La Trinca, caracterizados de cavernícolas para su programa 'Tariro, tariro'.
Música económica

Cuando La Trinca le sacaron los ojos al gravamen sumergible

El trío catalán publicó 'El IVA hecho fácil' en 1986 como su descacharrante aportación a la campaña para divulgar el nuevo impuesto, «moderno porque sí»

CARLOS BENITO

Sábado, 1 de febrero 2020, 23:33

Unos dirán que por suerte, otros que por desgracia, pero el caso es que hemos perdido la tradición de comentar la actualidad a través de canciones cómicas. La mantienen, eso sí, las murgas y chirigotas de algunos carnavales, pero hubo un tiempo en el que ... se trataba de un fenómeno masivo y tremendamente popular: en esta misma sección recordamos hace meses a uno de los maestros del género, Pepe Da-Rosa, con su recitado 'Los impuestos', y hoy recibimos al grupo que mejor supo rentabilizar comercialmente esta línea de sátira informativa. Hablamos, cómo no, de La Trinca, aquellos tres curiosos personajes que iniciaron su carrera a finales de los 60 con temas en catalán, extendieron después su éxito a toda España e incluso a Hispanoamérica con las versiones en castellano de sus composiciones y acabaron convirtiéndose en anfitriones (y también en productores) de programas de la televisión nacional. Lo cierto es que su campo de acción iba mucho más allá del humor ceñido a la actualidad, pero vamos a recuperar uno de sus mayores logros en esa especialidad tan exigente.

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Hoy el IVA nos resulta bien conocido (otra cosa es que realmente entendamos sus mecanismos), pero en el momento de su implantación estuvo rodeado de mil suspicacias y desconciertos. El ingreso de España en la Comunidad Económica Europea obligaba a poner en marcha el nuevo impuesto indirecto, de modo que, en 1985, el Gobierno socialista echó el resto para explicar su funcionamiento y convencer de sus bondades, sin demasiado éxito en ninguno de los dos objetivos. Esa campaña tuvo su vertiente musical, un tanto grotesca: en el especial de Nochevieja de 1985, la presentadora, Concha Velasco, interpretó un estribillo que decía '¡Que viva el IVA!', algo así como la canción oficial del impuesto. En la Nochevieja de 1986, volvió a aparecer la referencia fiscal en un repaso cantado a los sucesos del año saliente: «Nos vino peor que el IVA / la fuga radiactiva / que hubo en Chernobil», afirmaban los versos de marras, que hoy levantarían una auténtica nube tóxica en las redes sociales.

La novia pechugona

El caso es que el Gobierno también imprimió 1,8 millones de ejemplares de un folleto dirigido a autónomos, minoristas, artistas y otros profesionales afectados por la novedad. Lo llamó 'El IVA hecho fácil' e incluía epígrafes sobre los tipos de gravamen, la regla de prorrata o los regímenes especiales. A La Trinca (es decir, a Josep Maria Mainat, Toni Cruz y Miquel Àngel Pascual) les divirtió tanto ese empeño por inculcar conceptos fiscales que ni siquiera le cambiaron el título: su canción 'L'IVA fet fàcil' abría su elepé en catalán de 1986, 'Trinca, sexe i rocanrol', mientras que la correspondiente versión castellana hizo lo propio con la edición del álbum para todo el mercado español. Todavía hubo una tercera configuración del disco, la destinada al público americano, en la que se suprimía esta canción tan apegada a la coyuntura de nuestro país. Por cierto, el corte más conocido del disco, 'Quiero una novia pechugona', se convirtió en un celebrado 'hit' en lugares como México.

Podríamos decir que 'El IVA hecho fácil' constituye la aportación del trío a la tarea de divulgar el nuevo impuesto, «moderno porque sí». Lo hicieron con la influencia lírica evidente de Groucho Marx y la zumbante melodía de 'El vuelo del moscardón' de Rimski-Kórsakov. «Súmale el gravamen del pasivo del sobrante / y a la base imponible de la parte contratante / la prorrata transitoria a simular / deducida de la cuota del valor a amortizar. / Quítale el montante del volumen soportable / y repercute en el activo el valor incrementado / y le añades cuatro duros al sumar / por si te has equivocado, que también puede pasar», desmenuzaban, y sorprende que fuesen capaces de reproducir un texto tan complejo a tres voces y a tanta velocidad (¡y sin la ayuda del 'teleprompter'!). Al final de la trabajosa explicación, y después de acudir a Hacienda con «dos camiones de facturas y recibos», resultaba que la cosa no había quedado del todo clara, de modo que se imponía repetir las instrucciones con un tono un poco menos conciliador: «Sácale los ojos al gravamen sumergible / y estrangúlale la cuota por la base disponible / y al pasivo me lo pones a parir / machacándole la tasa del valor a deducir. / Dale los tributos al volumen soportable / y repercute brutalmente en el valor incrementado / y al montante me lo agarras al pasar / y le metes por el IVA el valor a amortizar».

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