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O. B. de O / C. B.
Jueves, 7 de noviembre 2024, 01:14
Para sorpresa de todo el mundo, cuando Donald Trump terminó su discurso de la victoria en la noche electoral no llamó a ningún miembro de su familia ni a su vicepresidente ni a ningún líder republicano. El primer hombre al que concedió la palabra fue ... al rudo y multimillonario Dana White, el dueño de la Ultimate Fighting Championship (UFC), la lucha sin reglas que se ha adueñado del espectáculo deportivo en todo el mundo. Y White, con su voz de comentarista de boxeo dopado, le elogió como si fuera uno de sus luchadores. «No han podido detenerlo. Él siempre va hacia adelante. Él no se da por vencido. (...) Esto es karma, damas y caballeros», gritó.
White es el dueño de un imperio mediático global centrado en las peleas sin límites. Su vida es la de un hombre hecho a sí mismo que pasó de dar clases de aerobic en Las Vegas a organizar veladas de boxeo y, tras conseguir financiación, renovar la UFC cuando era un reducto de chiflados de la lucha condenado a desaparecer. La unión con Trump comenzó cuando el magnate le mostró su apoyo hace más de dos décadas, pero hay algo más profundo. Ambos conocen el poder de la televisión y la capacidad que tiene el drama y la competición para pegar a los espectadores a la pantalla.
Durante la campaña, White se volcó en ayudar al magnate y le consiguió apoyos mediáticos en el mundo de la lucha. De esa forma Trump accedió a millones de espectadores adictos a la testosterona que representan valores de moda en un espectro de la juventud: masculinidad exacerbada mezclada con la retórica de la victoria y la épica del sufrimiento.
Más allá de Dana White, la fotografía permite ratificar el peso de Lara, la mujer de Eric Trump, tercer hijo del presidente: está situada directamente a la derecha del magnate, lo que para algunos analistas es garantía de su futuro poder en el Gobierno. También tiene una notable visibilidad, con su vestido rojo, Kimberly Guilfoyle, la novia del primogénito Donald Trump. Jr. Esta exfiscal estuvo casada con Gavin Newson, el gobernador demócrata de California, que sonó como sustituto de Biden cuando este se echó a un lado de la carrera presidencial.
El acto también brindó un fugaz momento de protagonismo a los dos cerebros grises de la campaña de Trump, por quienes el reelegido presidente manifestó su «tremendo aprecio». Justo después de la intervención de JD Vance, Trump quiso que pronunciase unas palabras Susie Wiles, pero fracasó en el empeño: «A ella le gusta mantenerse atrás. La llamamos la dama de hielo», comentó el líder republicano, que, a continuación, citó a Chris LaCivita, quien sí hizo uso del micrófono.
Wiles y LaCivita son algo así como los arquitectos de la victoria de Donald Trump, dos personajes de perfiles prácticamente opuestos que suman su profundo conocimiento del sistema político estadounidense. Wiles es la jefa de gabinete de Trump, un puesto que históricamente ha sido de alto riesgo: el líder republicano es bien conocido por prescindir de ellos a un ritmo endiablado, en cuanto algo le incomoda, pero ella ha aguantado tres años y todo parece apuntar a que seguirá desempeñando la tarea en la Casa Blanca. Discretísima y disciplinada, estuvo detrás de las exitosas campañas a gobernador de Florida de Rick Scott y Ron DeSantis y también propició la victoria de Trump en ese estado en 2016. Dicen de ella que es un contrapunto necesario a los excesos de su jefe, una dosis de equilibrio y sensatez que permite que las cosas funcionen en vez de explotar.
LaCivita, un veterano estratega republicano, es una figura con más zonas oscuras. Su nombre empezó a sonar a nivel popular en 2004, como impulsor de la campaña de difamación que cuestionó el historial militar del candidato John Kerry. Frente a la mesura pública de Wiles, LaCivita no duda en atacar ferozmente a los adversarios políticos y, en consonancia con ello, alienta la agresividad de su candidato.
Una reciente exclusiva de 'Daily Beast' reveló que su consultora se ha embolsado 22 millones de dólares por dos años de trabajo con Trump. Según se ha publicado, la noticia indignó al propio magnate, que estuvo a punto de despedir a LaCivita, pero parece que los resultados electorales han disipado el enfado. «Quiero dar las gracias, obviamente, al presidente por este viaje -dijo el asesor en su intervención-. Ha sido un candidato extraordinario y va a ser un 47º presidente extraordinario»
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