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Euskadi se juega en los próximos meses más de 1.200 millones de euros con el plan industrial y de negocio que proyecta Mercedes-Benz para la planta de Vitoria. Es la cantidad de dinero que pretende invertir la multinacional alemana en la principal industria ... vasca, que emplea de manera directa a 5.000 trabajadores, para transformar la fábrica, duplicar su capacidad, incrementar la producción de manera considerable con la llegada incluso de nuevos modelos de furgoneta y generar actividad y empleo durante los próximos veinte años. Este proyecto «nos exige estabilidad, planificación y unión de fuerzas», resumió ayer Iñigo Urkullu durante su intervención en la asamblea de la patronal alavesa SEA.
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Y delante de una nutrida representación política, empresarial y también sindical con integrantes de UGT y CC OO, anunció que en julio viajará a Alemania para reunirse en la sede central de Mercedes en Sttutgart con el primer ejecutivo, Ola Källenius, y trasladarle el compromiso institucional de Euskadi con su planta industrial más relevante. El objetivo del lehendakari es garantizar la llegada a Vitoria de esa multimillonaria inversión que puede traer consigo un «proyecto de importancia estratégica. Sería un gran paso para la transformación de toda la industria del automóvil y la consolidación de la planta de Mercedes como una de las más competitivas de la compañía en el mundo».
La factoría alavesa tiene una repercusión del 5% en el PIB de Euskadi y el conjunto de la industria vasca del automóvil, entre un 17% y un 20% del Producto Interior Bruto. Por ello, el jefe del Ejecutivo de Lakua tiene claro que «estamos ante una oportunidad para los 5.000 trabajadores directos y los 30.000 indirectos», que a su juicio puede «garantizar el futuro de las más de 600 empresas proveedoras de componentes» para Mercedes que hay en el País Vasco.
Esta inversión de 1.200 millones de euros depende del incremento de la flexibilidad en el nuevo convenio laboral que ahora negocian empresa y sindicatos y cuyo acuerdo no parece fácil. Los representantes de la plantilla han rechazado de entrada la última propuesta que les trasladó la dirección el jueves y la consideran un «retroceso» respecto a la anterior presentada en marzo. «Nos habla ahora de una subida salarial del 1,5% entre 2022 y 2026 cuando antes era del 2,5%. Vamos para atrás», han denunciado portavoces sindicales.
Urkullu espera que la dirección y el comité de Mercedes resuelvan sus diferencias porque «han demostrado capacidad para afrontar un proceso de negociación». El marco de estabilidad en las relaciones laborales «es una garantía de futuro». Las administraciones vascas realizarán el esfuerzo «necesario» para facilitar ese acuerdo que se antoja clave y así hacer realidad «este gran proyecto industrial».
En este sentido, el diputado general de Álava, Ramiro González, también consideró clave la estabilidad en el ámbito social para mantener la competitividad del territorio y desarrollar planes industriales de calado y largo recorrido como el que pretende Mercedes. Eso «pasa por el diálogo y el acuerdo entre empresas y trabajadores que cristalice en la firma de convenios. La capacidad de pacto sobre las condiciones laborales resulta imprescindible para dar confianza a los proyectos empresariales». Mientras que el presidente de SEA-Empresas Alavesas, Pascal Gómez, que tuvo palabras de agradecimiento hacia UGT y CC OO, aseguró por su parte que «necesitamos sindicatos modernos, vivos y valientes que miren por el mantenimiento del empleo y piensen en el futuro».
En el discurso que cerró la asamblea de SEA, el lehendakari insistió en el mensaje de «autocomplacencia cero» por parte de su Gobierno, porque «éxitos pasados no son garantía de éxitos futuros». Urkullu rebajó el tono crítico con el colectivo Zedarriak que sí mostró hace un mes en la reunión de los empresarios vizcaínos -ayer citó a ese grupo de trabajo en un listado de organizaciones a las que agradeció sus aportaciones-, y afirmó que «el liderazgo no es un puesto que se alcanza y se mantiene de forma vitalicia. Hay que ganarlo día a día en una carrera permanente de esfuerzo y colaboración público-privada».
A su juicio, el escenario actual es de «complejidad» por el momento de «inquietud» a nivel mundial y la situación requiere de «prudencia». Pero reiteró que «sin ánimo alguno de autocomplacencia, hay que decir que llevamos siete trimestres de crecimiento, contamos con 986.000 personas cotizando a la Seguridad Social, el paro se sitúa en el 9,1%, las exportaciones crecieron un 11% en marzo y la actividad industrial un 3,5% en abril… Además, la estructura empresarial en Euskadi ha aprendido de crisis anteriores. Gracias al espíritu de colaboración público-privada estamos consiguiendo superar las consecuencias de la pandemia y los efectos indirectos de una guerra en el corazón de Europa».
Emocionado, contento y orgulloso. Así subió Roberto Larrañaga a recoger al primer premio 'Compromiso Empresarial' que concede SEA. El expresidente de Confebask, ya retirado también de su actividad profesional en el mundo de la construcción, se acordó de su mujer, Estitxu, y sus hijos, Jon y Leire, a quienes no ha dedicado todo el tiempo que hubiera querido por su implicación con el mundo empresarial. Larrañaga quiso poner en valor a las organizaciones «como un agente social de referencia que trabajan de forma desinteresada en favor de los empresarios y la sociedad».
El lehendakari Urkullu le felicitó por ser un «ejemplo en el impulso a los valores de los empresarios: visión, riesgo, tenacidad, trabajo en equipo, entrega... El Gobierno y las instituciones vascas hemos agradecido siempre tu dedicación, colaboración, empatía y compromiso».
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