La 'Álava rural' busca soluciones en las urnas para luchar contra la despoblación

La provincia ha logrado capear hasta el momento con este problema. De hecho, la zona rural -es decir, todos los municipios menos Vitoria, Llodio y Amurrio- ha aumentado en número de habitantes desde 2019. Según los últimos datos de padrón, se ha pasado de 51.843 a 53.317 censados, esto supone un 2,84% más. Todas las cuadrillas han experimentado un aumento, salvo Ayala que se mantiene en cifras muy similares a las del inicio de la legislatura.

Aunque el reto demográfico al que se enfrenta Álava no sea de la magnitud de zonas como Teruel, Soria o Zamora, nadie quiere descuidarlo. La Diputación encargó esta legislatura un estudio a la profesora de la UPV Mari Cruz Porcal que ha evidenciado que el 60% de los 426 núcleos de población que existen en la provincia tienen menos de 50 habitantes, 145 (un tercio del total) ni siquiera superan los 25 vecinos y 45 (el 10%) están en «riesgo muy alto de despoblación». El análisis trata principalmente de concejos, pero destaca la situación particular de dos ayuntamientos: Valle de Arana y Lagrán.

«El retroceso demográfico de los últimos veinte años no es un fenómeno generalizado, sino que afecta principalmente a los pequeños municipios y las áreas ya de por sí menos pobladas», apuntaba Porcal, que es doctora en Geografía. Pero el problema no es que exista un éxodo a la ciudad desde los pueblos, sino que sus vecinos envejecen, los fallecimientos aumentan y existe una falta de nacimientos.

Otra de las amenazas para fijar población es la pérdida de la actividad agrícola y ganadera. Ahora queda por ver cómo afecta la crisis que sufre el primer sector como consecuencia de la guerra de Ucrania y los crecientes efectos del cambio climático sobre las cosechas, lo que consecuentemente está encareciendo los precios de las materias.

El quid es atraer a los jóvenes y el dilema es cómo se consigue. La respuesta no es sencilla. Las Juntas Generales han aprobado en la última legislatura una serie de deducciones y ayudas, pero nadie puede creer que sean la solución definitiva para animar a los jóvenes para que desarrollen su proyecto de vida lejos de las principales urbes de la provincia.

Los candidatos a regidor en los núcleos más pequeños del territorio coinciden en la necesidad de construir casas. «La dotación de viviendas, con unas políticas orientadas a proporcionar facilidades para su adquisición, alquiler y rehabilitación, y la accesibilidad son dos factores clave. En lo que llevamos de siglo XXI se ha detectado un freno del retroceso demográfico en algunas zonas con buena accesibilidad, en expansión y con un dinamismo en su parque residencial», planteó Mari Cruz Porcal en su estudio. En ese sentido habló de los ejemplos de Izarra, Murguía, Legutio, Nanclares de la Oca, Alegría o Elburgo. Todos estos pueblos coincide que están a menos de 25 minutos de Vitoria, lo que también facilita la estancia de familias. El reto, por lo tanto, es para todas aquellas que se sitúan lejos de ese radio de influencia.

Muchos de los alcaldables también reclaman la necesidad de mantener servicios -tales como consultorios médicos o cajeros automáticos- y negocios. «Un pueblo sin bar no es un bar», sentencia José María Armentia, candidato en Berantevilla. No es un asunto baladí. Lagrán, uno de los dos ayuntamientos que se encuentra en 'alerta roja' por despoblación, sufre esa misma carencia y el Ayuntamiento no ha parado de recibir llamadas desde que se publicó su oferta para ceder el local hostelero y una vivienda a cambio de sólo 200 euros. Esto supondrá la llegada de nuevos vecinos.