económica y Empleo. Se ha desenvuelto con nota y ha acabado la legislatura enmendando los últimos presupuestos de Gorka Urtaran. Es la candidata mejor valorada por los ciudadanos según una encuesta municipal. Saca un 5,78 de nota, tres décimas por encima de Artolazabal.

Hija de inmigrantes zamoranos, procede del ámbito social donde ha trabajado con afectados por sida, mayores y presos y ha dirigido el Aterpe

Su lista es joven, ya que ninguno de los primeros seis candidatos supera los 50 años de edad. Vitero admite que le gusta hablar, «pero mucho más escuchar; hay que escuchar». Rompe una lanza por sus orígenes -«mis padres vinieron de un pueblo de Zamora, soy de una familia trabajadora y desde pequeña he aprendido a valorar las cosas»- y si tiene que hablar de pactos postelectorales deja una puerta abierta a posibles acuerdos de gobierno con los partidos de izquierdas al tiempo que abre otra a ententes con los nacionalistas.

Ainhoa Domaica PP

Gestora de la dificultad

«Soy de Ayuso y de Almeida y creo que sus medidas se pueden trasladar aquí». Así se manifestó Ainhoa Domaica (1971) en septiembre de 2021 cuando la renuncia voluntaria de Leticia Comerón le convertía en la líder del PP en el Ayuntamiento. Desde entonces ha montado el atril en innumerables rincones de la ciudad para sacar los colores al BEI, a Osakidetza por su manera de organizar PACs y urgencias y a la paquidérmica burocracia del urbanismo local. Suyas son las 'licencias exprés', dos palabras que son como una alegoría a su impacencia por acabar, dice, con la «decandencia» de la ciudad. Ha hecho bandera de la «libertad» y de la «flexibilidad» a la hora de facilitar terrazas en hostelería y viviendas.

Iñaki Cerrajeria

Domaica, abogada especialista en derecho jurídico económico y mediadora, comenzó su periplo laboral defendiendo a mujeres víctimas de violencia machista y es la candidata con más experiencia en la gestión de lo local ya que, además de ser juntera y concelaja de a pie, ha tenido responsabilidades de gobierno y con Ramón Rabanera (que cierra simbólicamente su lista) fue diputada de Asuntos Sociales hasta 2007, cuando regresó al Ayuntamiento para sustituir a Alfonso Alonso, derrotado en las urnas por el socialista Patxi Lazcoz. Volvió a la gestión con Javier Maroto en 2011 al mando de Políticas Sociales, Personas Mayores y Empleo. Tiene, por tanto, sensibilidad social y, al mismo tiempo, una espalda bien cubierta para abordar todo tipo de asuntos espinosos.

El PP alavés deposita su confianza en su gran bagaje. El reto es recuperar los 13.000 votos que se volatilizaron en mayo de 2019 y que hicieron que los populares, que tenían en Vitoria su bastión más estratégico en el País Vasco, pasaran de nueve a cinco concejales. Mandaba entonces en Génova Pablo Casado.

Curtida en la defensa de mujeres víctimas de la violencia machista y en mediación laboral, ha gobernado en Vitoria y Álava en minoría y con escolta

Ainhoa Domaica quiere ser alcaldesa y se ve con opciones. Esta profesora de Derecho en la Formación Profesional para el Empleo, casada y con una hija, es muy reservada con su vida privada. Tuvo que vivir con escolta y los fantasmas de aquel miedo a que les pasara algo a los suyos ahí quedan. Son situaciones que no se olvidan, dicen quienes como ella se vieron en la diana. Cuando quiere desconectar y tiene el impuso de guardar la agenda en el cajón, pasea, viaja a otras ciudades para conocer su historia, costumbres o su gastronomía «y traerme a Vitoria lo que hacen en otros lugares» o echa la tarde haciendo manualidades con su hija. Y si le queda tiempo para ella, customiza moda. «Soy muy creativa y me gusta transformar ropa, reaprovechar las telas y los complementos para personalizarla».

Garbiñe Ruiz Elkarrekin Podemos

La defensora de los jóvenes

Cuenta Garbiñe Ruiz que el movimiento 15-M y toda aquella indignación le pilló en un momento en que no le daba la vida, cuando compaginaba dos trabajos para subsistir, aunque miraba de reojo la evolución de las acampadas. Un poco más tarde ya sí colaboró de manera más pragmática con el nacimiento de Podemos, entre otras cosas ayudando a su padre a pegar carteles por toda la ciudad. El tiempo ha pasado volando desde aquel mitin de Pablo Iglesias en la plaza de España que tanto le arrebató hasta la reciente foto de empoderamiento feminista sobre un estrado con Irene Montero y Ione Belarra con motivo del 8-M.

Iñaki Cerrajería

La candidata de Elkarrekin Podemos (1983) ocupaba el puesto número cuatro de la lista de la coalición morada y verde en las elecciones de 2019. Los 11.774 votos de los vitorianos les dieron para tres concejales. Pero la renuncia de su cabeza de lista, Fernando López Castilllo, por motivos de salud hizo que subiese al pleno y tuviese que aprender de golpe y porrazo cómo se las gastan en las comisiones municipales y lo incómodos que resultan los sillones en esas sesiones plenarias interminables.

Es estos años se ha preparado los asuntos de promoción económica y empleo, comercio o turismo pero de un tiempo a esta parte ha empezado a hablar con más fluidez de movilidad, de Plan General y de pactos. Es realista. Elkarrekin Podemos tiene casi imposible gobernar pero lo que a la formación le parece totalmente alcanzable es poder «influir». Pone en valor la importancia de lo pequeño y recuerda que con Óscar Fernández al mando (será su número dos) han dado pasos a favor de la gratuidad de las escuelas infantiles o para frenar las expansión de la ciudad en un momento de emergencia climática.

Defensora a ultranza de lo LGTBI y de la Ley de Igualdad de Montero, apela al voto de los que son como ella. Es decir, parejas de jóvenes o singles que viven en barrios de Vitoria, que llevan a los niños a los colegios públicos, que se apañan como pueden con sueldos normalitos «y que quieren una ciudad más habitable», menos consumista, más cooperativa y de energías limpias.

15-M, feminista, ecologista... Esta experta en arte contemporáneo multiempleada enarbola las banderas de los que quieren una «Vitoria más habitable»

Garbiñe Ruiz tiene dos hijos pequeños, muchas horas de parque a sus espaldas y varios oficios. Es licenciada en Bellas Artes por la UPV/EHU, especializada en restauración de arte contemporáneo. Pese a haber trabajado en este campo, dio volantazo a su carrera y se fue a lo sanitario, a ejercer como técnica de radiodiagnóstico y medicina nuclear en un hospital al que espera volver. Pero además, ha trabajado como dependienta de una marca de moda, por lo que dice, sabe muy bien cómo son las condiciones laborales que sufren los jóvenes vitorianos.

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