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La resaca dulce del PP tras las elecciones catalanas dejó ayer dos lecturas claras. La primera de ellas y más importante, que los de Alberto Núñez Feijóo no apoyarán a Salvador Illa -ganador de los comicios- si los socialistas no rompen puentes con las formaciones ... independentistas que sustentan a Pedro Sánchez en la Moncloa. Y la segunda, que el resultado obtenido en la cita electoral -donde los populares han pasado de tres a 15 diputados-, creen a ciencia cierta en Génova 13, supone un antes y un después en su empresa de apear a Sánchez lo antes posible del Gobierno.
«De caer de manera continua y precipitada a subir de manera vertiginosa», resumía Borja Sémper, vicesecretario de Cultura y portavoz nacional del partido, en una rueda de prensa convocada en la sede del partido tras el comité de dirección. Alicia Sánchez Camacho -con 19 diputados y el 12,97% de votos- batió el récord popular en la comunidad en 2012. Y ahora, con Alejandro Fernández como candidato y con Feijóo al frente del partido a nivel nacional, los populares se han aproximado a ese registro.
La conclusión en el PP es nítida. «Hemos crecido por el centro mientras el Partido Socialista se escora hacia posiciones del independentismo y roba votos a ERC. El PP se queda con los seis diputados de Ciudadanos y otros seis que vienen del PSC. La recuperación del partido en Cataluña era importante para volver a la Moncloa», describían ayer fuentes populares a este periódico.
El expresidente gallego, de hecho, ha repetido de forma insistente desde su llegada a la presidencia del PP que volver a ser importantes en Cataluña resulta imprescindible para alcanzar el Gobierno nacional. Y por ello mismo Sémper aprovechó en la jornada de ayer la ocasión para tildar de «gigante» el paso logrado por el partido en un territorio que se le había hecho hostil. A su juicio, el crecimiento de los populares demuestra que «el cambio» cada vez está más cerca y que ellos representan la «única alternativa a este ciclo de inestabilidad y desgobierno» que representa el Ejecutivo que preside Sánchez. Un Sánchez al que lejos de ver afianzado, la dirección de Feijóo encuentra «más dependiente aún del independentismo» ante las dificultades de Salvador Illa para poder gobernar.
Los populares no comprometieron ayer de forma explícita su posición final cuando el nuevoParlament afronte la hoy incierta legislatura. Pero optaron por desplegar un cordón sanitario sobre su posición -que Sánchez debe romper sus nexos con el secesionismo en caso de necesitar el aval de sus 15 escaños para investir a Illa- ante la posibilidad de que proliferen voces como la de Alejo Vidal-Quadras, quien aboga ya desde su ascendiente en el ecosistema de la derecha por que el PP y Vox hagan presidente al líder del PSC para rematar la caída del secesionismo. Una presión que los de Feijóo no piensan asumir después de haber propiciado, sin pacto alguno como contrapartida, que el socialista Jaume Collboni conquistara la codiciada Alcaldía de Barcelona.
En ello incidió Alejandro Fernández, quien aseguró que «darle a Salvador Illa nuestros votos para que luego Sánchez siga haciendo sus acuerdos con Puigdemont... eso no va a ocurrir». Y en paralelo, Sémper deslizaba desde Génova que Sánchez -dados los «antecedentes»- puede «sacrificar» a Illa para hacer presidente a Puigdemont dada su dependencia de los siete escaños de Junts en el Congreso.
«Las dudas son más que razonables conociendo los antecedentes de Sánchez», apuntó el portavoz nacional del PP. «Cuando la ecuación está entre el señor Sánchez y Puigdemont, cualquier cosa puede pasar», aventuró. Entre los de Feijóo, donde la euforia impera tras el balón de oxígeno que les ha otorgado el escrutinio en la plaza electoral catalana, cunde la impresión de que Moncloa acabará cediendo para no romper con el secesionismo del que cuelga la continuidad de la legislatura española.
La interpretación de los populares de su resultado de este domingo pasa por subrayar que creen haber crecido a costa del electorado descontento de los socialistas. «Sánchez ha expulsado del PSOE el voto del centro, un voto que recoge el PP (...)», quiso subrayar Sémper. «Nuestro partido crece por el centro, con votantes moderados que apuestan por la moderación y por el reformismo y que confían en el PP para un cambio de rumbo en España más pronto que tarde», remachó, antes de ensalzar el hecho de que Dolors Montserrat, directora de campaña de los populares en Cataluña, sea la candidata para las elecciones europeas del próximo 9 de junio después del éxito en estas autonómicas.
Lo cierto es que la candidatura de Fernández ha superado las expectativas que no pintaban tan airosas la víspera de los comicios. Los de Feijóo han sido quienes más han crecido en escaños -cierto es que partían de un doloroso suelo de tres asientos en el Parlament- y en porcentaje relativo de votos. Y eso también disipa en gran medida las dudas que en la dirección nacional albergaban respecto al propio Fernández, que fue designado candidato ante la imposibilidad de convocar un congreso extraordinario por el adelanto electoral forzado por el president Aragonès.
Preguntado al respecto, Sémper optó por dar largas al asegurar que «lo último que piensan en el seno de los populares es en celebrar congresos». Como evasivo se mostró sobre el aguante de Vox: «Nosotros crecemos por el centro». Pero sí que diferenció a su partido de la formación de Santiago Abascal por contraposición: «La clave del éxito futuro es seguir creciendo, ofreciendo alternativas moderadas y sensatas para España». Para el portavoz de los populates, el resultado de las catalanas también supone espaldarazo al bagaje de Feijóo.
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